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Queens of the Stone Age dan el bolaco del Mad Cool 2023

Crónicas

Es altamente probable que Queens of the Stone Age hayan dado en la jornada del viernes el bolaco del Mad Cool 2023. Si no lo afirmo tajantemente es porque queda todo un sábado por delante, pero vamos, off the record os digo que sí. Que sea el bolaco, en un momento dado, tampoco significa necesariamente que objetivamente sea el mejor. Pero sí significa exactamente eso: el bolaco. Así va a quedar en mi cabeza para los restos: aquella vez que salió Josh Homme y se pasó el Mad Cool de Marconi en cero coma. Una cosa muy seria, un concierto superior, una apisonadora de rock mayúsculo, corpulento, iracundo, impetuoso y ya dejo de encadenar calificativos porque queda claro. Venga, alguno más: sólido, airado, colérico, furibundo, fogoso.

Rock, en definitiva, duro y fuerte. Contundente desde la propia presencia escénica de un Josh Homme carismático sin necesidad de hacer nada más que plantarse ahí con su guitarra enchufada. Puro nervio y firmeza durante los ochenta minutos que arrancan al trote con el lololo generalizado de ‘No one knows’. Lo que viene siendo arrancar en quinta y el motor al borde de la rotura a 8.000 revoluciones. Rodeos los justos. ‘My God is the sun’: los vasos vuelan. ‘The way you used to do’: los cuerpos se aprietan felizmente despreocupados ajenos a las mínimas cautelas del raciocinio.

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Del reciente nuevo disco caen ‘Carnavoyeur’, ese ‘Paper machete’ de ecos udoseros (que sí), ‘Emotional sickness’ o ‘Straight jacket fitting’. Nuevas composiciones melodiosamente encajadas entre ‘The evil has landed’ o esa pequeña delicia que es ‘Make it Wit Chu’ que ancadenan al final con un guiño al ‘Miss you’ de los Rolling Stones. El concierto empezó con la intensidad bien alta y sorprendentemente no ha hecho más que subir y subir y más que lo va a hacer en el tramo final para profundo y puro gozo de todos.

Josh Homme mira a la multitud como quien mira a las palomas comer el pan que alguien les tira. Ese tipo de superioridad en plan ‘si quisiera os destruía, ratas del aire’, pero con un poco más de amor, pues en realidad eso también lo transmite el líder de esta banda sin fisura alguna. Claro que es el público, en su jubiloso delirio es el que suplica: «Destrúyenos». Pues así sea con ‘Go with the flow’ y, como hay tiempo para una más, para la devastación ruidista definitiva que se monta con ‘A song for the dead’. El apocalipsis llegó, vio y venció. Queens of the Stone Age, últimos de una estirpe de bandas de rock del siglo XX en las que confiar en el XXI.

TODAS LAS FOTOS SON DE RICARDO RUBIO.
Mumford & Sons

«Bueno, pues ya está, ya se acabó el Mad Cool por este año. Vámonos, ¿no?» Frase basada en hechos reales. Es que cuando termina un recital tan concluyente como este tiene poco sentido en realidad ir al siguiente, pero como en un festival pocas cosas tienen sentido, seguimos. Con no pocas dudas nos encaminamos a Mumford & Sons pensando que es un grupo ya un poco agotado, pero resulta que el escenario principal está a reventar. Mucha gente en plan picnic cenando aprovechando el rollito folk campestre, pero muchísima más dándolo todo. En su mayoría guiri, igual eso tiene algo que ver con este poder de convocatoria.

Pero lo cierto es que Marcus Mumford se lo sigue montando bien como líder absoluto y siguen vivos temas como ‘Babel’, ‘Little lion mal’ o ‘Guiding light’. Hay momentos mucho más allá del folk por el que se hicieron tan reconocibles, como la épica de ‘Believe’ o acercamientos al rock americano de corte más clásico y un poquito Springsteen como ‘Ditmas’. No todo iban a ser banjos, caramba. ‘Delta’, ‘The wolf’ y el epílogo con ‘I will wait’ y los siempre efectistas fuegos artificiales iluminando la medianoche. Bien por ellos.

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The Black Keys

Cierto es también que colocar a los Mumford entre Queens of the Stone Age y The Black Keys separa bien al público, pues el rockerío lo tiene claro y espera ya con ansia a estos últimos. Tercer tipo de rock concatenado en una velada entregada felizmente a la causa, en este caso más arenoso y garagero con los pies mojados en el delta del Mississippi. Las cositas claras desde la apertura con ‘I got mine’: Dan Auerbach y Patrick Carney, guitarrones y tambores, un porrón de convenientes canciones. Un riff detras de otro, ‘Gold on the ceiling’. Saltos y más saltos, cabeceos rítmicos, sonrisas de aprobación, cervezas alzadas en señal de respeto.

Resulta a su manera cautivador contemplar el estilo sencillo pero convincente de Patrick aporreando sin descanso a mano cambiada. Mientras tanto, Dan se contonea igualmente al compás, espasmódico a ratos buscando ampliar los confines del escenario. Apoyados por más músicos, como banda estándar, pierden quizás un poco la esencia de cuando todos les conocimos hace la tira de años, aunque en realidad siguen siendo ellos dos con sus canciones y ya: ‘Howlin’ for you’, ‘Fever’, ‘Wild child’, ‘Little black submarines’ y el derrape en la pista de baile de ‘Lonely boy’ como necesario desenlace. Siguen infalibles.

Puscifer

La cosa se acabó por hoy pero vamos a retroceder hasta la entrada con Puscifer, pues siempre es muy pertinente encontrarse con Maynard James Keenan en cualquiera de sus encarnaciones. Siempre original, llegamos por los pelos de su peluca para entrar directamente en ambiente a 40 grados con el metal cósmico de ‘Conditions on my parole’ y poco más porque ya estaban finiquitando. Pero mientras me trasladaba hasta los brazos de Sam Smith me preguntaba cómo será ser el cantante de Tool, A Perfect Circle y también Puscifer e ir cambiando al gusto. Un privilegio, desde luego.

Sam Smith

De lo que estoy seguro es de que Sam Smith no ha cantado jamás a semejante temperatura. Como buen británico, seguramente tampoco era consciente hasta esta tarde en los confines de Villaverde del calor que puede hacer a las ocho de la tarde al sur de los Pirineos. Eso explicaría su aparición en escena con un corpiño dorado imposible, camisa blanca de manga larga y pantalones largos. Un vestuario como para cocerse al baño María en su interior, algo que indudablemente estaba ocurriendo al grito de «libertad, amor y diversión».

TODAS LAS FOTOS SON DE RICARDO RUBIO.

El inglés puso el toque de glamour a esta segunda jornada con su elegantísimo góspel soul y clásicos de nuestro tiempo como ‘Stay with me’, ‘I’m not the only one’, ‘Like I can’ o ‘Too good at goodbyes’. «It’s fucking hot!», se queja divertido y adorable a partes iguales, como es él. Y reivindicativo del amor libre, de la diferencia. De un mundo mejor, como el que tenemos y nadie nos puede arrebatar, en esencia. Musicalmente el espectáculo es sobresaliente con un estupendo equipo de coristas y bailarines, si bien todas las miradas se las lleva un Sam que sorprende a la concurrencia con sus cambios de vestuario, que incluyen un tremendo vestido morado o un velo blanco coronado por, efectivamente, una corona de espinas. ‘Gimme’, ‘I’m not here to make friends’. En un despelote final, termina nuestro cantante en calzoncillos y luego con otro corpiño un poquito más sado con botas altas de cuero negro. Una buena fiesta que se acaba no cuando encienden la luz de la discoteca, sino cuando suena ‘Unholy’ y toda la gente baila. Hermosa estampa.

Este sábado, más

67.000 personas en total estuvieron el viernes en la segunda jornada del Mad Cool 2023, según la organización. Este sábado queda la tercera y definitiva con Red Hot Chili Peppers como principal reclamo. De hecho, gracias a la presencia de la banda californicationana esta jornada sí que están las entradas agotadas, de manera que se esperan a 70.000 personas. Por allí estarán también Liam Gallagher (los guiris van a fliparlo convenientemente, como jugar en casa), The Prodigy, Morgan o Belako, entre otros muchos. Pero de todo esto, mañana hablamos.

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