Parcels en las Noches del Botánico 2025

Parcels, el pulso electromagnético que pone al Botánico a levitar

Crónicas

Noches del Botánico recupera la energía juvenil después de una semana marcada por dobletes de veteranos como Van Morrison, Fangoria o Mikel Erentxun, y tras el gatillazo del cancelador en serie Morrissey, quien de todos modos no hubiera bajado la media de edad. Por qué los promotores siguen apostando por contratar a alguien que ostenta el récord mundial de recitales cancelados daría para un artículo aparte.

Parcels, quinteto australiano de nacimiento y berlinés de residencia desde hace más de una década, rondan la treintena y hacen la música perfecta (una amalgama sensual de electrónica ochentera, disco setentero y pop con armonías vocales) para ponerle banda sonora a una fresca noche de viernes en el Real Jardín Botánico de Madrid. Su público tiene una edad parecida y ninguna característica reseñable. Aunque con su buena cuota de «modernos» infiltrados, de esos que abogan con sus mostachos imposibles por celebrar el movember durante todo el año. Esas cuatro mil personas traían el espíritu bailongo adecuado a este concierto con entradas agotadas desde hace semanas.

Parcels en el Botánico

Fotos de Anna García.

Hasta ahora, en nuestro país, Parcels han sido un grupo de grandes festivales (Mad Cool, BBK Live y, este mismo año, Primavera Sound). Pero anoche quedó claro que, al margen de cómo evolucione su carrera, Madrid va a ser una plaza fuerte para ellos en años venideros.

A las diez en punto y con la grada aún a medio llenar (difícil no remolonear cuando el público está disperso por todo el encantador recinto, apoltronado en hamacas o directamente tirado en el césped), los músicos subieron al escenario en dos fases. Primero los teclistas Patrick Hetherington y Louie Swain, después la base rítmica del bajista Noah Hill y el baterista Anatole Serret más el guitarrista Jules Crommelin. Vestían sencillos, la mayoría con camiseta y pantalón acampanado, pero eso no implicaba descuido escénico ya que había máquinas de humo, una luminotecnia prometedora y, oh, sorpresa: realización en las pantallas laterales del escenario.

Las fotos son de Anna García.

El Botánico es un lugar para conciertos recoleto y acogedor, pero teniendo en cuenta la distancia al escenario de las últimas filas de la grada y lo que la pista se expande por los laterales del escenario, no parece un desacierto que haya pantallas. La organización da esa opción a los artistas, pero son estos los que han de gestionar la realización, así que normalmente las pantallas carecen de uso durante los conciertos.

Parcels son conscientes del poder la imagen y esta forma parte de su espectáculo. Tanto es así que los cámaras deambulaban ayer a sus anchas por el escenario e interactuaban con los músicos como si fueran uno más de ellos. Los primeros planos llegaban a mostrarnos hasta los poros de la piel de los intérpretes. En su búsqueda de frescura, la realización incurría a veces en errores que parecían premeditados: encuadres al límite del found footage que no hubieran desentonado en ‘El proyecto de la Bruja de Blair’.

Paneles lumínicos en los laterales del escenario, feos de cojones vistos por detrás, bloqueaban un tanto la visión en los extremos del recinto, así que la imagen en las pantallas hizo un buen servicio a los espectadores ubicados allí. Las luces emplearon toda la gama cromática para crear un alegre espíritu de discoteca al aire libre, aunque las rojas parpadeantes durante algún solo de guitarra podrían haber tumbado a un epiléptico. ¿Por qué películas y series han de llevar ahora una cartela de inicio previniendo sobre «los efectos adversos de luces intermitentes en espectadores fotosensibles» y en cambio los conciertos no necesitan hacerlo? Dudas existenciales del Primer Mundo.

El público de Parcels, en todo caso, abrazó el show desde el rugido de bienvenida; y a diferencia de los otros conciertos celebrados en esta edición de Noches del Botánico, no hubo discusión en la grada sobre si el espectáculo debía disfrutarse amortizando el asiento o bailando de pie: ganó lo segundo por goleada. Venía este público con el espíritu lúdico de fin de semana de casi-verano; a disfrutar, a menearse sinuosamente, a recibir en la piel la energía positiva de la música de Parcels y devolverla en forma de «¡oe, oe, oe, oeees!». Significativamente, no había demasiados espectadores grabando con sus móviles durante el concierto, debido a que la electrónica-disco propulsadora de la banda les obligaba a moverse en lugar de permanecer estáticos con el teléfono en la mano.

El directo de Parcels, de hecho, persigue más generar ese estado de ánimo que dar un valor individual a las canciones. Es como si todo el repertorio (de apenas ochenta y cinco minutos cuando los australianos se despidieron por última vez) trabajara en esa dirección. Sí, podríamos destacar que el primer grito colectivo de reconocimiento del público llegó con «Tieduprightnow«; que los cantantes parecieron una boy band cuando se sentaron al borde del escenario para armonizar sus voces en «Leaveyourlove«; que recordaron a los primeros Franz Ferdinand interpretando su tema «Outsiders» cuando rodearon todos al baterista durante una jam percusiva y le acompañaron aporreando, con escaso sentido rítmico, cencerros y otros objetos; o que el clímax comunal arriba y abajo del escenario se alcanzó con «Yougotmefeeling«. Pero, ¿para qué? Ya ha quedado claro que el directo de esta banda no se apoya sobre tres hits sino sobre el momento que generan tema a tema.

Parecían razonablemente sinceros los músicos cuando nos doraban la píldora diciéndonos lo bonito que era el sitio y lo guapos que éramos todos. Ellos, desde luego, disfrutaron, bailando sin recato ni impostura al ritmo de sus propias melodías (y agitando sus rizos dorados el bajista Noah Hill como en el mejor anuncio de champú). Conservan aún Parcels la frescura de los chavales que montan un grupo y que no se acaban de creer la suerte que están teniendo. Como hemos visto en tantas otras bandas, eso no dura para siempre, así que ahora es el momento de exprimir al máximo el directo del quinteto. Su tercer elepé, a publicar en septiembre, será la excusa perfecta para tenerlos de vuelta en 2026.

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