María Rodés: «Muchas brujas fueron mujeres adelantadas a su época»

Entrevistas

FOTO: Erika Prüfert

Puede decirse que ‘Lilith’ (Satelite K, 2020) es un disco que buscó su propio hueco valiéndose de las circunstancias más inesperadamente adversas. Porque lo nuevo de María Rodés (Barcelona, 1986) nació como un espectáculo en vivo en 2019 y ha terminado materializándose ‘por culpa’ de una pandemia. Algo así como una inexplicable cosa de brujas a la que tratamos de darle una explicación en charla con la catalana.

¿Es ‘Lilith’ un disco ‘no deseado’, por así decirlo?
Es curioso porque ha sido el proceso inverso. Pero es que yo en el fondo siempre he pensado que lo lógico sería hacerlo así, porque la música nace en vivo. Lo suyo sería primero tocar las canciones y luego grabarlas. Tocas y con el tiempo la canción va creciendo, como las personas, con cierto rodaje, y la foto se la haces cuando ya está formada. Es anticomercial, pero es pronatural. Es una forma ‘brujesca’ de ir contra la convención, jaja.

¿Y cómo empezó todo? ¿Cuál es la historia de tu ‘Lilith’?
Colgué un post en Instagram con un dolmen que hay cerca del pueblo de mis padres, el de Vallgorguina, donde dicen que se reunían las brujas de la zona. Al publicarlo y decir que me interesaba el tema, me escribió el director del Festival de Arte Sacro de Madrid diciéndome que si hacía algo con el mundo de las brujas él lo quería programar el primero. Me puso la fecha de marzo de 2019 para presentar el proyecto y ese fue el empuje creativo para construir el espectáculo.

Definitivamente, este disco tiene vida propia entonces.
Se concibió para el directo y nunca imaginé que lo iba a grabar, pero al tocarlo la gente me animaba a hacerlo. Finalmente, me decidí. Iba a grabar un EP el pasado marzo, que fue justo cuando llegó el confinamiento, pero al alargarse todo ha acabado siendo un disco.

¿Y por qué ‘Lilith’?
Porque ‘Lilith’ es una figura mitológica del folclore hebreo, que dejó a Adán, abandonó el Edén, se fue a vivir al Mar Rojo y allí dicen que se alió con los diablos. Por ello recibió todo tipo de castigos como que Dios quiso matar a todos sus hijos.

De ahí toda la imaginería de la brujería. Nos meten en la cabeza desde pequeñitos que las brujas son lo peor: ¿son malas malísimas o no lo son tanto?
La idea era justamente transformar ese concepto. Bruja se ha utilizado para estigmatizar a mujeres que de alguna forma u otra molestaban. Por lo que fuera: por no seguir el canon social, por saber demasiado, por meterse en asuntos que no se consideraban propios para ellas. La idea es transformar el concepto de bruja, porque muchas de ellas fueron avanzadas a su época, mujeres liberadas, que sabían mucho sobre medicina o astronomía.

Es una reivindicación de la mujer libre entonces…
La libertad de ser una misma cueste lo que cueste. De luchar contra la presión social que te dice que tienes que ser de una forma.

Es que cuando uno se sale del parámetro social es cuando vienen los problemas, se encienden las hogueras
Bueno, y ahora hay otro tipo de castigos, jeje. Pero, para mí, la libertad es sagrada.

¿Es ‘Lilith’ entonces algo así como música de aquelarres?
Esa es la idea. Cuando me imaginaba cómo sonarían esos aquelarres me venía la propia música de cada zona. Que no era algo universal y que en Aragón sonaría jota, en Galicia gaitas… cada lugar con su folclore.

Y todo eso está en el disco, contectado además con América.
No sé por qué, siempre al hablar de brujas me lleva el imaginario a México… tiene ese surrealismo mágico. Y también el tema de la tierra, de la raíz. Hay cosas que me llevan a la música andina, que me resulta muy mágica y quería que estuviera de alguna forma por ahí también.

Es interesante también la diferente connotación de género que tienen las brujas y los brujos. Ellos son visionarios, ellas una molestia.
El brujo es como el sabio, el mago Merlín, el que te guía. Y la bruja es la mala. Que un hombre sepa está bien, pero que una mujer sepa no está tan bien a lo largo de la historia. Esa es otra gran desigualdad. Es machista y terrible por todos lados, pues se pinta a las brujas como mujeres envejecidas, solitarias y sin pareja.

¿Y en 2020 quienes serían las brujas? ¿Esas mujeres que hacen lo que quieren sin depender de nada ni de nadie?
No sé si alguien lo sigue viendo así todavía, queremos pensar que no. Yo quiero reivindicar la bruja como mujer independizada, que es ella misma y ya está, a pesar de los juicios sociales.

«En principio, a día de hoy, mi alma no está en venta»

MARÍA RODÉS

Oye, ¿y qué tiene el diablo tan apasionante como para que Lilith se fuera con él y nos siga fascinando?
El diablo tiene muchas cosas, jaja. Es seductor de alguna forma, es tentador. Es complicado responder esto, no creas, jaja.

Es más divertido que otras muchas cosas…
Sí, claro. Y bueno, en el disco planteo que todos somos un poco diablos y un poco ángeles a la vez, eso también. Es dar luz a esas partes más oscuras de cada uno, porque taparlas no ayuda nada. Cuanto más conscientes seamos de nuestros lados oscuros y luminosos, mejor, porque seremos más completos.

¿A cambio de qué venderías tu alma al diablo? En plan Robert Johnson para ser el mejor guitarrista de blues…
Pues no lo sé, la verdad. No creo que se la vendiera por nada. Mola el diablo para tener una conversación, para salir. ¿Tú se la venderías?

Es complicado, como dices, pero a ratos apetece…
En principio, a día de hoy, mi alma no está en venta.

En tus últimos trabajos, trataste de descifrar tus sueños en el libro ‘Duermevela’, luego miraste a las estrellas en el álbum ‘Eclíptica’ y ahora te adentras en otro mundo fantástico o irreal como es el de las brujas. ¿Es esta tu tendencia para inspirarte?
No sé si volveré a meterme en otro mundo… En realidad el mundo de las estrellas y el de los sueños no son irreales, pero sí es verdad que no son tan concretos o fáciles de ver. Siempre me ha generado más curiosidad lo que no acabo de ver más claro, lo que hay que buscar o imaginar. Intento buscar siempre el lado mágico e inexplicable, el enigma.

El enigma es ahora todo lo que está por venir. Pero al menos tenemos la certeza de que tienes algunas fechas para, una vez con el disco en la calle, darle otra vuelta en vivo a ‘Lilith’.
Tenemos algunos conciertos, aunque sean poquitos. Este mes en el Monkey Week y en febrero en el Auditorio Nacional. Estuvimos hace poco en el Teatre Grec de Barcelona y fue fantástico porque es súper bonito. Tocaremos lo que podamos dentro de las circunstancias que hay. Al menos ya lo he tocado bastante, no va a ser un disco que se quede en eso y ya está.

Ya sabemos donde estamos y lo que está siendo este año. Pero, ¿qué sería un éxito para ti con este disco y este proyecto?
Que pueda resonar a otras mujeres que de alguna forma se sientan inquietas. Si puede dar fuerza o seguridad a otras creadoras para llevar a cabo sus proyectos… para mí, es bonito pensar que es una forma de decirle a otras mujeres que se pueden sentir un poco bichos raros, entre comillas, que no están solas. Y no solo que no están solas, sino que es bueno que haya gente que abra camino y que rompa esquemas. Ese es el mensaje que me gustaría y con que llegue a una, sería suficiente.

Y luego si somos número 1 en ventas pues ya fenomenal…
Bueno, yo siempre digo que estos son trabajos muy vocacionales. Cuando llevas ya unos años metido en la música es porque realmente es vocación. Porque el mundo artístico es muy precario, muy poco regulado, muy difícil mira ahora, en cuanto hay una crisis somos los primeros en desplomarnos. Si seguimos ahí es porque no podemos hacer otra cosa, porque es lo nuestro. Y aquí estamos.

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