The Cult (2019) La Riviera. Madrid

Crónicas
The Cult en Madrid. Foto: Ricardo Rubio

Del culto venimos

Podría buscar las veces que he visto a The Cult en La Riviera pero paso. Juraría que esta es la tercera. Una fue un domingo de 2006 con una resaca que ahora me impediría llegar hasta allí. Otra la gira de resacón del Love en 2009. Vale, lo he buscado y acabo de encontrar otra, en 2012, nada menos que con Gun de teloneros. Estoy tan viejo que se me pira ya. De manera que esta noche hemos tenido el cuarto ‘encontronazo’ en el ihnóspito lugar de la palmera errante. Hubo otra en el Download en 2017. Joder, es que me gustan mucho los putos Cult.

Por eso justo este miércoles me enfundé mi camiseta desteñidísima, objeto de mofas que destilan envidia. Porque la mía es del disco ‘Beyond good and evil’ de 2001 y venía con el CD que adquirí con mis ahorros en Madrid Rock. Esta última frase extremadamente pureta es la línea roja que trazo con cualquiera de vosotros: Yo ahorraba para comprar música e incluso me trasladaba en suburbano hasta el puto centro de la ciudad desde mi atalaya carabanchelero.

Por eso, justo por eso, es trascendental quedar un 21 de agosto de 2019 con The Cult en la dichosa Riviera. Porque somos la resistencia frente al cambio. Somos la coherencia frente a la incongruencia. La doble línea continua contra la discontinua que cualquiera se cree capaz de cruzar. No. Con The Cult trazamos una jodida línea roja. Detenemos al tiempo en un riff de guitarra perfectamente trazado por Billy Duffy. O estás de un lado o de otro.

Escribí en algún momento este agosto por ahí por redes algo pidiendo a los madrileños de vacaciones que no regresaran a Madrid. Bien, insisto: Que no, que os jodan. Este miércoles nuestra gente estaba claramente uniformada y congregada en torno al culto acabando con las existencias de los bares colindantes. Porque el culto es una celebración. Y la ilusión que yo personalmente siento al ver a toda esa panda de cabrones y cabronas apurando sus cervezas todavía no la sé convertir en palabras. Es una forma de beberse la vida intuyendo al fondo al menos una canción enorme.


Y como ya sabemos que acudimos al Sonic Temple todo lo que se diga parecerá pura pose. Porque ‘Sun king’ es un arranque loquísimo, casi stoner hoy en día, no sé, me lo parece. ‘New York City’ es bastante banal pero engrasa, como ‘Automatic blues’. Y entonces das el intermitente a diestra y te das de bruces con ‘Sweet soul sister’: Ritmo trotón y musculoso (este es un tributo a Rafa, él ya sabe), estribillo como para descarrillar y Billy Duffy con esas poses en las que claramente la guitarra es su polla. Qué hijo puta.

Hablemos de Billy Duffy. Bien. A ver. Es la portada del Sonic Temple. Icono absoluto del hard rock. Todos somos Billy Duffy cada noche en un bar o cada mañana haciendo el desayuno. Todos merecemos ser Billy Duffy al menos por un ratillo en la vida. Admito que le observo fascinado, toca como si estuviera contando que no le va mal en el curro, que tal y que cual. Ver a este notas es una polución de verano que se acerca al porno cuando encuadras en el mismo plano a Ian Astbury pandereta en mano a su lado.

Ian está sobrado. Siempre lo ha estado en realidad, solo que su forma de cantar de un tiempo a esta parte es como a borbotones. Como una herida que te sangra en la boca y brota. Canta así. No lineal, por impulsos. Un poco cabrero si queremos hacer la chanza, pero como te llame al orden te cagas encima porque retumba de la hostia. Eso hace en ‘Soul asylum’, en la que Billy se luce como un urogallo por enésima vez. Pero es que luego el despelote de ‘Edie’ y ‘Fire woman’ es como para que te pongan pañales.




Estoy exagerando, claro. O sea, sí, ¿no? No es que no sea objetivo, es que voy a los concis que me agarran las pelotas. Sí que hay que comentar que esta noche hemos vuelto a La Riviera añeja, aquella en la que no te podías mover por los lados por el exceso de aforo. Parecía esto superado, pero se ve que con los Cult pues hemos retrocedido en el tiempo en materia de seguridad. Desconozco si es por el nuevo ayuntamiento, pero también digo, como siempre, que más no es siempre mejor. Hoy cabíamos, bien, pero ya era un poco coñazo moverse hasta el baño, joder, casi como en los noventa. Desde aquí y desde el conocimiento: que el nuevo consistorio no rebaje la seguridad de estas movidas, pues me confirman que el aforo de La Riviera ha vuelto a subir de 1.800 a 2.400. No son los 3.000 de lustros atrás, pero ya es más que suficiente.

Me da mazo lástima que a la peña le venga la bajona con ‘Rise’ y ‘American Gothic’, pues ambas dos son dos catedrales del disco que llevo literalmente en mi pecho, reitero: ‘Beyond good and evil’. ¿Y os dedicáis a pasar del tema? Los tenéis como el peor de los tetris soviéticos. Claro, que fácil es venirse arriba con ‘Spiritwalker’… bueno, es normal, Es que esa etapa post punk gótica nos mola mucho a los fans de U2, pues vemos en Billy Duffy a un The Edge hardrockero. Yo veo eso. Me lo discuten en pleno concierto y llamo a seguridad. No es opinión, es información.

‘The Phoenix’ no me va mucho y me pilla pillando un par de cervezas de las grandes, pero ‘She sells sanctuary’ es de cerrar el boquino como diría Bono. Tengo serios problemas con la elección del bis porque ‘Electric’ me la pela bastante, así que bueno, ‘Wild flower’ es guay. Guay que te cagas porque, eh, la clavan y Billy hace otro solo loquísimo. Pero la que mola es ‘Rain’: No sabíamos que diluviaba fuera al mismo tiempo que dentro. Hay que conceder al gentío alguna licencia poética. Lo cachondo es que no nos lo conceden nuestros pequeños, que nos escriben asustados por si nos estamos mojando, como si eso nos importara una mierda.

‘Rain’ es la Notre Dame que nunca arderá y que nunca podréis vampirizar en vuestra asquerosa frivolidad de turistas de mierda. A ‘Rain’ no la podéis hacer fotos para joderla. Pero qué coño váis a saber si usáis Instagram para pedir ayuda mientras la gente de bien, la gente fetén, está sudando a The Cult. ‘Love removal machine’ es un sí. Ante la duda un sí. Ante el rock no hay duda. Siempre fue sí. Ian Astbury y Billy Duffy como que se han abrazado, ¿no? Asi ha sido y, más allá de cómo se lleven, han hecho remarcable este mes de agosto en la ciudad, ya de por sí remarcable al estar todos los paletos fuera de Madrid. Joder, qué ganas tenía de escribir esto.


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