Punk in Drublic Festival (2019) WiZink Center. Madrid

Crónicas
GREG GRAFFIN EN MADRID. Foto RICARDO RUBIO

Bad Religion y NOFX en Madrid: El ritual está por encima de las consecuencias


Se acaba el concierto de Bad Religion y mientras la peña va a las barras o al excusado, contra las vallas nos arremolinamos unos cuantos mirando al suelo en busca de los restos del naufragio. Nada. Todo se fue con el huracán. Ni rastro de sus teléfonos, ni del mío, sustraído con toda la suavidad imaginable -mis dieses- del bolsillo delantero y derecho de mi pantalón vaquero en mitad de un pogo crucial. Los amigos seguratas se encojen de hombros porque lo han visto millones de veces, así que pliegas.


Y lo mejor es que antes, tomando un par de cerves en los aledaños con George, comentamos la jugada de la peña que roba móviles en los conciertos y festivales. Pero nada, queridos niños, no hay manera. Yo lo tenía todo aparentemente controlado y me palpaba cada poquito. Tanto, que empezaba a gustarme a mí mismo. Pero basta que te metas en el pogo equivocado y lo disfrutes diez segundos para, al salir, sentir la nada en tu bolsillo y quedarte con cara de perfecto gilipollas.


Ahí, en tercera fila dándolo todo con Greg Graffin después de tantos años -desde el MetroRock de 2007, concretamente- y aparece el típico imbécil. Da igual, que se joda, se lleva un ladrillo insoportable que todo lo hacía mal y tarde. Tardas dos segundos en asumir esa mierda y vuelves a pegarte con todos dos segundos después, con un poco más de mierda dentro pero, eh, por supuesto, sin perder ni la sonrisa ni la galantería que reinaba en general en la noche.


Porque la inmensa mayoría estamos congregados en el Ring del WiZink Center -la pista, 5.000- para gozar del punk rock noventero que nos alumbró a un nuevo mundo a través de las viejas TDK infinitas veces copiadas. Y como sigo hablando de mi, no voy a permitir que un incidente que en unas horas está solucionado me joda la cita. El ritual está claramente por encima de las consecuencias.


Creo que hice un par de fotos mientras tocaban You a rabazo. Hubo un ratejo que pensé que lo tenía, que os iba a contar cómo era poguear a machete a los cuarenta y que seguramente sería ocurrente. Luego el plan cambia pero otra cosa tengo que decir: Poguear a los cuarenta es la hostia de divertido porque te notas fuera de lugar pero te es familiar. Es más nostálgico que comer la tortilla de patatas de tu madre, si me apuras. Y el suelo, además, se te pega a los pies y huele a los garitos chungos de los bajos de Argüelles donde nos ganamos los primeros galones.


Y bueno, que el plan era entrar al final de Lagwagon porque básicamente antes no era viable. Un grupo menor en comparación, pero que también tenía presencia en aquellos Punk-o-ramas que por supuesto tengo localizados por casa. Yo no era de Lagwagon, qué puedo decir, pero me hizo gracia coincidir durante su actuación en el baño con Fernando de Reincidentes y un crío que supongo que sería ‘suyo’. Me podéis lapidar si queréis, pero hubo un rato fugaz que nos reímos diciendo que eran los Porretas.


El bolo de Bad Religion, impecable como siempre. Y rotundo. Que si Generator, que si Fuck you -por ahí me hicieron víctima por tres minutos-, Recipe for hate, I want to conquer the world y la petable 21st Century (Digital Boy). Me hace gracia Greg, que parece un funcionario anodino o un profe a punto de jubilarse antes que un icono del punk rock noventero. Muy hardcore el paso del tiempo, ¿que no? Mazo.


Mola el rollito de Greg poniéndose tenso con los brazos y arengando a las masas. Quizás no sea exactamente Bruce Springsteen, pero tengo que decir que por momentos la música de Bad Religion tiene algo de aquel. Seguramente la aspiración de tocarte la base del cráneo, pero tengo que seguir reflexionándolo. Lo que sé es que el nuevo disco de los californianos, Age of Unreason, dedicado a las penurias de la era Trump, es a estas alturas circunstancial. Sin ser mala cosa, es como venga vale y la medio balada Lose your head es buena muestra de ello.


Luego ya machina con Los Angeles is Burning, Fuck armageddon… this is hell y la enormidad de American Jesus. Voy a volver sobre ese incidente que para siempre ya es mío, porque «a mí me robaron el móvil en un concierto de Bad Religion». Esa frase ya me la gané. Y que, además, estos troncos me gustan mucho desde siempre porque son tremendamente melódicos. Y pensé por un momento ‘igual les cojo manía’. Pero mira, no, me gustan mucho más que ayer.


Y rematan la faena con Infected, Sorrow y, por supuesto, Punk rock song. Alegría, alboroto, perritos pilotos y lo que haga falta, que pagan los de Epitaph. Una horita rotunda que se me hizo corta porque pasé un rato departiendo amigablemente con unos seguratas primero, y con los de la barra después. Esa cerveza reparadora (a diez pavazos, esa es otra historia) hizo magia cuando debía.


NOFX me gustan menos, pero me gustan. Joder, cómo no. Me flipaba Don’t call me white, pero se la fuman en esta gira. A Fat Mike le cogí cariño por el docu aquel en el que salían cantantes punks californianos de los noventa en su faceta de padres. Y salía Jim Lindberg contando que lo dejaba todo por sus críos. Me identifico con ese discurso pero ni él lo dejó ni yo lo dejaré. Somos de una determinada manera y lo contrario nos jode la vida.


Pero volviendo a NOFX. A estos les he visto varias veces y la de anoche no fue muy diferente. Charlatanes y carnavalescos con su mezcla de punk, rock, ska y reggae… divertidos, en definitiva. Luego ya depende de lo centrados que estén y anoche la cosa fue razonable. Me gusta su desenfado y su desenfreno contagioso. Siempre. Pero tampoco soy un estudioso de su rollito. Sonaron bien, pusieron a la peña del revés y un pavo tuvo que salir a pedir a los de las primeras filas que se relajaran un poquito. Buena señal.


Siempre te lo pasas bien con NOFX, sea donde sea. Estás muerto por dentro de lo contrario. Les Champs-Élysées, Bob, Radio -de Rancid nada menos-, Leaving Jesusland… Yo qué sé. Eat the Meek puso al personal manitas arriba con el flow y luego a pegarse de hostias, todo casi a la vez. Eso mismo ocurrió con Linoleum pero ya a lo bestia. Y Kill all the white man me entró que te cagas de bien como despedida y cierre. Buen sabor de boca.


Lo que viene después es una charla detrás de otra, que cómo eres tan idiota que te dejas robar, que a quien se le ocurre, que mira que te lo dije. A mí me da igual, yo lo que quiero es escuchar American Jesus en bucle y, al mismo tiempo, denunciar al irreparable agravio que fue Bad Religion no tocaran, en consonancia con la temática de su nuevo disco, ese New America que parece de Bon Jovi. Con dos cojones, joder, y rematamos a lo loco.


AQUÍ ESTÁ OTRA CRÓNICA QUE HE ESCRITO PARA EUROPA PRESS.

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