¿Qué probabilidad hay de montar dos actuaciones cuyos líderes compartan nombre de pila? En esta ocasión ni siquiera el nombre es muy frecuente: Cory. Los dos Cory que conocemos en la música -Corey Taylor, voceras de Slipknot, no se escribe igual- comparten pasión por el funk, y, cada uno con su estilo, provocan que los pies, las caderas y los cuellos del público no dejen de moverse.
CORY WONG
De manera que asistimos a la elegancia y el groove del funk en dos actos. Abrió la tarde Cory Wong, al que se le nota que le gustan las sintonías televisivas, arrancó con la de 20th Century Fox (la del león rugiente) y encajó otro par entre sus canciones. La misión del de Minnesota es urgente: ¡bailad ya! y lo logra con ‘Assassin’, bajos trepidantes y rotunda sección de vientos.
‘Smooth Move’ es todo lo que promete, suavidad en movimiento y un fraseo que nos recuerda a la preciosa ‘Mo Better Blues’. Se había anunciado la colaboración del saxofonista Dave Koz, que salió a los tres cuartos de hora, ofreció un par de los pasajes melifluos con los que ha vendido tantos discos y enseguida tornó al power soul en disputadas batallas contra la guitarra de Wong.
¿Recordáis a Vulfpeck, la banda que sacó Sleepify, un disco de silencios que generó mucho dinero y provocó el cambio de normas en spotify? pues Cory formó parte de esa formación y cerró su actuación con uno de sus temas más conocidos ‘Dean Town’. La verdad es que no hay mejor resumen para su música que la genialidad de título con el que nombró su disco de 2019: Motivational Music for the Syncopated Soul.
CORY HENRY
Prosigue la velada con Cory Henry, exmiembro de Snarky Puppy (que también actuarán en el botánico). Su sonido rompe géneros y contiene ingredientes de las más diversas raíces de la música negra. Con el groove como única constante podemos saborear en cada canción trazas de soul, jazz y funk, temas que además son prologados por interludios de hammond que ambientan y, progresivamente, aumentan la temperatura.
El líder sabe como hacer partícipe al público, alienta coros y evangeliza al grito de “If you want my love just say, Oh yeah» durante ‘Happy Days’. Además aprovecha para moverse por el escenario cuando sus funciones como teclista le dan un respiro. ‘What a Pity’ o ‘The Fool’ son singles de este mismo año, forman parte de un largo que saldrá en breve y ambos poseen en directo un poso de sonido ochentero y solos de inspiración progresiva que emocionarían a los aficionados de ELP.
The Funk Apostles es la banda que acompaña a Henry, con un bajista tronante y con subgraves en abundancia -como escuchamos en ‘Switch’- que alternó momentos slap con líneas más melódicas. El otro componente de la sección rítmica, el baterista, es el miembro que más aderezo jazzístico añade al conjunto. Completan la formación dos coristas que bailaron desatadas y otro teclista que se lució durante ‘Gawtdamn’ con un solo grandioso y venopunzante. Hedonismo puro.
La fórmula de su cóctel genera un estilo gustoso y elegante, pero que se hace demasiado lineal y predecible según va avanzando el bolo. Henry también hizo varias pausas en las canciones para luego rematarlas con el estribillo final, descansos demasiado largos que en ocasiones arruinaron la intensidad musical alcanzada. Es su forma de interpretar y es notorio que le va bien, pero despistó hasta a algunos de sus fans más aguerridos.
Con ‘Rise’ como bis, en el que deslizó unos apuntes de “guiropa” para jolgorio de la audiencia, terminó la actuación de uno de los nombres más importantes del panorama actual. Un maestro que regaló una masterclass de virtuosismo al hammond a un público con muchas caras conocidas del mundillo como Fito Cabrales, Carlos Raya o Francisco Simón de Red House.