second las ventas

Second tienen en Las Ventas la despedida que merecen: la importancia de saber decir adiós

Crónicas

Estuvimos viendo a Second hace una semana en Las Ventas y ya lo contamos, pero yo no me quedé conforme con lo que os conté. Ha pasado una semana y sigo dándole vueltas centrífugas que me mantienen atrapado y no terminan de echarme fuera. Fue una noche a partir de ahora irrepetible y para nosotros en casa importante, de manera que voy a volver sobre ello porque sencillamente me apetece. Y porque necesito hablar de ello en serio o no voy a dormir nunca más en mi vida.

Que Second tuviera la noche que merecía me hace perder el sentido del equilibrio. Y la tuvieron. Hoy estamos de ocasión, dice la canción. Bueno, pues creo que es muy importante dejar por escrito semejante explosión de pasión. Unas 3.000 people nos congregamos en el ruedo de Las Ventas Live, bien apretaditos, seguramente demasiado, a pasar en calor una noche radiante de mediados de noviembre. Todos los allí reunidos estábamos por motivos tan dispares que al final resultaron ser el mismo.

Saludar (en plan ‘We salute you’ de AC/DC, sin cañones) a una de nuestras bandas. El ambiente era estupendo, una noche de sábado, en un lugar hermoso, un pasaje de rostros de ayer y de hoy. Muchos carteles dando las gracias a Second que alguien imprimió y compartió. No hace falta complicarse con literatura, suele ser suficiente con ir al grano, ponerlo en un cartel y levantarlo. A ser posible, claro, con ahínco: un empeño muy fuerte que pone una persona en hacer una cosa. Pues ya estaría.

El ruedo de Las Ventas convertido en una Bombonera. El gentío aúlla. Estamos en ‘2502’. ‘Mira a la gente’ y aprende. ¿Quién pensaba en esto cuando empezó hace 25 años Second? Tan importante como disfrutar el momento es saber decir adiós, aprender a despedirse. Salir por la puerta grande del ‘Psicopático’ reconociendo tu ‘Nivel inexperto’. Con las dos orejas y el rabo, se entiende, si fuéramos taurinos, que no lo somos. Pero eso es lo de menos, porque estamos aquí y lo estamos viviendo. Estamos apretando el último de todos los momentos que reconocemos como nuestros desde que suena la primera nota y ahora se evaporan. Quién sabe si la distancia es velocidad por tiempo. Quién sabe nada.

Si he vuelto a la noche del sábado pasado es para decir cosas. Que Sean es la voz de la generación que yo comando. Y que Second tienen una elegancia y una corpulencia escénica fuera de todo tipo de crítica objetiva: es pura subjetividad. Que estar allí juntas 3.000 personas fue una bendición, el último gran regalo del grupo murciano, porque no hay sensación mejor, en este mundo fugaz de festivales de música rápida, que pagar tus 30 pavos para ver a tu grupo y ser parte de la congregación. Y cantar todos a la vez, y alzar el dedo todos a la vez.

Como bien dijo Sean: «Nunca pensábamos que íbamos a llegar a tantas personas. Estamos recibiendo muchos mensajes de lo que significa nuestra música para todos vosotros. Y viva Murcia, viva Madrid, viva toda España, viva el mundo. El regalo sois vosotros, ni la industria musical, ni los números, sino vosotros y todas las historias que nos habéis contado. Esto tiene que ser sobre todo una celebración».

El sonido fue bueno. El lugar, un poco estrecho. En cualquier caso, el mayor aforo vendido por Second en su carrera en Madrid. Una cosa que yo no comprendo pues, desde la primera vez que hablamos les llevo diciendo que tenían que llenar no ya pabellones, sino estadios. Ese hedonismo ampuloso, esa épica formidable, esa poesía apolínea como su cantante casi diríase que hercúleo de voz profundamente incomparable. La banda es un cañón, siempre lo ha sido, potente y delicada, con los redobles de Fran, los arpegios de Jorge, los chemtrails celestialmente evocadores de Nando. La corpulencia física y musical de David Lozano en la segunda guitarra y la ambientación de Ricardo Ruiz a las teclas.

Con el gentío escalando las espaldas del que tenían delante, brazos en alto, teléfonos siempre grabando, la velada sucumbió a cierto tipo de lirismo emotivo. ‘Flores imposibles’. ‘Nueva sensación’. El himno de esta casa que es ‘Sonará en todas partes’. Qué cosa es ‘El contorno de tus miedos’. La que se lía con los coros de ‘Muérdeme’ tiene poco que ver con el bocado de la muerte, pero todo con los dientes que te dejan marca en los brazos. ‘Teatro infinito’ es un secreto escondido, perfectamente interpretado con toda la delicadeza de la que solo es capaz un grupo que conoce su fortaleza.

El repertorio es pétreo como el corazón de quien no se rinda esta noche. ‘N.A.D.A.’, ‘Primera vez’. Un bis. ‘Más suerte’. La croqueta humana colina abajo que es ‘Rodamos’. Y luego, pues eso, después de todo lo vivido, sentarte donde solías escribir, en tu ‘Rincón exquisito’, y sencillamente ver Madrid arder, tus anocheceres arder, tus amaneceres humear. Todas las canciones que te trajeron esta este lugar, en última instancia, reventar.

Los conciertos de Second son ya un recuerdo eterno. Los postconciertos también. Las mañanas siguientes también. Pero el grupo murciano tuvo la despedida que merecía de la capital. Con todo el papel vendido y el público, su público, totalmente entregado a la causa. Estuvieron, como siempre, intensos, emocionantes, poéticos, con un repertorio consistente interpretado con entrega y pasión.

Por última vez disfrutamos de su directo de alto nivel, del que siempre he dicho que les tendría que haber llevado a llenar recinto más grandes. Second es un grupo por encima de la media que, por lo que sea, no ha terminado de reventar comercialmente pero que tiene, eso es así, una conexión profunda con su gente. Y ese es un éxito que está por encima de las cifras y del paso de los años. Esa es, a su manera, a nuestra jodida manera de buscar la verdad, una eternidad que perdurará a través de muchas otras vidas.

ENLACES RELACIONADOS

SIGUE A MERCADEO POP EN

Comparte
Tagged

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *