El festival Starlite, con más de una década de ediciones en Marbella, desembarca estas navidades en la capital con Rod Stewart en el IFEMA de Madrid, donde en menos de dos semanas montaron el tercer auditorio más grande de la capital con un aforo de 7.000 personas. Se presentan como un festival-boutique, y bajo esta denominación pretenden ofrecer al asistente una experiencia que vaya más allá de la meramente musical, aunque el entorno sea muy diferente al malagueño.
La entrada y los aledaños son todo un parque temático dedicado a la navidad, con todos los detalles que te puedas imaginar, en tamaño gigante e iluminación más que generosa. Grupos de entretenimiento no dejaban de recorrer los espacios y no pocas veces nos cruzamos con la fundadora acompañando a sus invitados. En definitiva, muchísimo presupuesto y tiempo dedicado a acompañar el concierto con actividades y espacios que amplíen la vivencia.
En su publicación de sociedad de referencia podrán curiosear al famoseo presente, porque nosotros nos centraremos solamente en cierto escocés que pasaba por ahí: Roderick David Stewart. El caballero de la Orden del Imperio Británico trajo consigo el show y repertorio que ofreció durante dos semanas del pasado noviembre en el Caesars Palace de Las Vegas, trufado de clásicos, pero también con alguna perla no tan habitual.
Crónica relacionada
Con diez músicos sobre el escenario, Rod irrumpe bailando seguido de las chicas de la banda. Un comienzo rockero, con mucha conga, y un insospechado buen sonido que terminó de pulirse en ‘Love Train’. Al contrario que nuestro Sabina, la voz del británico ya venía rasposa de serie, y su aguardentoso timbre permanece y llega, aún con su potencia vocal claramente mermada.
El outfit fue bien variado entre trajes de cebra, lentejuelas doradas y negras o estampados de leopardo, gran metáfora de la carrera de un cantante que, aunque tuvo que reinventarse en numerosas ocasiones, nunca dejó de ser un animal de escenario. Desde sus inicios folk, a su paso por la banda de Jeff Beck, por The Faces y sus primeros éxitos en solitario, con rotundos singles durante varias décadas, hasta su enésima transformación en crooner canallita con los 5 volúmenes de ‘The Great American Songbook’.
El primer estribillo compartido con el público vino de la mano de ‘It’s a Heartache’, y el primer momento celta -una de las marcas del Stewart más setentero- con deliciosos violines y estupenda coreografía en un interludio de ‘Forever Young’ en el que el cantante abandona el escenario para descansar. Con 78 años y a menos de un mes para la siguiente vuelta al sol, el artista muestra energía pero necesitó varios intervalos de pausa. Estos recesos fueron muy bien empleados por el resto de la formación con auténticos temazos como ‘I’m So Excited’ de The Pointer Sisters o ‘Lady Marmalade’ donde el trío femenino de cantantes se luce con espléndida suficiencia. Por ello les perdonamos el momento tap fake.
Sesión de soft rock
Desde hace unos años Rod ha recuperado una versión que grabó hace más de 50 años, un ‘I’d Rather Go Blind’ en el que hizo brotar alguna que otra lágrima en una intervención memorable con apoteósicos solos de guitarra y saxo que dedicó a Christine McVie. También mencionó a Tina Turner en ‘It Takes Two’, antes de arrancar con un trío imbatible de hits: ‘Da Ya Think I’m Sexy?’, ‘Stay With Me’ y un divertido ‘Sailing’ para el que se pusieron gorras de capitán de barco.
El sonido en general fue soft rock, con guitarras mate y percusiones mitigadas. Siendo esta configuración la buscada por su equipo para hacer énfasis en los arreglos y dejar que la patentada voz ronca de uno de los mejores cantantes de la historia haga el resto.
Aprovechando que se acercan fechas tan entrañables, la guinda final con efectos navideños en las proyecciones –todas las pantallas HD de verdad– fue ‘Have Yourself a Merry Little Christmas’. En una versión con muchísimo swing con la que deseó felices fiestas a la concurrencia antes de, “God bless you Madrid”, retirarse a sus aposentos.
Profesionalidad y humildad
Hay muchas maneras de mostrarse seguidor de Rod Stewart: llevar camisetas del Celtic de Glasgow, sombreros con el típico estampado de cuadros escocés o bufandas de Wolfie’s Whisky, el brebaje creador por nuestro protagonista de hoy. Nos rendimos ante su profesionalidad y su humildad, constatada en algo tan simple como que sus coristas no tenían el micrófono ridículamente bajo en comparación con el suyo. Algo que no suelen soportar muchos egos del rock.
Aquí no terminó todo, en Starlite Christmas siempre hay un after party de lujo y disfrutamos durante unas horas más de DJ Nano con su mítico Oro Viejo. Un espectáculo donde bailamos inmersos en su noventerismo nostálgico con sus homenajes a Valencia y sus arengas a la fiesta en un ambiente repleto de cenas de empresa.
Hace apenas tres semanas Rod Stewart estaba en Las Vegas, la presunta ciudad más brillante del planeta. Ayer el pabellón 12 de IFEMA se convirtió un poco en la ciudad americana de los sueños y los neones, con toda la pompa y el fulgor. Donde miles de personas trasnocharon como si ‘what happens in Starlite stays in Starlite’ y el autoproclamado mejor festival boutique del mundo consiguió mejorar nuestras expectativas.