– Fundación Tony Manero (2001) Jardines de Las Vistillas. Madrid

Crónicas

Lugar: Jardines de Las Vistillas. Madrid
Fecha: 12 de agosto de 2001
Asistencia: 2.000 personas
Precio: gratis
Artistas Invitados:
Músicos: Miguelito Superstar (voz), Deliciosa Smith (bajo y voz), Ernesto Wilson Santamaría (percusiones), Ginés Brown (saxo tenor, flauta, bajo), Lalo López (guitarra, coros), Dany Amatulo (trompeta, flugelhorn y coros), Mr Paco Santako (teclados), Paquito Sex Machine (voz y pandereta), Solomon Rabinad (batería), Tom Johnson (trombón)

No siempre había odiado las fiestas de La Paloma. No. Hubo un tiempo durante el cual eran cita obligada. Más que nada porque las tenía en la misma puerta de su casa y desde varias ventanas disfrutaba de una cercana vista de los jardines de Las Vistillas. Pero eso fue hace mucho tiempo. Entonces tenía motivos para bajar, mezclarse con la gente, tomar cerveza cara y caliente, bocadillos de entresijos asquerosamente grasientos y pasar las noches de agosto en compañía de su esposa. Cuando ella murió esta y otras celebraciones dejaron de tener sentido. Cuando llegaban estas fechas siempre optaba, año tras año, por bajar todas las persianas, cerrar las ventanas y pasar horas en la más absoluta oscuridad, viendo mala televisión, escuchando mala radio, asqueándose.

Su única concesión era salir a la calle, a primera hora de la mañana, a comprar algo de prensa, tampoco excesivamente buena, según su opinión. La mañana del 12 de agosto, por tanto, llevó a cabo su ritual. Constató que las fiestas únicamente servían para dejar el barrio lleno de mierda, para afear el entorno y para que la gente malgastara su dinero. Después de dedicar una breve mirada a los jardines, negó con la cabeza, despacio, susurró algo para sí mismo, se giró y se encaminó al quiosco de prensa. Apenas un par de minutos después ya estaba de nuevo en casa, regodeándose en su absoluto desprecio hacia todo cuanto le rodeaba. Inconscientemente, buscó la agenda en los periódicos para saber cual era el suplicio que esa noche le tocaría sufrir en forma de horrenda música en directo. Lo que leyó no pudo causarle peor sensación:

El País: Las fiestas de San Lorenzo terminaron ayer, pero hoy empiezan las de la Virgen de la Paloma, también en el distrito de Centro. A las 0.30, en los Jardines de las Vistillas, actúa la Fundación Tony Manero, popular gracias a que una de sus canciones aparece en un anuncio de coches en televisión. A la misma hora, en la plaza de la Paja, hay verbena con la Orquesta Eme-30. Para los que prefieran acostarse pronto, también hay baile, esta vez a las 22.30 en la calle de Toledo, amenizado por la Orquesta Kristal.

El Mundo: Disco. Los Jardines de Las Vistillas se llenarán hoy, a partir de las 0.30 horas, con la música de los grandes éxitos discotequeros de los años 70 y 80 de la mano de La Fundación Tony Manero. Bee-Gees, The Jacksons Five, Kool & the Gang, Village People y Boney M son algunos de los grupos a los que versiona. La entrada es libre.

La carcajada que soltó al leer eso de ‘la entrada es libre’ todavía está aterrorizando a sus vecinos. ¡Gentuza!, bramó lleno de odio, y se dejó caer en el sofá. Así pasó varias horas, apenas sin moverse, casi sin pensar, durmiendo a ratos. Tenía recuerdos tan dolorosos guardados en su desván que había aprendido a anularse a sí mismo con suma facilidad. Un estruendo en la calle le obligó a ser de nuevo consciente de que estaba vivo. Parecía el grupo ese que iba a atronarle por la noche. Sí, eran ellos, debían estar ensayando, puesto que aún era media tarde. Les reconocía, muy a su pesar, debido a sus largas horas frente al televisor. Odiaba este aparatejo, pero sin embargo, era una de sus formas de escapismo favoritas. Si fustigaba por ello, pero de poco valía, siempre volvía.

Logró abstraerse de nuevo un buen rato hasta que el bullicio de la marabunta noctámbula le volvió a incordiar. Agarró de nuevo los periódicos, encendió una tenue luz, cogió un rotulador rojo y se dispuso a buscar compañía para esa noche. Sólo así, pensaba, podría aguantar una interminable noche más de ruidos, gritos, borrachos desagradables, borrachos que se creen graciosos, gritonas, olor a orina, aromas de exquisita fritanga y demás putas mierdas insoportables. No podía llamar a cualquiera, tenía que elegir bien, así que se puso a la tarea concienzudamente.

«Ivón, rubia guapísima, insaciable, activa, pasiva, besucona, francés natural, supermiembro durísimo, principiantes…» – no, esa no.
«Naomi, supernovedad, mulatita viciosa, guapísima, bonitos pechos, superdotada, cuerpazo, ropa látex» – tampoco.
«Rubia superexplosiva, superculazo, potentísima erección, supercañera, principiantes…» – bah.
«Natasha, jovencita, gordísima, 27 centímetros, recibo sola, también voy a tu domicilio…» – vale, justo, esta es una buena opción, se dijo.

Justo en el momento en que Natasha descolgó el teléfono, supo que había elegido bien. En menos de un minuto concertaron la cita. Ella (o él, se dijo, con estas cosas nunca se podía saber hasta que punto te decían la verdad) quedó en pasarse por su casa un poco después de medianoche. Quedaron a esa hora puesto que él consideró que ese sería el punto de ebullición de la jarana callejera. Era el momento ideal. Faltaban un buen puñado de horas hasta entonces, de modo que volvió a su sofá a disfrutar del simple paso de las horas en la más negra oscuridad.

Natasha llegó un poco antes de la hora pactada, pero decidió no llamarle aún. Mejor se daría una vuelta por la fiesta y se tomaría un par de cervezas. Cada vez necesitaba más cerveza para afrontar a sus clientes. Antes no le ocurría, pero ahora incluso llevaba mal a los jovencitos, por muy guapos e inexpertos que fueran. Estaba realmente cansada de todo. Cerveza en mano, tuvo que soportar, como siempre, miradas de decenas de personas que, sorprendidas por su apariencia, no dudaban en fijarse en ella sin el más mínimo respeto. Lo mismo de siempre. Los que más se reían eran los que estaban deseando conocerla en privado, se decía, no sin borbotones de razón.

La Fundación Tony Manero tomó el escenario a la hora prevista, para disfrute de Natasha y todos los demás presentes. Patidifusa quedó ella ante tal derroche de horterismo, fiesta y buen rollo. Bueno, podrá esperar un poquito más, pensó. Allí se quedó. Veinte minutitos, nada más, de verdad. Tiempo suficiente para reconocer a los del anuncio de la tele, esos de Supersexy girl, que acto seguido atacaron un Disco Inferno de The Trammps inconmensurable, unido a otros viejos éxitos de la música disco. Le pareció una revelación porque esa canción siempre la había encantado y la ponía de muy buen humor. Justo lo que necesitaba para malgastar un par de horas con un viejo indecente de la vieja escuela, de esos que nunca reconocerían sus perversiones, aunque todos a su alrededor las intuyan.

De inmejorable humor se encaminó hacia su cita, mientras la música seguía elevando al personal hasta cotas a tener muy en cuenta. La puerta del portal estaba abierta. Entró y llegó hasta la puerta del cliente. También estaba abierta. Vaya, esta noche todo el mundo está encantado de verme, ironizó. La casa estaba a oscuras. Se golpeó en la cadera un par de veces con unos armarios, tropezó con una silla y fue a dar a una mesa donde estaban los ochenta euros de su tarifa. Definitivamente todo estaba cogiendo un color de lo más ilusionable. Tal vez incluso el cliente fuera guapo y simpático. A veces pasaba.

Cuando por fin logró encender alguna luz, la de la cocina, encontró el cuerpo de un hombre de unos cincuenta años, desangrado en el suelo. Quedó paralizada. No sabía qué hacer. ¿Tocarle? ¿Llamarle? ¿Escapar con la pasta? Tal vez el muy cabrón sólo quería que ella le encontrara y diera aviso. No podía guardarle rencor. Además, se había tomado la molestia de pagarla lo convenido.

Confirmó, sin tocarle, que estaba muerto y decidió largarse de allí. Ya en la calle, llamaría a la policía desde número oculto y todos contentos. Al instante la zona estaba totalmente acordonada, la fiesta paralizada, todo plagado de curiosos en torno al portal, conjeturando sobre asesinatos, ajustes de cuentas, crímenes pasionales, suicidios… pero lo único cierto era que él se había salido con la suya y por fin les había destrozado la fiesta. La sonrisa de su cadáver así lo manifestaba. Venganza.



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2 thoughts on “– Fundación Tony Manero (2001) Jardines de Las Vistillas. Madrid

  1. FER. Yo a estos tíos los ví en el 2007 en las fiestas de Donosti bajo un aguacero descomunal, y creo que había más gente encima del escenario que abajo. Aún así, los que aguantamos estoicamente el chaparrón, lo pasamos bien, ya que sonaban muy bien. Eso sí, no entiendo esta manía de ciertos cantantes a quitarse la camiseta…

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