Concierto de Air en las Noches del Botánico 2025 en Madrid

La música de Air flota ingrávida sobre el Botánico y se evapora sin dejar huella

Crónicas

Tocaba noche de Air, ayer en el Botánico. Y no, no nos referimos a la banda japonesa Air, ni al grupo surcoreano Air, ni al combo de folk psicodélico australiano Air, ni a los músicos de heavy-rock americano Air, ni al rapero chino Air, ni al conjunto bielorruso Air… Sí, todos ellos existen, según parece. Nos referimos (por alguna razón, la falsa modestia me empuja al plural mayestático cuando, créanme, no hay nadie más aquí mientras tecleo estas líneas en la medianoche del jueves al viernes) al dúo francés de música electrónica Air, quienes, comprensiblemente, no tuvieron en cuenta al juntarse en 1995 que alguien, algún día, iba a tener que encontrarlos en algo llamado Google. La misma calamidad que sufrió en nuestro país el grupo valenciano Seguridad Social.

Por suerte para los versalleses, su propuesta es la que ha salido victoriosa de todos los airs de este mundo. Seguramente ya lo sospechaban Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin desde que lograron abandonar las matemáticas y la arquitectura, respectivamente, por la música. Y celebrando ya las tres décadas en activo.

Fotos de Anna García.

Muchos espectadores franceses para Air en el Botánico

Artistas de largo recorrido atraen, claro está, a un público maduro, y el de Air tiene una media de edad de cuarenta y cinco años. A la convocatoria en el Botánico acudieron ayer un destacado porcentaje de espectadores francófonos. Españoles y franceses agotaron con antelación las entradas del espectáculo de Air, quizá previendo que la combinación de la música ambiental electrónica del dúo y el embriagador clima nocturno del Real Jardín Botánico Alfonso XIII iba a resultar imbatible.

Estaba la pista a reventar a la hora de inicio convenida, las diez de la noche. Vamos a ponerle un pero a Noches del Botánico, este ciclo de conciertos de dos meses que hace muchas (muchísimas) cosas bien, pero que este año parece haberse excedido con el aforo en pista. En noches frescas como la de ayer se sobrelleva, pero la ola de calor que se nos echa encima a partir de este mismo fin de semana puede arruinar la experiencia de unos cuantos en los conciertos venideros. Un diez por ciento menos de espectadores de pie supondría una enorme diferencia.

Otros conciertos en el Botánico 2025

Hubo un cálido recibimiento a Jean-Benoît, Nicolas y el baterista Louis Delorme, que los acompaña en directo. Los tres vestían de blanco nuclear (y también el pipa que subía de cuando en cuando a asistirles en el escenario) como si fueran los protagonistas de un anuncio de detergente ambientado en el futuro. En realidad, todos parecían Wes Anderson; o el ideal estético de lo que aspira a ser Wes Anderson cuando trata de hacernos olvidar que nació en Houston, Texas.

No precisaba el trío de un gran escenario como el de Noches del Botánico, pues sobre las tablas de este habían instalado una caja oblonga (jamás creí que lograría meter un guiño a Edgar Allan Poe en la crónica de un concierto de música electrónica) en la que se enclaustraron los tres músicos durante la magra hora y media de concierto.

Las luces que proyectaban sus paredes creaban el ambiente adecuado para cada uno de los temas de Air, pero a la postre confinaba un tanto el espectáculo. Y es de suponer que, en noches con una brisa menos agradecida que la de ayer, Nicolas y Jean-Benoît sudarán como pollos dentro de su caja de resonancia. Paradójicamente, un escenario tan apropiado para el postureo en redes retrata fatal en los vídeos verticales de Instagram.

Fotos de Anna García.
Repertorio

El repertorio de esta gira de Air se divide en dos mitades: la primera consiste en su primer disco íntegro, el exitoso Moon Safari de 1998, seguida de una segunda mitad con una selección de temas de sus siguientes tres discos. Todo, en cualquier caso, anterior a sus últimos veinte años de carrera, en los que el éxito ha ido a menos y no se han prodigado mucho en el estudio. Al seguir escrupulosamente el orden cronológico de su disco de debut, llegan pronto sus temas más aclamados, «Sexy Boy» y «All I need».

Nicolas y Jean-Benoît tocan ensimismados, a veces dándose la espalda entre ellos, y con escasa interacción con el público más allá del preceptivo «merci beaucoup». A ellos les interesan las atmósferas: sus temas tienen vocación de bandas sonoras, y no solo por la obviedad de que sirvieran a tal propósito en Las vírgenes suicidas de Sofia Coppola, sino porque lo llevan en su ADN. Algunos pasajes me hicieron pensar en el Lalo Schifrin de Bullitt y Harry, el sucio (por ejemplo, en el tema «Talisman»), así que resultó una serendipia escalofriante que un amigo me escribiera en ese preciso momento para informarme de la muerte del compositor argentino.

La música de Air acaricia, pero no penetra

La cuestión es que la música de Air acaricia, pero no penetra: se queda a un nivel epidérmico. Y aunque el público tenga voluntad de entrar en el juego, también resulta fácil abstraerse y acabar charlando de otras cuestiones con los amigos. Es terrible decirlo, pero es fácil ignorar a Air en directo.

Fotos de Anna García.

Subió algo la intensidad del concierto con «Don’t Be Light», en la que el show lumínico de la caja oblonga se empeñó en llevarle la contraria al título. En las pantallas, unos carnosos labios rojos a la manera de The Rocky Horror Picture Show parecían querer incitarnos a algo, pero sinceramente, los temas de Air no están pensados para excitar. La máquina de humo hizo horas extra y la caja viró hacia un rojo intenso que evocaba un incendio, logrando así la pantomima de que el concierto había alcanzado algún clímax. Sirvió para que los tres intérpretes recibieran una buena ovación en su primera genuflexión de despedida, apenas setenta minutos después de comenzar.

Hora y media de recital

El evocador instrumental «Alone in Kyoto» y la declaración de intenciones «Electric Performers» completaron un escueto bis que alargó el recital hasta algo próximo a la hora y media. No hubo grandes picos de emoción en el concierto de Air. Si Nicolas y Jean-Benoît sudaron algo durante ese tiempo fue más por la proximidad de las pantallas a sus cuerpos que por la intensidad con la que ellos interpretaron sus temas. ¿Fue una velada desagradable? En absoluto, pero va a quedar muy abajo en el listado de espectáculos memorables que han pasado y pasarán este verano por Noches del Botánico.

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