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Ten de Pearl Jam: clásico antes de cobrar conciencia de sí mismo

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Pearl Jam dieron su primer concierto antes de llamarse Pearl Jam en octubre de 1990, diez meses antes de convertirse instantáneamente en clásicos con ‘Ten’, su primer disco, el 27 de agosto de 1991. Hablamos de una banda que, por tanto, ya era clásica antes de ser considerada unánimemente clásica. Antes de existir bajo el nombre por todos conocido. Antes de cobrar conciencia de sí misma.

Todas las bandas empiezan sin saber lo que podrán llegar a ser, sin saber si serán algo más que una pérdida de tiempo y dinero. Pero en este caso, como tratando de burlar su propio destino, su primera actuación la hicieron con el nombre de Mookie Blaylock el 22 de octubre de 1990 en el club Off Ramp de Seattle.

Habían transcurrido tan solo nueve días desde que Eddie Vedder se había dejado caer por Seattle y ya estaban tocando. El cantante se había mudado para ver qué pasaba con esa gente -anteriormente conocida como Mother Love Bone, grupo de trágico final por la muerte del vocalista Andrew Wood- a cuyas maquetas había puesto letras de rebote a través de Jack Irons de los Red Hot Chili Peppers.

Las probabilidades de algo salga mal siempre son mayores, pero a veces algo sale bien. Por eso, el Eddie Vedder gasolinero se marcó un ‘all in’ que resultó ser ganador. Normal la apuesta, pues en aquel concierto estaba ya el grueso de lo que terminaría siendo ‘Ten’: la explosión grunge de toda una generación que ronda los 20 millones de copias vendidas.

¿Hemos dicho grunge? Palabra prohibida para ‘Ten’, pues en realidad está impregnado de un clasicismo robusto que recorre todo el rock desde los setenta hasta su publicación. Pero había que decir grunge y se dijo. ¡Dilo! Eddie Vedder lo dijo y fue como cuando se rompe la presa Hoover en Superman 1. Un despiporre, vaya.

‘Ten’ fue el primer vinilo que me compré con mi propio dinero (bueno, la paga aún), en el Madrid Rock de Gran Vía. Se celebraba el sesenta cumpleaños de mi padre aquel día a finales de 1991 y, ahora, mientras reviento la casa escuchando ‘Even flow’, planeamos cómo y dónde celebrar sus noventa y tres. Las matemáticas no admiten discusión alguna: 93 – 60 = Ten 33. Seguimos alive (yo tengo ya 45, entonces tenía… doce).

‘Alive’, acho. Es verdad que nos cansamos de escuchar canciones, pero ‘Alive’ mantiene su vigor y esplendor, seguramente porque fue registrada tal cual estaba en la maqueta. Pero esa es la tercera, antes está ‘Once’, que abre un disco básicamente existencialista. ¿Acaso es otra cosa el grunge aunque Pearl Jam no sean sonoramente grunge?

Es un disco existencialista que nace en buena parte de la frustración de unos músicos aún muy jóvenes que perdieron a su primer cantante por sobredosis cuando ya tocaban el éxito. Esa nudo gordiano lo resolvió un gasolinero abandonado por su padre con todos los problemas familiares inherentes. ¿Qué será de nosotros mañana si venimos de todo esto? Eso es Ten.

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Suena ‘Even flow’, dadme un respirito, que voy a gritar ‘yeah!’ y escuchar esa parte instrumental tan setentera. Vaya disparate de canción, arrolladora, y que sigue ahí a pesar de que de esta sí que tuvieron que hacer medio centear de tomas porque no la cuadraban. Si la mandanga es buena, acaba subiendo, qué os voy a contar.

‘Why go’ habla con fiereza de problemas familiares y sirve de contrapunto perfecto a ‘Black’, una de esas al nivel de ‘One’ de U2. Andaban componiendo ambas obras magnas a la vez, pardiez, pues el ‘Achtung baby‘ llegó apenas tres meses después. Lo que entonces nadie vio venir es la brasa de Javier Bardem en conciertos de Pearl Jam y U2, pero bueno, supongamos que son daños colaterales.

‘Jeremy’ es, de largo, lo mejor y más gallardo de ‘Ten’. Cuando escuchas este himno sientes lo mismo que al admirar el David de Miguel Ángel. Esos ojos en blanco de Eddie Vedder representan a toda una generación (y no diremos nada de la pilila de la egregia estatua).

Por su parte, ‘Oceans’ es la inseguridad cuando comes techo, mientras que ‘Porch’ es la afiliación punk que irían desarrollando Pearl Jam en discos sucesivos. ‘Garden’ es totalmente Led Zeppelin o, quizás, solo Jimmy Page, pero igualmente evocador. ‘Deep’ es psicodelia rabiosa y la noche profunda frente al día liberador de ‘Release’.

Me he cepillado aposta la cara-b en un párrafo como ejercicio de estilo. Porque decae y adrede. Con la intención de causar un determinado efecto y no por descuido o sin intención. Sino porque ‘Release’ me parece capítulo aparte. ¿Sabes cuando estamos de concierto sudando, apretados, casi cansados y de repente corre sobre nosotros una ráfaga de aire? Eso es ‘Release’: paz después de la tormenta.

Un arpegio sencillito de guitarra, un mantra vocal, una base rítmica que tanto te abraza como te despide. Lo que cada cual quiera. Me sigue pareciendo que ‘Release’ es de lo mejor de Pearl Jam, seguramente por su espíritu liberador. Porque hay un grito que emerge ahí que te apela, que te libera. Efectivamente. No hay engaño.

‘Ten’ un clásico del rock que vivimos en su justo momento. Lo vivimos mientras pasaba y por eso es nuestro. Otros sienten lo mismo de las décadas anteriores, pero no somos nosotros. Cuando ibas a los bares pedías Pearl Jam y te lo ponían y te marcabas un pogo modestito en los bajos de Moncloa, acá en Madrid. Esa es nuestra cosa, porque eso era así. Nos dio noches de gloria pero, por encima de todo, algo que no muere: identidad. ‘Ten’ es el Skynet de los discos de rock y cuando cobró conciencia de sí mismo nos mató. Pero vivimos para contarlo.

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