Oasis, Blur, Alanis Morissette, Bon Jovi, Van Halen, Héroes del Silencio... un amplio repaso a 30 discos de 1995 que cumplen 30 años en 2025.

30 discos de 1995 que cumplen 30 años en 2025

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Es que lo de los noventa fue muy fuerte. Me vais a perdonar, pero voy a pontificar: la mejor década de la música. Por aquí ya hemos hablado este último lustro de las mejores obras de 199119921993 y 1994 así que, nada, ahora toca hablar de 30 discos de 1995 que cumplen 30 años en 2025. Un año igualmente con obras incomparables que, en mi caso, me retrotrae a COU, a la selectividad, a los bajos de Argüelles, las correrías por Malasaña y tantas otras historias.

Todo el primer lustro de aquella década prodigiosa es excepcional mirado con la perspectiva del paso del tiempo. Pero: ¿y si hubiera sido este y no los anteriores el año definitivo y definitorio que nos definió y nos define desde entonces hasta hoy? Da igual en realidad, pero eso es justamente lo que vamos a explorar aquí desde ya escogiendo las tres decenas de discos de 1995 de los que me apetece hablar en este cambio de año. Frase hecha antes de empezar: no están todos los que son, pero son todos los que están.

OASIS: (WHAT’S THE STORY) MORNING GLORY

Perfectamente. Pero per-fec-ta-mente, recuerdo la primera vez que escuché ‘Wonderwall‘. Sentado en el suelo con las piernas cruzadas moviendo el dial manual de la radio FM. La rueda de la felicidad de entonces, a derecha y a izquierda en busca de la canción perfecta que no tenías a golpe de click, no. Tenías que buscarla y, en el mejor de los casos, cazarla en casete. Andaría buscando alguna otra, pero la pillé justo empezando y me detuve. Pensé: «vaya». Y sí, lo petó en el insti. Todo el mundo se volvió loco. La tocaba algún plasta en las fiestas, en los parques. Mientras tanto, los demás nos enrollábamos. Todo lo que vino después ya lo sabemos. Lo que está por venir lo vamos a descubrir.

HÉROES DEL SILENCIO: AVALANCHA

Claro que, si hubo un disco como banda sonora de nuestros años de instituto fue ‘Avalancha’, de Héroes del Silencio. Mucho más duro que los anteriores, provocó por supuesto división de opiniones. «Empezar porque sí y acabar no sé cuando» se convirtió en algo así como el grito de guerra de toda nuestra promoción. Hicimos selectividad en junio de 1996 y el premio fue ir todos juntos al concierto de presentación justo después en el Palacio de los Deportes de Madrid. Ese fue el auténtico viaje de fin de curso, no el de París: menuda excursión, por lo menos cincuenta personas desde Carabanchel hasta Goya en Metro. Lo dimos todo con toda la épica que requería el momento en aquella pista que era el mismísimo infierno. «Bienvenidos a la gira de la conciencia, bienvenidos a la Avalancha». Patada de Bunbury al globo terráqueo hinchable, fundido en negro y aquí estamos, casi tres décadas después.

VAN HALEN: BALANCE

Uno de mis discos favoritos de la vida (y en absoluto es uno de los más famosos de 1995). Sin ser el mejor de Eddie, supura un virtuosismo de pasmo. Visto desde el hoy, lo que más me acojona, aparte de lo que hace con la guitarra con ‘Aftershock’, es que hace treinta años de mi paseíllo hasta el Madrid Rock de Gran Vía con el dinerito que religiosamente había ido ahorrando a mis 16 añitos. Me estoy poniendo ahora la actuación promocional en el programa de David Letterman y me quedo embobado. Molaban todo los Van Hagar: aquel mismo año les pude ver en el Palacio de los Deportes, en su última visita a Madrid para siempre jamás y es uno de los recuerdos más desenfocadamente nítidos de mi adolescencia tardía.

BON JOVI: THESE DAYS

El pelo de Bon Jovi era motivo de debate en los bares. En los de los bajos de Argüelles por lo menos. ‘Keep the Faith’ caló hondo: nunca un cambio de look dibujó una línea tan roja en los de los ochenta, que eran los anteriores, y los de los noventa, que éramos nosotros. Lo que no sabíamos entonces es que este iba a ser el último disco verdaderamente bueno de Bon Jovi, el final de la etapa clásica. Echando la vista atrás sorprende mogollón que fuera solo su sexto disco de estudio, porque ya nos parecía que estaban ahí de toda la vida. ‘My guitar lies bleeding in my arms’ da sentido a todo lo demás, aunque ‘This ain’t a love song’ o la propia ‘These days’ nos molaban también todo. El rock mayúsculo de ‘Hey God’ reconciliaba a Jon y los suyos con su propio legado. Un LP que es casa.

ELASTICA: ELASTICA

Menudo debut desde el mismísimo epicentro de los años locos del britpop, pero sin ser específicamente britpop. Bastaba con se corriera la voz de que alguien había hecho una visita a Madrid Rock para que su pupitre se llenara de cintas vírgenes de casete con una predisposición de lo más lasciva a ser horadadas. Menudo pelotazo cuando sonaban en los garitos clásicos del momento como ‘Connection’, ‘Line up’ o ‘Stutter’. Resulta imposible adivinarlo en el momento, pero aquí estaba todo (bueno, hubo un segundo intento un lustro después, pero meh) lo que nos iban a dejar para la posteridad Justine Frischmann y los suyos. Que no era poco tampoco. Número 1 en el Reino Unido en un año en el que todo era tan bueno como parecía. ‘Smile’ sigue sonando de puta madre.

BLUR: THE GREAT ESCAPE

Justine fue novia de Damon Albarn. Uno de esos romances que ensalzan la leyenda de una época. Como este cuarto álbum de Blur, sonido de un momento muy determinado de tantas vidas. ‘Charmless man’, ‘The universal’, ‘Stereotypes’. Su confluencia con los Gallagher dinamitó todo lo anterior, a pesar de que lo copiaban con alegría y alboroto. ‘Country house’ fue el primer single del grupo en llegar a lo más alto de las listas británicas, imponiéndose a ‘Roll with it’ de Oasis. La batalla mediática, perfectamente orquestaba, estaba servida para beneficio de todos. Tan guiri, tan británico, que llegó al número uno en UK (y en Irlanda) pero no pasó del 150 en USA. Ahí estaba ya el brexit pero no lo sabíamos. Qué cosas.

PULP: DIFFERENT CLASS

Los de Jarvis Cocker llevaban ya más de una década en marcha cuando lanzaron su quinto trabajo, ‘Different class’, y se vieron ipso facto fagocitados por el movimiento britpop. La etiqueta del (como poco) millón de libras: quien la recibía ya podía darse por bendecido. Este LP ganó el Mercury Prize a mejor disco del año gracias a hits incontestables como ‘Common people’ o ‘Disco 2000’. Pero ellos, oriundos del Sheffield más industrial, eran elegantemente diferentes y decadentes. También más mayores y con otras influencias musicales, lo que automáticamente les convertía en atemporales. Por eso este disco es más libre y no suena específicamente a 1995, sino a lo que cada uno quiera. Haz la prueba.

ALANIS MORISETTE: JAGGED LITTLE PILL

Así de primeras, lo que más te flipaba era que Flea tocara el bajo y Dave Navarro la guitarra en ‘You oughta know’. Suficiente carta de presentación. Ciertamente, un señor temón. Luego ya terminabas de flipar del todo cuando, en pleno éxito de ‘Padres forzosos’, resulta que toda esta ira iba contra Dave Coulier (el actor que interpreta a Joey Gladstone). A partir de este single el disco creció hasta el infinito y más allá con himnos de perfecto pop guitarrero como ‘Ironic’ o ‘Hand in my pocket’. Nosotros lo escuchamos en bucle durante días infinitos. Nos prometimos que haríamos lo imposible por ver a Alanis en directo pero nunca lo hicimos, esa fue una de las muchas bifurcaciones del camino. La canadiense, que no se prodiga nada de nada por España, estará en el Mad Cool 2025. Ahí está, ahora sí, esperando, mi cita con mi propio destino.

DOVER: SISTER

Un par de años antes de que el diablo viniera a nosotros, literalmente nadie se enteró de que Dover publicaba su debut. Pero nadie, ni los más irreductibles de Radio 3. Como ahora, queridos niños, todo lo tenéis a un click de distancia, no le dais el valor que en su momento nosotros le dimos al hallazgo de este disco que bien podría haberse perdido para siempre en el abismo del olvido. Mas no. No fue ese su triste destino, lo cual es genial, porque aquí se suceden los pelotazos uno detrás de otro. Pim, pam, pum. ‘Anacrusa’. ‘El perro loco’. ‘La Turmis’. Llámalo grunge, llámalo rock alternativo, pero lo que consiguieron las hermanas Cristina y Amparo Llanos era tan improbable como inédito por estos lares. Pasaron de la nada más absoluta a llenar dos noches consecutivas el antiguo Palacio de los Deportes de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, a razón de 6.000 personas por velada. Eso tampoco os parece ya para tanto porque ahora cualquiera pelagatos llena con 15.000 el WiZink Center pero, creedme, entonces era lo puto más.

THE SMASHING PUMPKINS: MELLON COLLIE AND THE INFINITE SADNESS

Algo así como el Mozart to loco de los noventa. ¿Cómo no ver así al Billy Corgan de la década de los noventa si parió esta obra tan excesiva como descomunal? Venía ya avisando durante los dos discos anteriores y con el tercero lo clavó. En el momento perfecto, además, cuando todo el mundo estaba ávido de rock alternativo y nunca se sentía saciado. Uno de los grandes discos de 1995. Más, queremos mucho más. Pues toma, 28 canciones. ‘Tonight, tonight’, ‘Zero’, ‘Bullet with butterfly wings’ o ‘1979’ son clásicos del fin de siglo, vale. Pero no perdamos de vista, por favor, ‘Porcelina of the Vast Oceans’, ‘Thru the eyes of Rubi’ o ‘X.Y.U.’. No ha dejado Corgan de hacer buenas canciones, pero es que están son prácticamente todas extraordinarias. Dale a ‘Fuck you (and ode to no one)’ a todo volumen y después si eso me lo cuentas.

FOO FIGHTERS: FOO FIGHTERS

Uno de esos debuts que te vuelan la cabeza. Un año después del adiós de Kurt Cobain y el abrupto fin de Nirvana, resulta que el batería tenía talento. Vaya, vaya. De no creer, sinceramente. Pero le dabas al ‘play’ y menudo arranque con ‘This is a call’ y ‘I’ll stick around’. La furia del grunge latía con fuerza todavía y contra todo pronóstico. Dave Grohl resultó ser el auténtico ‘Big me’, con unos videoclips de lo más cachondos y unas canciones directas absolutamente energéticas con, además, buen gusto por la melodía. Un nuevo comienzo que, una vez superada la sorpresa inicial, instaló a Foo Fighters como banda fundamental del rock del nuevo milenio. Poco menos que el último bastión.

M CLAN: UN BUEN MOMENTO

Otro debut altamente recomendable, aunque apenas les sirvió a Carlos Tarque y compañía para echar a andar como la banda que todo el mundo debería escuchar pero apenas nadie conocía. Este sí es un disco de rock sureño bueno. M Clan retransmitiendo desde Murcia para todo el universo. Un disco prometedor pero demasiado puro para alcanzar una mínima comercialidad. ‘Se calienta’. ‘Un buen momento’. ‘Perdido en la ciudad’. ‘Donde el río hierve’. ‘No sabes hacerlo bien’. Cuesta entrar, pero cuando lo haces ya no quieres salir. Cuando refinaron su sonido y abrieron la ventana para que entrara algo de pop alcanzaron la fama instantánea porque tenían talento a raudales, pero ‘Un buen momento’ queda como un bonito recuerdo. Los Black Crowes de la huerta. Algo así decía la prensa de la época.

LOS RODRÍGUEZ: PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS

Tercer y último álbum de Los Rodríguez, grupo que duró un lustro y que dejó en la gente un socavón de lo más profundo. Seguramente por eso, porque dijeron hasta luego en el momento más inoportuno. Para entonces ya eran la sensación del pop rock español gracias a ‘Milonga del marinero y el capitán’, ‘Aquí no podemos hacerlo’, ‘Mucho mejor’ (con Coque Malla), ‘Para no olvidar’ o la favorita, ‘Todavía una canción de amor’ con música de Andrés Calamaro y letra de Joaquín Sabina. Quedaron en el imaginario colectivo como lo que pudo ser y no fue del todo, aunque estuvo muy bien lo que había llegado a ser. Después de todo, canciones vivas, no más.

BUENAS NOCHES ROSE: BUENAS NOCHES ROSE

Claro que, los que de verdad nos dejaron con las ganas de comprobar hasta donde podían llegar fueron Buenas Noches Rose. Banda del barrio madrileño de la Alameda de Osuna con Rubén Pozo y Alfa en sus filas y un cantante de lo más carismático que respondía al nombre de ‘Skywalker’. Destaca este debut entre los discos de 1995 porque llamó la atención de todos los que estaban en España con la antena sintonizada hacia el rock independiente, que no eran pocos por aquel entonces. Rollazo setentero con temas tan prometedores como ‘Los chicos del coro’, ‘Sentado en el barro’, ‘Hablando con las plantas’ o ‘La leyenda del lobo cantor’. Duraron un par de grabaciones más pero no llegaron al cambio de milenio, convirtiéndose en el enésimo recuerdo de una década que puede que mantengamos idealizada, no voy a negar eso, pero es que se hacían cosas interesantísimas. Pasado el tiempo, queda la pregunta que muy poquitos saben responder: ¿Quién cojones son Buenas Noches Rose?

GARBAGE: GARBAGE

Otro de esos grandes descubrimientos que provocan unanimidad en crítica y público. Nacieron con la etiqueta de ser la banda del productor de ‘Nevermind’, lo cual no es poca cosa, pero rápidamente fue la vocalista Shirley Manson la que acaparó toda la atención. Ciertamente innovadores en su momento, supieron dar con un sonido contemporáneo pero vanguardista en temas como ‘Queer’, ‘Only happy when it rains’, ‘Vow’ o ‘Stupid girl’. La verdad es que todo el LP es una delicia de pop rock alternativo noventero. Un de esos primeros discos que ya todo el mundo sabe que no se van a empatar pero, bueno, qué más da, disfrutemos el momento. Si ibas por ahí diciendo que Garbage molaban más que todos los demás, eras en apariencia el más sofisticado de todos tus colegas.

RADIOHEAD: THE BENDS

Como este disco tardaba en caer cerca de nuestro círculo para poder suplicarle a alguien que me lo grabara (práctica habitual esta incluso con desconocidos recién presentados), tiré de servicios públicos. Vamos, que me recorrí un par de bibliotecas hasta que di con el CD en la de Rafael Finat. En una primera escucha no se parecía mucho a ‘Creep’, que es lo que más nos molaba, pero qué bien entraban de primeras ‘High and dry’, ‘My iron lung’, ‘Black star’ o ‘Street spirit (fade out)’. Todas, si me apuras, para qué andar enumerando. Yo les veía cierto rollito U2, que por aquel entonces eran dioses absolutos y llevaban demasiados meses callados. ‘The Bends’ resultó ser un álbum de lo más convencional en la carrera de Radiohead, pero eso no lo podíamos saber entonces. Lo sabemos ahora, y tampoco cambia las cosas: un trabajo de adorable intensidad emocional.

NEIL YOUNG (& PEARL JAM): MIRROR BALL

Hay pocos tipos tan rectos como mi amigo Vicen, pero llevo treinta años chinchándole con este disco. Más que nada porque una tarde tonta (de nuevo) en el Madrid Rock de Gran Vía resultó que este CD tenía el plástico medio quitado y no pudo reprimirse. Terminó la faena, se armo de valor para el mal y se lo agenció sin mirar atrás. Ni que decir tiene que lo quemamos (figuradamente) esa misma tarde. El crimen perfecto. Ahí estaba Neil Young, que molaba, pero es que la banda que tocaba con él era Pearl Jam, que nos flipaba (y nos flipa). El resultado es una suerte de grunge setentero que sigue sonando como un tiro en ‘Song X’, ‘I’m the ocean’, ‘Downtown’, ‘Peace and love’ o la preferida por aquí, ‘Throw your hatred down’. Merecía la pena jugársela, no había más remedio que hacerlo, así que se hizo y se gozó de lo lindo.

ECHOBELLY: ON

Echobelly es la definición de clase media. No acaparaban grandes titulares en la prensa, tampoco es que congregaran multitudes, pero supieron con sus canciones hacerse un hueco y vivir estupendamente de lo suyo. Con ‘On’ se colaron entre los discos reivindicables de 1995, que consiguieron colocar nada menos que en el cuarto puesto en la lista de ventas del Reino Unido. Su pop guitarrero de melodías certeras irradia luz en composiciones como ‘Car fiction’, ‘King of the Kerb’ o, sobre todas las demás, ‘Great things’. Igual no es una banda que regrese recurrentemente a tu cabeza pero, si hace tiempo que no les haces una visita, date el gustazo y regresa. Siguen siendo infalibles, te lo aseguro.

SKID ROW: SUBHUMAN RACE

Este tercer disco de Skid Row tuvo el problema de tener que igualar el éxito de los dos primeros. No lo logró, vale. Pero fue el que cayó en mis manos por Víctor, un colega del barrio que conocimos en un campamento y ahora nos pita cuando nos ve desde su bus de la EMT. Potentorro en plan tocho, la voz de Sebastian Bach es una locura. ‘My enemy’ es metal de muchas toneladas, igual que ‘Beat yourself blind’. No faltan las baladas heavies de manual como ‘Eileen’ o, principalmente, ‘Breakin’ down’. El hard rock y el heavy metal como géneros líderes de tendencias era ya cosa del pasado a mitad de los noventa, pero este álbum, que fue un fracaso comercial, lucha con firmeza por encontrar su sitio. Skid Row fueron teloneros de Van Halen en aquella gira, de manera que todo queda en casa.

EXTREMODURO: PEDRÁ

Yo soy de los que opina que Robe está haciendo sus mejores discos ahora, en un caso rarísimo de rockero que mejora con los años. También puede ser que el rollo marginal de Extremoduro nunca fue del todo lo mío, pero es innegable el poder transgresivo de toda su primera etapa antes del primer estallido comercial de ‘Agila’ en 1996. El año anterior nos entregaba Iniesta una de sus obras más peculiares, que en realidad era un proyecto personal y experimental grabado en 1993 pero que nadie quería publicar. DRO accedió, con la condición de que fuera firmado por Extremoduro, aunque la verdad es que tanto el álbum como el proyecto en sí deberían haberse llamado ‘Pedrá’: una única canción de 29 minutos y medio en la que está todo lo que define a Extremoduro. Una perfecta anomalía que te abre la cabeza al golpearte sin avisar el occipital.

FAITH NO MORE: KING FOR A DAY… FOOL FOR A LIFETIME

En el rock alternativo cabía todo. Todo menos Faith No More, que con este disco trituran los géneros para hacer algo inclasificable. Tanto que, efectivamente, lo mejor es resumirlo con rock alternativo. El pelotazo en toda la cara es ‘Digging the grave’. Escucho ‘The gentle art of making enemies’ y pienso en lo copiones que son System of a Down. ‘Caralho Voador’ es bossa nova. ‘Star A.D.’ destaca por la sección de metales totalmente cinematográfica de puro funk, casi diríase una big band. Una contienda de sutileza y caña que ya directamente delira en los aullidos de Mike Patton en ‘Cuckoo for Caca’. No es uno de los discos más fáciles de 1995, pero sí uno de los más comercialmente locos.

RED HOT CHILI PEPPERS: ONE HOT MINUTE

Encuentro cierta tragedia griega en los discos que son abandonados por sus propios autores nada más terminar la correspondiente gira de presentación. Eso es exactamente lo que le pasó a ‘One hot minute’, un álbum que es algo así como la República de Weimar, el período de entreguerras para Red Hot Chili Peppers entre la I Guerra Mundial que fue ‘Blood Sugar Sex Magik’ y la II Guerra Mundial de ‘Californication’. Un LP traumático, como sin acabar, con Dave Navarro sufriendo y entre todos incapaces de sacar alguna canción medio normal. La obertura con ‘Warped’ promete, pero es humo. ‘Aeroplane’ es tan infantil que pide a gritos el coro de niños. La banda no ha vuelto a tocar estas canciones en vivo y esa es la prueba del algodón definitiva. No obstante lo cual, la mañana del 31 de diciembre de 2024 me lo puse conduciendo por carreteras secundarias de la sierra madrileña entre Villanueva de la Cañada y Collado Villalba y fue agradable. Algunas las salté, pero fue agradable.

AC/DC: BALLBREAKER

Lo mismo que el caso anterior de las guindillas picantes. Con AC/DC nunca se sabe, pero este sí que resultó ser de verdad el remate final a la época buena, que en realidad ya había acabado en 1982, pero que resurgió con ‘The razor’s edge’ en 1990. Nada, que no había más que rascar, pero como para comprarme este CD ahorre cada peseta una a una y cuando las tuve me di el viaje hasta la susodicha tienda de la Gran Vía, le tengo un cariño superlativo. No es un mal disco en absoluto, o eso me dice mi subconsciente después de haber invertido en él pues, no sé, 2.000 pelas de las de entonces o las que fueran. Había buena mierda, que sí, pero para nada histórica. Tampoco han vuelto a tocar nada de esto jamás, pero no eran cosa menor ‘The furor’, ‘Burnin’ alive’ o ‘Whiskey on the rocks’. Si aspiras a la vida eterna, conviértete en un monolito duro como una roca. Aquellos tres conciertos en Las Ventas en el verano del 96 presentando ‘Ballbreaker’ me los perdí, no había lana para tanta gata. Y me sigue rompiendo las pelotas.

MANOLO KABEZABOLO: YA HERA ORA

No ha habido otro boca-oreja igual en los últimos treinta años, que no os vendan motos averiadas. La primera vez que escuchamos a Manolo Kabezabolo no pudimos dar crédito. Seguimos sin darlo. Nunca lo daremos. Un anti-tuno-punk absolutamente contra todo. Himnos improbables de la talla de ‘Militares subnormales’, ‘El aborto de la gallina’, ‘Un papel morao’, ‘Póngame un DYC’, ‘Viva yo y mi kaballo’, ‘Democrazia basura’. Realmente podría seguir, porque las cantamos todas en noches loquísimas que mira que yo lo cuento todo por aquí, pero esto mejor que no. Cuando los punkis nos vamos de marcha, no te enamores, tonta de laba. El imperdible que llevo en la chupa es el recuerdo de algún follón.

THUNDER: BEHIND CLOSED DOORS

No creo que fuéramos más de trescientos los que escuchábamos a Thunder en Madrid entre toda la maraña impenetrable de discos buenos de 1995. No lo digo por decir. Fuimos a verles a La Sala de Carabanchel, a doscientos metros de donde vivo ahora y a medio kilómetro de donde vivía entonces, y eramos exactamente esos. Nada pudo importarme menos (una década después llenaron la Sala Arena, ¿vale? Igualmente poco para ellos). ‘Behind closed doors’, menudo pepino, queridos niños. Esta banda británica llegó tarde a todo menos a mí. ¿Os parece poco para estar aquí? No está de moda lo que hacen, pero nadie lo hace como ellos. Ese rollito Free y Bad Company, solo que Danny Bowes, ahora retirado por problemas severos de salud, canta mejor que Paul Rodgers. De aquí a la luna and back. Danny Bowes, el único cantante que me ha mandado callar en un concierto. No por hablar, no, por cantar de más. Paloma os lo cuenta cuando queráis, esa historia os va a gustar.

REEF: REPLENISH

No iré yo de underground a estas alturas de la película, pues ya pasó el descanso para visitar el bar a por palomitas (que se sigue haciendo en algunos cines de verano). Pero el ‘Replenish’ de Reef ya me extrañaría que lo tuviérais en vena como yo. Enésimo paseíllo, y ya van unos cuantos, a nuestra tienda de refencia con cuatro perras ahorradas. Pues ya está. Supongo que lo escucharía en la radio y sentí cosquillitas ahí abajo: ¿cuanto tengo en la hucha? Me renta. Me lo compro. Ese impulso mola. Y el placer de cumplirlo mola más todavía. ‘Naked’ es mi enésima canción favorita de la vida. Buah, si solo fuera esa. Este LP me abrasa el alma.

ALICE IN CHAINS: ALICE IN CHAINS

Raúl me destruyó este CD. Nadie sabe cómo. De manera que me tuvo que comprar otro porque, creedme, no le rompas un CD a Mercadeo Pop antes de Mercadeo Pop. Se me filtró el accidente y él está bien y yo también. Pero el CD que tengo no es el que compré. Pobre. Puro grunge. El más profundo grunge. Alice in Chains siempre se tomaron muy en serio todo y lo llevaron a lo más hondo. Lane Stanley sin duda demasiado. La densidad hecha canción. La espiral que te atrapa. El grunge solo centrifugó el heavy metal primigenio de los primeros setenta y le otorgo una nueva entidad melódica cimentada en la angustia. Y las camisas de cuadros, eso también. Tengo muchas. Supongo que será por algo. Y os recuerdo que el CD que le di a Raúl no es el que mantengo en mi poder, lo cual es mogollón de gracioso porque sé cómo ponerle colorado treinta años después.

RANCID: …AND OUT COME THE WOLVES

Los pogos nos harán libres aunque ahora duelen de la hostia. Crees que no, pero fácil diez días te tiras tosiendo y agarrándote el costado. Ojalá pudiera pintarte El Greco semejante gesto. ‘Time Bomb’ es el ska punk definitivo. Un reloj en tu contra, como yo ahora mismo a las 20:10 del 31 de diciembre de 2024 sorbiendo vino. Os voy a contar los treinta discos de 1995 por encima de mi cadáver. Siempre voy tarde pero esperad (…) este intervalo han sido 28 segundos de ska en la cocina. Vuelvo. Me falta vino. Ya tengo. Y vendrán los lobos. Menuda camada toda aquella. El punk de mediados de los noventa no es el más genuino, pero nos entró de lo lindo. Los putos Rancid, acho.

SUPERGRASS: I SHOULD COCO

El caso es que molaban un montón. Con sus patillas esas y sus caras un poco simias. Bueno, son guiris. El disco era mogollón de adictivo. ‘Alright’ y todo lo demás. La música que debe sonar en la tumba de la reina Isabel II. Me cuadra. Fue fugaz como en realidad todo lo que nos pasó con los discos de 1995 en particular y durante los noventa en general. Desayunan, comen y cenan fish & chips. Solo así les salen discos tan perfectos y que suenen tantísimo al jodido imperio británico de los cojones. Lo que más me jode es que han intentado volver para sacarnos las perras. Bueno, a ver. Pues si te apetece, saca los billetes. ‘Caught by the fuzz’, constato ahora mismo, después de tanto tiempo, contiene el sempiterno espíritu punk que anida en todas las miserias sempiternas de cualquier inglés que se precie.

NO DOUBT: TRAGIC KINGDOM

Lo gracioso es que aquí había otro disco, pero Beatriz Viloria me ha avisado de un error fatal. Un epic fail. Así que nada, Joder, el mundo trágico, sin duda, caramba. Discazo. Cuando veáis esto será ya 2025, habrán pasado oficialmente treinta años, pero ahora mismo son las 23:33 del 31 de diciembre de 2024 y estoy en la cocina finiquitando este rollo interminable para todos los que habéis llegado aquí. Me gritan desde el salón robotitos pelagambas. Esto está escrito en tiempo real. Solo sé hacerlo así. Suena ‘These Days’: por aquellos días y por estos. Llegué. No hables.

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