Primer día del Primavera Sound Madrid y nos acercamos a La Paqui. Una de las características de este festival -que lleva celebrándose desde 2001 en Barcelona- es “primavera en la ciudad”, conciertos en salas los días anteriores a las jornadas principales, que en Madrid se celebrarán en la Ciudad del rock de Arganda.
Este lunes había muchas opciones, de hecho The War On Drugs en La Riviera se nos hacía muy apetecible y los hardcoretas PUP en El Sol también hubiera sido una excelente opción. Pero nos convenció el pack de cuatro bandas en la sala La Paqui. Goat Girl, Los Bitchos, Black Country New Road y Black Midi. Imposible decir que no a cuatro propuestas muy diferentes, dos de ellas inéditas en el recinto principal (eran tres hasta hace unos días, con Goat Girl añadidos el viernes tras varias caídas de última hora).
Goat Girl
Goat Girl en disco nos encanta, tempos post punk con influencia surfera, punteos pegajosos y grandes arreglos. En directo pierden. Mucho. Sus características se pierden como lágrimas en la lluvia y apenas se escuchan contundentes patrones rítmicos aderezados por los teclados que suma un goat boy. Muchos desajustes, músicos que no se miran en los cambios y todos los artificios guitarreros omitidos. La versión de ‘Cracker Drool’ es irreconocible, en las antípodas de la que nos fascinó en 2017. Para colmo usan el “truquito” de aumentar el volumen en la última canción. Muy mal. Acabar en alto no es eso.
Los Bitchos
Constantes problemas de sonido no pudieron con el entusiasmo de un público mayoritariamente anglosajón que disfrutaba de su primer día en Madrid. La fiesta llegó con Los Bitchos, lideradas por dos uruguayas afincadas en el Reino Unido, practican una suerte de bypass londinense de cumbia peruana y colombiana. ¿Punk y cumbia?. Sí.
Contagian su energía, el vitaminado cambio de ritmo en ‘Change of Heart’ desató bailes desenfrenados, y la admiración llegó en los intensos guitarreos de una eufórica Serra Petale. Una auténtica guitar heroine que conecta con el público con sus arremetidas melódicas, ya sean de corte instro más clásico, de regusto metalero o con sabor latino.
La base rítmica es aplastante, poderosa baterista, magnéticos grooves por parte de la muy sonriente bajista y acertados teclados y percusiones (tres cencerros sobre el escenario y un vibrante solo de bongos durante ‘The Link is About To Die’). Todos los temas emplean los mismos mimbres, pero adquieren distinto sabor con unos arreglos espoleados por el eclecticismo y el buen gusto de la banda. Súmese al brebaje unos gritos, unas arengas, y una versión acelerada en crudo de Tequila con sobredosis de distorsión.
Black Country New Road
Black Country New Road fueron los cabezas de cartel oficiosos del día, aunque tocaran una hora y sin bises, como el resto de bandas. Tras la marcha de su líder y cantante emprenden nueva etapa con un disco en directo -‘Live At Bush Hall’- que nos descolocó a muchos. En directo no recuperan nada del pasado y encaran únicamente su último lanzamiento, pero la inmensa calidad de sus componentes permanece.
El inicio de saxo en ‘Up Song’ provoca vítores, ‘The Boy’ prosigue en el camino ya antes marcado, un lenguaje que parte del folk y el rock clásico con tintes de jazz y hasta progresivo. Flauta, saxo, violín, acordeón, la riqueza instrumental está ahí y demuestran multitud de recursos armónicos y expresivos. Siempre nos recordaron a los brillantes inicios de Arcade Fire.
El bonito plan campestre se sublima cuando se sientan en el suelo mientras Tyler Hyde agarra la acústica. En definitiva, un acercamiento a la música muy sano y desprejuiciado para un público respetuoso en los silencios y el mejor sonido que hemos escuchado en esta sala en mucho tiempo. Realmente bonito.
Black Midi
‘Hellfire’, el último plástico de Black Midi, fue seleccionado en lista de lo mejor del año pasado en la web amiga Musicópolis. Una locura barroca que comparábamos con la parte derecha, la del infierno, del Jardín de las delicias del Bosco. Las trompetas del averno y los arreglos no se replicaron en directo. Una banda de dos guitarras, bajo y batería no es suficiente para emular la orfebrería sonora del disco.
Para compensar se dejan de sutilezas y le dan zapatilla, experiencia física con tremendos pogos, ígneos arpegios de guitarra, momentos de música de dibujos animados, luces blaugranas entre penumbras y un delicioso caos perpetrado a un volumen brutal.