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Steve Vai + El Twanguero (2022) Noches del Botánico. Madrid

Crónicas

Virtuosismo desaforado con enjundia. Gran expectación ante la cita con el guitar hero -guitar god incluso- Steve Vai, con uno de los pocos sold-out del ciclo Noches del Botánico. Apenas pisó el escenario el público empezó a ovacionarlo, y el neoyorquino respondió con una primera ronda de sonidos extraterrestres arrancados de su guitarra. La primera con la que aparece tiene luces azules y el despliegue de florituras comenzó con ‘Avalancha’ de su reciente disco ‘Inviolate’.

La calidad del sonido es maravillosa, se distinguen perfectamente todos los instrumentos y recordamos pasados recitales de guitarristas alopécicos arruinados por este motivo, con la consiguiente pérdida de aficionados futuros una vez que han invertido 40 euros en perder audición. El despliegue técnico no se queda ahí. Las pantallas nos muestran su famoso logo en 3D, con todas las rotaciones y rellenos imaginables. La omnipresencia del símbolo de inspiración alienígena es total, incluso hasta el empacho pero, admitámoslo, queda de lujo en los vídeos y por lo menos no es su nombre legal, como The Artist Formerly Known as Prince.

Tras un par de temas más rockeros con varias explosiones de doble bombo llegó el turno de palabra para Steve Vai, quien agradeció la asistencia a estas Noches del Botánico. Y luego se quejó de un calor que incluso había averiado su autobús de gira: «Hemos llegado aquí hace muy poco en un bus de pasajeros”. Problemas del cambio climático que también han afectado a Vintage Trouble.

Fotos de Víctor Moreno – Noches del Botánico

Era el momento de “Something a little tender to surrender to”: la baladita ‘Tender Surrender’, que bajó las revoluciones antes de encarar ‘Lights are on’ con un comienzo furibundo y acordes jazzeros. Senda continuada en el siguiente tema ‘Candlepower’, para seguidamente afrontar la mucho más heavy y pesada ‘Building the Church’, en un cambio de tercio muy celebrado en el graderío.

UNA ESTAMPIDA EQUINA

También fue muy elogiada ‘Bad Horsie’, con su riff que emula una estampida equina. O ‘I’m Becoming’, breve píldora atmosférica con la guinda final de la cara del niño Steve en la pantalla o los solos de la banda, que no fueron eternos alardes técnicos vanos, sino pequeños ejercicios de habilidad y musicalidad. Todos ellos engrandecieron a los gregarios Dave Weiner, Jeremy Colson y Philip Bynoe. Guitarra, batería y bajo, respectivamente.

Con el ventilador frente a su pedalera siempre a tope, Steve gusta de tocar con una sola mano, empleando la otra para saludar al público, rascarse la cabeza, imitar los sonidos de la guitarra… virtuosismo a la enésima potencia. Encaminamos los últimos compases con su último single, ‘Zeus in Chains’, con un adictivo ritmo machacón al doble bombo. Desde ahí llegamos al momento culmen, dos temas de su obra maestra ‘Passion and Warfare’: ‘Liberty’, con imágenes de alegría y fuegos artificiales por lugares icónicos del planeta, y la renombrada ‘For the Love of God’, con una curiosa -e innecesaria- aportación de su técnico de monitores que también es cantante de ópera.

Un par de bises encadenados y muchos agradecimientos después se cumplieron dos horas de rock instrumental en todas sus vertientes. Con guitarras Ibanez en abundancia y un “tocón” como Steve Vai que, ciertamente, es de otro mundo.

ENTREVISTA CON EL TWANGUERO

Abrió la noche El Twanguero, que extrajo de su guitarra, “una Ramírez hecha en Madrid”, muy diversas sonoridades. Presentó su último disco, ‘Carreteras Secundarias Vol. 2’, “grabado en la jungla de Costa Rica”, un lugar donde encontró inspiración desde en el tono de los pájaros para ‘La leyenda del Cañaveral’ hasta la ayahuasca en ‘Samba de la jungla’. Una exploración musical y vital que le llevó desde el pacífico de Santa Teresa hasta el caribe de Limón, donde encontró la unión de las guitarras del norte y el sur del continente en el ‘Blues del cafetal’ o rinde homenaje al ‘Jaguar’, “el gran gato de América”.

Gran conversador, explica el proceso creativo de su música entre canciones. Un proceso siempre viajero que le llevó a comparar Nashville con una de las cunas del flamenco: “Es una ciudad muy musical, como Jerez de la Frontera con cowboys”. Afincado en California, el primer volumen de Carreteras Secundarias le llevó desde Chicago hasta la Patagonia, donde se empapó de la música de cada etapa. Para terminar, relata sus comienzos escuchando a Chet Atkins e interpreta su popular ‘Mister Sandman’. Buen entrante en una noche donde en el botánico a 38º sólo faltó la humedad para sentirse en la selva.

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