Amaral (2016) Teatro El Silo. Pozoblanco (Córdoba)

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Lugar: Teatro El Silo. Pozoblanco (Córdoba)
Fecha: 28 abril 2016
Asistencia: 800 personas (lleno)
Artistas Invitados:

Recovecos de nocturnidad

Nervios, carreras, conversaciones apresuradas y tensión contenida detrás del escenario minutos antes de las 21 horas, momento establecido para el comienzo del ensayo general de la nueva gira de Amaral en el Teatro Silo de Pozoblanco (Córdoba), testigo del inicio oficioso de una de las giras más esperadas de la temporada y que más dará que hablar a partir del pistoletazo de salida oficial el próximo sábado 7 de mayo en el festival SOS 4.8 de Murcia.

Nervios, carreras, conversaciones apresuradas y tensión contenida pero muchas sonrisas derivadas del ansia por volver a tomar el escenario presentando un nuevo disco como ‘Nocturnal’ con un montaje específico, con la intención última de que las canciones crezcan en su traslación al directo. Se trata de presentar a la criatura ante el público y eso genera esa magia que preside inevitablemente siempre a todas las primeras veces.

Pero las incertidumbres se evaporan desde el instante mismo en el que se apagan las luces y aúlla el auditorio de 800 butacas pobladas por ganadores de un concurso de Radio3 y vecinos de la localidad, todos invitados junto a la prensa. Y la curiosidad reinante en la penumbra se disipa cuando las sombras del escenario se convierte en rostros reconocibles y la voz de Eva Amaral, guitarra acústica en mano, atrona con su habitual descomunal violencia en ‘Unas veces se gana y otras se pierde’.

El estallido siguiente encadena ‘Revolución’, ‘Kamikaze’ y ‘Salir corriendo’, caballos ganadores siempre, pero más ante un público que celebra con vehemencia el regreso a los escenarios de Eva y Juan, este último parapetado en su parcela del escenario tras una preciosa guitarra Grestch que suena constantemente grande, con furia cuando debe y con melodiosa precisión quirúrgica cuando procede.

Ambos están flanqueados en esta temporada por Toni Toledo (batería), Tomás Virgós (teclados) y Ricardo Esteban (bajista), quienes aportan savia nueva y expanden el sonido de Amaral hacia derroteros electrónicos profundamente evocadores, ampliando la paleta de colores y husmeando nuevos caminos sonoros, sin abandonar la ampulosidad conocida de sus himnos pop y su musculoso rock, más oscuro como norma en este nuevo tiempo de nocturnidad y alevosía emocional.

La añeja ‘No sé qué hacer con mi vida’ resucita convertida en una contundente pedrada inequívocamente rock, preludio de ‘Siento que te extraño’ y de ‘Nocturnal’, canción sobre la que de alguna manera pivota todo el concepto, tanto sonoro como audiovisual, y que se materializa en un escenario vigilado por la luna, repleto de estrellas y constelaciones, que juega con las sombras y que engrandece a las canciones en cada momento preciso (sin olvidarse tampoco de engrandecer a los músicos en determinados momentos en la pantalla central).

No se trata de desvelarlo todo, pero cabe decir que aunque Amaral ha llevado grandes montajes escénicos en el pasado, en esta ocasión preside la elegancia, la coherencia y el buen gusto. La originalidad, el menos es más. Todo el concierto es un paseo nocturno con Amaral a través de unas canciones que relatan una historia en la que el público se adentra también con esta encantadora parte visual, en la que no falta una gran bola de discoteca para la rave que se monta con ‘Lo que nos mantiene unidos’.

Con un sonido limpio y arrollador se suceden ‘El universo sobre mi’ (con Eva tocando -lo hace varias veces en la velada- una guitarra Rickenbacker negra y blanca comprada en la calle La Palma de Madrid tras enamoramiento de Juan) ‘500 vidas’, ‘Estrella de mar’, ‘Noche de cuchillos’, ‘Cómo hablar’, ‘La ciudad maldita’ y ‘Hoy es el principio del final’ con la vocalista correteando por el patio de butacas para jolgorio del respetable, a estas alturas ya desprovisto de cualquier tipo de timidez.

La banda ya no recuerda tampoco las incertidumbres iniciales y disfruta del momento, atreviéndose incluso a llegar a sus amigos Marta, Sebas, Guille y los demás a una liturgina conducida por un lúgubre órgano de iglesia que despoja al tema de todo su esplendor pop original, y que enlaza suave con el sentimiento de ‘Cuando suba la marea’ y la dolorosa resaca de sentirse como una ‘Chatarra’ con la noche de ayer marcada en la cara.

Sale el sol para celebrar los ‘Días de verano’ (posiblemente el momento más aplaudido de la velada) pero vuelve súbitamente la noche con dos temas duros y animalistas como ‘Cazador’ y ‘Hacia lo salvaje’, terminando el recital con una suerte de grandilocuente épica funk en la que las fronteras entre estilos se difuminan mientras los tambores atronan con inusitada y selvática contundencia.

Con el auditorio puesto en pie y ovacionando al grupo (los gritos de «guapa» y los piropos bravíos de todo tipo se suceden entre canción y canción toda la noche), vuelve la contundencia guitarrera con ‘Llévame muy lejos’, antes de una versión aún más desesperada que de costumbre de ‘Sin ti no soy nada’, penúltima muesca antes del emotivo cierre con ‘Nadie nos recordará’, imagen idónea para ese momento en el que el viaje se acaba mientras brilla el aura crepuscular.

Los nervios reinantes en el lugar mientras el sol apuraba sus últimas horas dan paso tras el recital a otro tipo de frenesí en el que gobiernas las risas de satisfacción y las carcajadas de festejo. El periplo ‘Nocturnal’ acaba de empezar y nos trae de vuelta a unos Amaral revitalizados por la densidad de la profunda penumbra. Pero también conscientes de que siempre termina saliendo de nuevo el sol… por Pozoblanco.

REPASAMOS LAS FECHAS DE LA GIRA DE AMARAL (clicka en la imagen para ampliar)

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