discos de 1994

30 discos de 1994 que cumplen 30 años en 2024

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En un ejercicio de torpeza absoluta, tenía yo cierta sensación de que los discos de 1994 no habían sido para tanto. Por aquí ya hemos hablado estos últimos años de los discos de 1991, 1992 y 1993, de manera que, de alguna manera loca, pensaba que ya estaba esta campaña remember terminada. Por fortuna para todos pero especialmente para mí, saqué un rato para ubicarme en el tiempo y el espacio, caer desde la parra al suelo y darme cuenta de que lo de 1994 fue algo excepcional. Casi fuera de lugar. ¿Y si hubiera sido este y no los anteriores el año definitivo y definitorio que nos definió y nos define desde entonces hasta hoy? Eso es justamente lo que vamos a explorar aquí desde ya.

Pero, un instante: antes de empezar, vamos a repasar.

PEARL JAM: VITALOGY

Sé perfectamente en qué lugar del universo estaba cuando me lo regalaron por mi 16 cumpleaños: en mi habitación en casa de mis padres en la calle Alba de Tormes. Había salido un mes antes y apenas había podido grabar ‘Spin the black circle’ de la radio, aunque el CD ya lo había palpado varias veces con mis propias manos en Madrid Rock. No deseaba otra cosa con más fuerza hace treinta años. Ahora deseo sentir exactamente aquello y, por eso, de vez en cuando pongo ‘Last exit’ a todo volumen. No es lo mismo, pero me busco y me reconozco entre la multitud palpitando con ‘Better man’ o ‘Corduroy’.

R.E.M.: MONSTER

Vieron pasar la ola del rock alternativo y se subieron. Es quizás un disco incomprendido por salirse del carril habitual, pero ‘Monster’ sigue sonando fenomenal. Al menos, para mí, cuando me tomo dos copas de vino de más y me arranco a tuitear porque no me cabe más flipe en el pecho. El riff de apertura es una pregunta retórica porque saben perfectamente que la frecuencia andaba en algún lugar entre ‘Bang and blame’ y ‘Crush with eyeliner’. Por lo que hicieron, cómo lo hicieron y cómo se despidieron R.E.M. son, de largo, canciones de fe y devoción de toda una generación.

SOUNDGARDEN: SUPERUNKNOWN

Imagina escuchar el ‘Superunknown’ de Soundgarden a todo volumen a plena noche en el solar abandonado de la cárcel de Carabenchel (que estaba en pie entonces, no ahora). Ya te digo que es una forma de inmortalidad que te libera del miedo a sobrevivir y te sitúa en el lado correcto de la historia, allá donde importa la memoria. ‘Black hole sun’ es el sortilegio que te enseña la cara oculta de la luna en el momento adecuado. Bendita MTV aquella que ponía que nos valía para seguir viendo en la tele en bucle las canciones que escuchábamos incesantemente en los parques e institutos. ‘The day I tried to live’. ‘Fell on black days’. ‘Spoonman’. Los discos de 1994 eran inagotables, como nuestras ganas de devorarlos.

STONE TEMPLE PILOTS: PURPLE

Oh, sí, la canción de amor interestatal. Por aquel entonces, significaba básicamente echarte una novia que no fuera de Carabanchel. Una foránea con todo un distrito por descubrir, si bien es verdad que siempre se quedaba en los bajos de Argüelles y Moncloa. Un porrón de garitazos loquísimos donde nuestro presente brotaba en tiempo real entre cerveza y cerveza y temazo y temazo. ‘Vasoline’, dios santo. En ‘Big empty’ Scott Weiland te servía en plato hondo una generosa ración de melancolía de autopista, aunque donde esta banda siempre tuvo lugar, aparte de en la tienda de regalitos del Vaticano, fue en los brotes psicóticos que te despegan el cerebro del cuerpo como ‘Unglued’.

NIRVANA: UNPLUGGED IN NEW YORK

El ‘Unplugged de Nirvana’ se terminó convirtiendo en una especie de pesadilla que nunca terminaba. Kurko se piró porque quiso y solo hubiera regresado por un motivo: acabar a escopetazos con las balas que le sobraron con semejante desvarío. Todo el tiempo a todas horas en todas partes. Recuerdo noches enteras en casa de algún amigo que se había quedado solo (hogares ajenos colonizados ipso facto) una y otra vez en la tele. Se nos hizo de día dos noches consecutivas sin cambiar la cadencia, el orden y la secuencia. Para mi gusto de entonces, falta toda la rabia guitarrera que nos definía, pero para mi gusto de hoy, aún faltando exactamente la misma rabia guitarrera que nos definía, pondría el jodido volumen aún más a tope. Porque si de algo te arrepientes con los años es de poner el volumen bajo cuando debía estar terriblemente alto.

PLATERO Y TÚ: HAY POCO ROCK N ROLL

Teníamos todo por delante y había poco rocanrol. Bueno, no exactamente. Es más bien que nunca nos cansábamos del rocanrol porque desconocíamos que la vida cansa. Hasta Fito se cansó y eso que cantaba ‘Somos los Platero pa lo bueno y pa lo malo’. Cuando sonaban en el Don Caimán nos volvíamos locos y siempre había alguien que derramaba sobre otro la cerveza con la que pretendía invitar. Daba igual, estábamos ‘Bebiendo del mismo vaso’. No seríamos muy buenos como coristas, pero trepábamos sobre los futbolines para cantar a coro ‘Juliette’ (con Robe). Éramos capaces de todo al compás de ‘Si la tocas otra vez’. También os digo que aquí somos más de Uoho.

OASIS: DEFINITELY MAYBE

La emoción antes de un concierto de Liam Gallagher permanente imponente porque sabes que la movida arranca con ‘Rock n roll star’. Lo pone en su bandera (en el Mad Cool y tantas otra ocasiones importantes), es nuestro lema desde hace tanto. Parece cosa hechicera que hayan transcurrido tres décadas y sigamos sintiendo que tenemos 16 mientras caemos ya aburridos (ja) por el tedio de la montaña rusa que nos lleva al hoyo los cincuenta y ni gritamos. Pero, queridos niños, hubo un tiempo en el que ocurrió una cosa loquísima que nos hace inevitablemente sentir no poca superioridad moral sobre vosotros: al grunge le siguió el britpop.

BLUR: PARKLIFE

Yo siempre fui de Oasis más que de Blur y lo sigo siendo. Aunque a Bruno (Gallar Junior número 3) los que le flipan son Gorillaz. Como cualquiera, como all the people, chicas y chicos, convivo con las contradicciones contra las que me empuja esta cosa extraña que es la vida. En su momento incluso nos poníamos unos frente a otros en los recreos comiendo cuñas de chocolate y trasegando minis de cerveza en los bares. Convivir con el enemigo que tú mismo creaste es el oxímoron definitivo que, lejos de crear el silencio atronador definitivo, origina una nueva lucha de clases en el seno familiar. Tengo mil maneras de seguir diciendo que soy de Oasis y que tres décadas después la lucha (a la contra) sigue.

GREEN DAY: DOOKIE

Tuve que perseguir a un fulano. Isaac se llamaba. Del San Gabriel. En Carabanchel. Un año mayor. «Grábame el ‘Dookie’ que me han dicho que lo tienes». No. «Venga, que yo molo». No. «¿Y si te regalo una cinta de casete de cromo?» Vale. Hazme el favor de no decírselo a nadie. Había cierto subterfugio de tráfico de órganos que, visto desde aquí, comprendo, porque era un poco eso: era vital. El ‘Dookie’ es de puta madre, anda ya. Lo bailaba Jesús Fernández Gallardo en la cuna como un jodido colgao tratando de pasar de titi a humano a finales de los noventa (negaré siempre toda culpa) y en 2019 me pareció que me empujaba con inquina acumulada de más en aquella noche loca que fue el aniversario que hicieron en La Riviera. En realidad me salvó de acabar triturado, me hace las declaraciones de Hacienda y ahora está entregado a Greta Van Fleet: es harto complicado ser un tío amable en esta familia punk de postal.

THE OFFSPRING: SMASH

Empujones y empujones y empujones. Noche tras noche tras noche. Parece un concierto de la E Stree Band cuando yo estaba aún por llegar a ese lugar (¡magia!) pero era la forma en la que sudábamos a los Offspring cuando no había mañana. Este disco es capital y, si todos los bares que lo pinchaban hubieran pagado religiosamente los derechos de autor correspondiente ahora Dexter Holland sería literalmente dios. Y dios no estaría tocando a las siete de la tarde del pasado Mad Cool en julio en Villaverde. Pero me las arreglé, hice mi labor en infoLibre y me cambié de traje en el camino en la Línea 3 de metro para convertirme en Mercadeo Pop sin morir en el intento.

THE CRANBERRIES: NO NEED TO ARGUE

Un grupo irlandés, que no es U2 (al fin en esta web) diciendo que no hay necesidad de discutir es muy importante. Un mensaje que siempre está vigente porque en este mundo de mierda constante cohabitamos sobreviviendo de la mañana a la noche y de la noche al día evitando la bronca. Esquivando a esa peña. Este disco es, por supuesto y hasta el fin de la humanidad, el de ‘Zombie’, si bien es mucho más bonita y valiente ‘Ode to my family’. Estoy seguro de que hace mil vidas que no lo escuchas, así que te lo voy a poner fácil: ‘Twenty One’, ‘Empty’, ‘I can’t be with you’ o ‘Ridiculous thoughts’. Siempre hace frío, pero Irlanda encuentra en los recovecos de sus canciones su propio calorcito.

MANO NEGRA: CASA BABYLON

Un disco que empieza clamando ¡Viva Zapata! es un disco que lo tiene claro. Se escucha de fondo «el pueblo unido jamás será vencido» a ritmo dubstep. Lo de este disco es algo que se escapa al control racional de la mercadotecnia y de la racionalidad. La conjunción de ritmos es loquísima y tan potente que encuentra su lugar en un planeta colonizado por el rock alternativo dominante. Los que en la intimidad clamábamos por Vedder y Cornell, a la mínima de cambio estábamos moviendo el cucu con la cumbia narcótica. Tenía ese poder el pavo, y lo tiene. Una noche, en otra vida, un 28 de agosto de 2003 en el que Mercadeo Pop no existía, fui con Rebe a ver a Manu Chao con Fermín Muguruza en Vistalegre: tengo registros de casi todo como la Biblioteca del Ateneo, pero gracias al cielo, no de aquello.

ROXETTE: CRASH! BOOM! BANG!

La noticia del fallecimiento de Marie me pilló saliendo de entrevistar a Ozuna. No es una imagen que pueda trasladar a palabras. La muerte es así de contraproducente y asquerosa. Me paré un rato más largo de lo normal en mitad de la calle, no creáis, tuvo todos los ingredientes que tiene una noticia de mierda. Y, aunque caminé, tardé en volver. Para mí, es que Roxette son tantas cosas y todas bonitas. Un tipo de pop lindo, precioso y, a lo Second, exquisito. Tengo gracias a estos suecos la certeza de que las canciones pop dejan un rastro de vida eterna cuando nos atraviesan.

THE CULT: THE CULT

Hombre, el disco de la cabra y yo volvemos a encontrarnos: mi archienemigo. No sé si os acordáis, pero a mitad de los noventa todos nuestros grupos se fueron a la mierda y empezaron a hacer cosas que nos parecían raras. Enloquecieron con la electrónica y tal. Como es natural, treinta malditos años después nos parece que eran no ya conservadores, sino directamente fachas que mataban su propio arte. Bueno, si hay algo que un grito de Ian Astbury nunca va a hacer es matar el arte. Y las guitarras de Billy Duffy, virgen santa. Ni un disco malo tienen estos. Me quedo, claramente, con el ‘Nuevo caballo del emperador’. Y me quedo, por supuesto, aquí a vivir. Lo que más me gusta de ellos es que siguen creando y siguen siendo inapelables en directo a un nivel superior. Tal es el influjo del culto.

LIVE: THROWING COPPER

Hubo cierta conmoción en el San Gabriel cuando apareció este disco de calidad exagerada. Y como éramos gente ilustrada, como tal lo percibimos. Un poco R.E.M., un poco el rock alternativo del momento. ‘Selling the drama’, queridos, un hit incomprendido pero en absoluto menor. si bien a mí me sigue gustando más ‘I alone’, ‘All over you’ o, por supuesto, ‘Lightning crashes’. Este es un ejemplo más, el enésimo, de grupo de talento exquisito que merecía mucha más popularidad, que la tuvieron, pero quedaron sepultados por el alud inconcebible de bandas estupendas que disfrutábamos en aquellos días con total naturalidad, dando por hecho que iba a ser así siempre. Es verdad que la música queda y de alguna manera todas siguen eternamente, pero ya cuando es pasado no mola tanto como cuando estás viviendo el momento presente.

SUEDE: DOG MAN STAR

Muy fuerte lo de Brett Anderson: su slim fit es un desaire al paso de los años y a todos y cada uno de los asistentes a sus conciertos. Es el único a este lado de la galaxia que sigue cabiendo en los mismos pantalones pitillos. ‘We are the pigs’. ‘Heroine’. ‘The wild ones’. ‘New generation’. No está para nada mal para un segundo álbum. Está muy bien, de hecho. Ese punto glam, esas guitarras guapas de Bernard Butler. Quedaron algo soterrados por la eclosión demente del britpop, aunque pasados los lustros y superadas idas y venidas, ahora mismo están, como su cantante, en una forma envidiable.

JEFF BUCKLEY: GRACE

Un discazo por su calidez y el versátil registro vocal de Jeff Buckley, con esos falsetes conmovedores, y por su emocionante sensibilidad compositiva e interpretativa. Y porque contiene una de las versiones más aclamadas de todos los tiempos, al conseguir hacer suya y superar la original de ‘Hallelujah’ del mismísimo Leonard Cohen. Parecía predestinado a ser referente de toda una generación, pero terminó convirtiéndose en leyenda negra por su extraña muerte en el río Wolf de Memphis (Tennessee), ciudad a la que había acudido para grabar un segundo álbum. La noche del 29 de mayo de 1997 acudió a dicho río junto a un miembro de su grupo para tocar la guitarra y escuchar música. Parecía un momento plácido, pero Jeff se adentró en el agua cantando ‘Whole lotta love’, de Led Zeppelin. Su cuerpo apareció a los cinco días sin rastro de alcohol ni drogas, dejando abierta la hipótesis de un suicidio. Fundido en negro.

THE BLACK CROWES: AMORICA

Hay quien dice que aquí ya empezaban a perder el flow los hermanos Robinson, pero yo no estoy de acuerdo. Un poco sí, vale, porque los dos primeros eran canelita, pero como tercer disco está guay. Además, es que la portada me gusta mogollón. También la canción de apertura, ‘Gone’. ‘A conspiracy’ me parece clasicazo del rock, lo tiene todo. Me hace gracia que siempre parece que florece una banda venida de los setenta en el momento más insospechado: esos eran los cuervos negros en mitad de la vorágine grunge. Sorpresivamente, encontraron su lugar en una década en la que eran más extraños que la ficción.

BAD RELIGION: STRANGER THAN FICTION

Monumento punk rock. ‘Incomplete’ es un arranque dislocado. Aquellas cintas de casete grabadas a duras penas y que sobreviven, fíjate tú, mejor que el CD que nos vendieron como inmortal. ’21st century (digital boy)’ nos parecía hasta lejano cuando aún nos quedaba algo por rebañar del siglo XX. Aquellas veladas infinitas de cervezas, pizzas y humo jugando al Tony Hawk en la Play. La capacidad para las melodías de esta gente ha resultado ser infinita. Me birlaron el móvil del bolsillo delantero del vaquero (sigo sin dar crédito) en plego pogo viéndoles en el WiZink Center en 2018, pero no pasa nada porque el ritual está por encima de las consecuencias.

NOFX: PUNK IN DRUBLIC

Tenía unas fotos estupendas de Bad Religion que nunca veremos y no pude hacer niguna a NOFX, que tocaron justo después. Fue una noche un poco aquelarre que se tornó noventera cuando de repente me vi sin teléfono. Qué tiempos aquellos. ‘Don’t call me white’ nos volvía locos en los bares, patadas voladoras que acababan en morreos. ‘The brews’ y ‘Linoleum’ también. Nunca imaginamos que ‘Lori Meyers’ daría nombre a un grupo indie de importante fama porque uno nunca imagina las tragedias por venir (ja, es broma, un poco, pero la frase me ha gustado). Zapatilla, en cualquier caso.

LA POLLA RECORDS: BAJO PRESIÓN

Por lo que sea, mi canción favorita de los alaveses es ‘El ojo te ve’. Seguramente porque la recitaba mucho Mikel mientras trasegábamos lo que fuera (en no pocas ocasiones no ya calimocho, sino directamente brik de vino chungo en la madrugada de cualquier parque aullando a la luna). Puede que sea, también, porque suena extrañamente bien para ser una grabación de La Polla Records, epítome del punk patatero cagondios. Ocurre, además, que la letra pura profecía, como casi todas las letras de Evaristo, una especie de Nostradamus ruidoso y contestón que rompió el molde al hacerse carne. ‘La futbolera’ y ‘La secta’ también las entonábamos mucho en todo tipo de antros. En la reunión la liamos bien, hubo algún padre de familiar que se quedó dormido en un banco en la calle o eso nos ha contado.

NINE INCH NAILS: THE DOWNWARD SPIRAL

Había algo aquí que no se había escuchado nunca. La ira concentrada, puede ser. Esa forma de convertir la rabia en canción, de sacar la belleza de algo aparentemente algo feo. Melodía y ruidismo. Un poco así: ‘March of the pigs’. Trent Torrezno hay que reconocer que es un innovador y que ‘Closer’ es total porque te quiere fuckear como un animal. Es cierto tipo de nuevo metal, mucho más violento, menos glam, sin interminables solos de guitarra, más instrumental. Y para cerrar, ‘Hurt’, que luego hizo suya, como todos sabemos y para sobrecogernos, Johnny Cash.

TOM PETTY: WILDFLOWERS

Os alerto de algo gravísimo: habitamos un mundo en el que Tom Petty no está. No está físicamente, aunque ‘Wildflowers’ vive y la lucha sigue. Es muy bonito este disco. ‘You wreck me’ siempre, por favor, con ese guitarreo un tanto stoniano. La composición titular es una melodía linda. La armónica de ‘You don’t know how it feels’, aquella chica, aquel chico, nuestro estribillo. Tengo un amigo, Willy, que dice ‘hacerse un Tom Petty’ a hacerse un peta porque lleva toda la vida asegurando que Tom Petty suena como trompeta. Ya lo he dicho, pero es muy bonito este disco en el que no suena ni una maldita trompeta.

BEASTIE BOYS: ILL COMMUNICATION

«¿Estos son los Beastie Boys? Pensaba que eran más blanditos?» No hay nada como seguir descubriendo el mundo a tu sobrinito de treinta añitos mientras escribo esto. Claro, es que le he puesto ‘Sabotage’ y le ha cambiado el gesto. Acabamos de abrir una puerta a todo un universo nuevo en el que confluyen hip hop, rock, punk, funk y toda la mandanga buena que nos trajo exactamente hasta esta línea en este momento. Aquí hay groove para desatornillar cervicales a mansalva.

ANTONIO VEGA: OCÉANO DE SOL

Allí donde esté ‘El sitio de mi recreo’ estará mi mejor yo. Probablemente sea una de las palabras más bonitas en castellano, un concepto que se te olvida cuando te vas haciendo mayor pero que vuelve cuando tienes críos y te cuentan lo importante que es para ellos ese ratito. Hacía eones que no escuchaba ‘Elixir de juventud’ y resulta que eso es exactamente esta canción, pues repentinamente no estoy aquí, sino que ando por allí. Se acaba de separar Nacha Pop y hay cierta curiosidad por comprobar de qué va Antonio Vega a su bola. Un talento singular que reverbera sensacional.

JOAQUÍN SABINA: ESTA BOCA ES MÍA

‘El blues de lo que pasa en mi escalera’ con Rosendo en esa guitarra carabanchelera. ‘El blues de lo que pasa en mi escalera’. ‘Esta noche contigo’. ‘Más de cien mentiras’. ‘Por el bulevar de los sueños rotos’. Convivíamos con el mejor Sabina y apenas lo sabíamos. Nos gustaba, claro, pero no lo valoráramos en su justa dimensión. Opino. Es que Joaquín es de esa gente que normalizas que vaya encadenando temazos y luego cuando te quieres dar cuenta te quedas ojiplático.

THE ROLLING STONES: VOODOO LOUNGE

Información, no opinión: los Rolling Stones tenían cincuenta años cuando publicaron ‘Voodoo lounge’ y ya les estaban matando por viejos. A Mick Jagger rogando y a Keith Richards con el mazo dando. Inexplicablemente olvidado por el propio grupo, aquí hay tesoros como ‘Love is strong’, ‘Out of tears’, ‘You got me rocking’ o ‘Sparks will fly’. Ya nos parecían viejos entonces y siguen sacándonos la lengua con descaro juvenil. ¿Cómo lo harán? Lo desconozco. Ojalá lo supiera. Sé, eso sí, que cerrar un álbum con un rocanrol como ‘Mean disposition’ tiene algo que ver con eso de no morir nunca.

MEGADETH: YOUTHANASIA

Se me dislocan las extremidades superiores en cuanto suena ‘Reckoning day’. Así se empieza un disco de thrash metal: sorpresa, haciendo thrash metal. No deja Dave Mustaine títere con cabeza en estas canciones que, alucina, sonaban en Los 40. No sonaba entero, pero sí ‘A tout le monde’. La chavalada alucinaría con lo que sonaba en las radios comerciales, qué duda cabe. ‘Victory’ tiene una garra que acto seguido perdería Metallica en un ejercicio de justicia poética inesperado para el líder de Megadeth. Y la portada es chulísima.

KORN: KORN

Todos estamos de acuerdo en el daño irreparable que nos hizo el chándal metal. Vale. Pero mereció la pena. Vale. El primero de Korn continúa entrando como un cuchillo en mantequilla. Es como que te abran la cabeza con un hostiazo de bajo en el occipital. Nada hay más noventero que el nu-metal, lo cual nos lleva a admitir que haya cierto desfase temporal desde la perspectiva del hoy. Nada que no solucione, en cualquier caso, petar el volumen a rabo en cualquiera de sus canciones a lo random.

VERUCA SALT: AMERICAN THINGS

Hay otros muchos discos mejores, pero este es muy molón. Es tan molón que me lo grabé en un cinta de cromo naranja, no en una TDK del Rastro normal. Un himno tan puñeteramente noventero como ‘Seether’ lo merece. Los noventa son en gran medida grupos de los que nadie se acuerda pero que hacían generación. Veruca Salt es uno de ellos y justo por eso quiero que cierre este listado que estoy apurando entre botellines en una cocina a las 21:25 de la noche del 31 de diciembre de 2023 pinchando temazos y con el personal quejándose de que siempre estoy escribiendo. Pensaba que no llegaba a tiempo, pero siempre llego. Treinta años después, sigo siendo aquel y me sobran dos horas largas de año.

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