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M Clan + Ilegales (2023) Noches del Botánico. Madrid

Crónicas
Noche de aullidos y macarreo con M Clan e Ilegales en el Botánico

«¡Tarque, te quiero!», grita una muchacha tras la primera canción de M Clan en las Noches del Botánico. «¡Tarque, te quiero!», insiste desgañitándose después de la segunda. No va a cesar en su berreo, que se repite en el siguiente silencio, consiguiendo ya en ese momento que otra chica se apunte al chillido: «¡Y yo también te quiero!» A la quinta canción el bramido ya tiene también algún adepto masculino que se apunta a una causa que se convierte de alguna manera en un bramido colectivo. En una noche de aullidos.

Ese es el ambiente de jovial y sofocante entrega al rock que empezó con el sol aún exprimiendo todo su ardor sobre los bombardeados por Ilegales y que concluyó con la luna en todo lo alto cotilleando a M Clan desde el evocador cielo despejado de una excelente velada de verano. Un programa doble que agotó las 4.000 localidades puestas a la venta y que, durante cerca de tres horas, llevó al respetable por un viaje de varios lustros de la mano de algunos imperecederos clásicos de este nuestro rock español.

Todas las fotos son de RICARDO RUBIO.
Ilegales en llamas

Y eso que la cosa empezó regular para Ilegales, teniendo que detener su actuación a los cinco segundos de empezar por un fallo técnico. Un contratiempo que enciende aún más la canícula interior que siempre arde en Jorge Martínez, aka Jorge Ilegal, transformada ipso facto en un arrebato de furia que ya no desaparecería. El que ya de por sí tienen estas canciones, pero más. Ilegales en llamas contra las circunstancias sonando tan duros y desafiantes como siempre desde el minuto uno: ‘Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido’, ‘Si no luchas te matas’, ‘Chicos pálidos para la máquina’, ‘Voy al bar’, ‘Agotados de esperar el fin’, ‘Enamorados de Varsovia’ o ‘Ángel exterminador’.

Canciones de todas las épocas de una banda que vive una segunda juventud tanto creativa como de popularidad ahora que acaba de celebrar su cuarenta cumpleaños. Con su impontente presencia escénica, todo tensión, Jorge estrujando su Fender Stratocaster blanca es una imagen en sí misma emblemática de nuestro rock. Y no faltan sus comentarios siempre afilados y jocosos cuando, por segunda vez, otro fallo técnico se vuelve en su contra: «Se jode el repertorio por motivos climatológicos. Estoy casi seguro de que nadie ha metido los dedos en el enchufe», lanza antes de rescatar sobre la marcha por necesidad esa ‘Princesa equivocada’ a la que sigue ‘Eres una puta’ (menuda declaración de intenciones en esta dupla concatenada).

Oficio, solvencia, solidez y firmeza

Con oficio, solvencia, solidez y firmeza, el cuarteto se impone severamente desplegando sus infalibles recursos en forma de canción. A saber: ‘Soy un macarra’, ‘Destruye’, ‘Todos los peligros me conocen’, ‘Dextroanfetamina’ o ‘Tiempos nuevos, tiempos salvajes’. Hay un bis que es puro paripé y así lo hace saber Jorge, siempre tan poco amigo de las gilipolleces, e Ilegales proceden al descabello con ‘Hola mamoncete’ y ‘Problema sexual’. Algo más de una hora de energía condensada y desatada para alegría y alboroto de un público tan talludito como fiel a sus rituales y que literalmente corre hacia las barras para regarse el gaznate con una merecida ingestión de cerveza revitalizante.

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Breve descanso y M Clan se hacen con el Botánico. Desde el arranque con ‘Grupos americanos’ suenan fornidos y rockeros. Y, claro, cuentan con la carta ganadora de un Tarque que lleva ya por lo menos un par de décadas siendo el mejor frontman y el mejor cantante del rock español. De tanto decirlo pareciera que pudiera llegar a perder valor por resobado, a convertirse en una mentira incluso, cuando en realidad es una de nuestras pocas certezas musicales inalterables. Contemplarle cantar ‘Calle sin luz’ y ‘Para no ver el final’ tiene algo de museístico en movimiento, de obra de arte en permanente ajetreo. Esta banda es una garantía en directo, la noche que den un concierto malo sí que habrá que contarlo.

Todas las fotos son de RICARDO RUBIO.

Eso sí, también hay que decir que quizás vayan un poco a velocidad de crucero, algo acomodados. Como que creativamente no están muy por la labor. Ahora mismo, tienen un repertorio estupendo que abarca sus primeros años más hercúleos, la última etapa de reconciliación con las musas y con su propio talento a través del rock & soul y, claro, el interludio del coqueteo pop durante sus años más comerciales. Que no duraron tanto, en absoluto, poco más de un lustro, pero es que, no lo olvidemos, ese período es el que les proporcionó el estatus para poder vivir de la música y el que sigue atrayendo buena parte del público a sus conciertos.

Tienen un repertorio espléndido, decía, del que yo personalmente quitaría ‘Carolina’, ‘Maggie May’ y ‘Llamando a la Tierra’. Así, por la cara. No porque sean malas, anda ya, sino por trilladas; y porque dos son versiones que dejan fuera otros temas propios que bien podrían entrar y porque la otra no es para nada representativa en realidad de la esencia de la banda. Aquí hace falta cierta renovación, por muy sobrado que sea el repertorio. Se echan en falta ya canciones nuevas.

Pequeñas joyas enterradas de nuestro rock

Pero, claro, suena ‘Llamando a la Tierra’ y todo el mundo a corear. Lo mismo con ‘Souvenir’. Pero yo me quedo con el sabor añejo de ‘Perdido en la ciudad’ y ‘Volando alto’ porque, en definitiva, opino que los dos primeros discos de M Clan son pequeñas joyas enterradas de nuestro rock. Que encajan, en cualquier caso, con ‘Roto por dentro’, ‘Filosofía barata’, ‘Usar y tirar’ y el baladón intenso que es ‘Miedo’. Porque más allá de cavilaciones o divagaciones, esta es una velada de rock & roll ciertamente mayúscula que va directa al descarrile con ‘Las calles están ardiendo’, ‘Pasos de equilibrista’ y ‘Quédate a dormir’ con una muy pertinente referencia final a la ardiente ‘Escuela de calor’ de Radio Futura.

Nunca fallan

Hay tiempo para un bis con ‘Maggie May’ en el que no falta el habitual paseíllo de Tarque, cuyo reino, por cierto, todos sabemos ya más que de sobra que no es de este mundo. Y mientras camina entre el gentío, entona el estribillo de ‘Sangre española’ de Manolo Tena, hace comentarios saleroso, lanza una proclama inesperada («Ante la intolerancia y el nuevo fascismo, no. Ante el odio, no. Ahí estaremos todos, ¿no?») y remata con el guiño final al ‘Te quiero igual’ de Calamaro. Ambiente parrandero siempre con ‘Carolina’, eso no se discute, este tema pone contenta a la gente y, ante eso, chitón. Y aún queda una más para terminar, ‘Concierto salvaje’, que desemboca en un rocanrol ruidista descontrolado como colofón.

Nunca fallan en vivo Ilegales y nunca fallan en vivo M Clan. Pero allí donde los primeros siguen siendo productivos creativamente es donde está también el gran riesgo de los segundos. Porque corren el peligro de quedarse anclados y ser un grupo para fiestas patronales si no publican a la de ya nuevo material a poder ser convincente. Estaban en un gran momento en su última etapa y con ese empuje llegaron hasta ‘Delta’ (2016), que sigue siendo su última entrega siete años después. El parón para ir en solitario cada uno por su lado de ambos y la pandemia no pueden ser un desfiladero insalvable para esta pareja formada por Ricardo Ruipérez y Carlos Tarque. Es imposible que no tengan canciones dentro con los conciertos formidables que siempre hacen, lo bien que se lo pasan tocando (porque se ve) y las noches de aullidos que regalan a su paso.

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