Lugar: La Caja Mágica. Madrid
Fecha: 16 junio 2016
Asistencia: 34.000 personas
Precio: The Who, Garbage, Editors, Vetusta Morla, The Kills, Lori Meyers…
The Who regalan inmortalidad en el arranque del Mad Cool Festival
No puede uno evitar, mientras Roger Daltrey y Pete Townshend hacen historia en el escenario, que la mirada se pierda hacia la A-4, esa autovía de Andalucía junto a la que estamos haciendo historia del rock, y pensar en los ocupantes de esos coches que circulan absolutamente ajenos a nuestro gozo. ¿Dónde mierdas se dirigen si no es aquí con nosotros?
Resultaría de alguna tonta manera reconfortante que al menos sintieran la necesidad de agarrar fuertemente el volante por violentas turbulencias al pasar junto a ese Pete que a sus 71 años sigue pegando unos guitarrazos salvajes, de esos que provocan aullidos instantáneos y una necesidad imperiosa de agarrar la ‘air guitar’ más cercana para imitar al icono.
Pero bueno, los que pasan por la carretera anexa sabrán donde van. Nosotros estamos aquí más de 34.000 personas para la jornada inaugural del Mad Cool, un festival mastodóntico que al fin da a Madrid su merecido. Y bueno, un poco loco y caótico en su primera jornada por temas monetarios o de aparcamiento, pero bastante cómodo en realidad para el uso y disfrute.
Son Lori Meyers los que están meneando con brío al personal cuando hacemos nuestra entrada en el recinto, situado en la parte trasera de La Caja Mágica, entre el pabellón donde están The Kills a lo suyo y la mencionada autovía por la que deambulan los que van a sus cosas. Pero mientras tanto ya son unos cuantos los que se acomodan ante el escenario principal para esperar al suculento plato principal de la velada.
Y con el sol todavía despidiéndose, a eso de las 21:30 horas salen Roger y Pete ya con la directa puesta con ‘I can’t explain’, ‘Substitute’, ‘Who are you’, ‘The kids are alright’ y ‘My generation’. El arranque es brutal y la afilada guitarra de Pete corta yugulares cual sangrienta hacha de Juego de Tronos. Roger, por su parte, luce a sus 72 años como un chavel, haciendo real el famoso verso que acabamos de escuchar, ese de «espero morir antes de hacerme viejo».
No baja el pistón con ‘I can see for miles’, ‘Behind blue eyes’, ‘Join together’, ‘You better you bet’, ‘I’m one’, ‘5:15’, ‘Love reign o’er me’ y ‘Amazing journey’, con la pareja perfectamente respaldada por una banda en la que destaca el baterista Zak Starkey, hijo de Ringo Starr y ahijado del malogrado Keith Moon, batería original de The Who, quien además le regaló su primera batería al infante Zak allá por los años setenta. El muchacho ha crecido e imita a la perfección a su mentor.
A estas alturas el variopinto personal de todas las edades (muchos de los más mayores en las primeras filas, ojo a esa fidelidad y a esa actitud) está desatado y el grupo está sobrado. Pete demuestra incesantemente que menos efectivamente es más, pues a pesar de no ser precisamente un virtuoso ni complicarse la vida al tocar, consigue hipnotizar al personal con sus molinillos y su violencia interpretativa. Roger está bastante bien de voz y tiene pinta de torito bravo que no ha dicho ni mucho menos su última palabra.
Prosigue el despiporre de clásicos con ‘Pinball wizard’ y ‘See me feel me’ antes de uno de esos finales épicos que muy pocos pueden ofrecer a estas alturas, con dos versiones desatadas y estruendosamente coreadas de ‘Baba O’Riley’ y ‘Won’t get fooled again’, con el festival rendido a sus pies, algo que ellos agradecen con aparente sinceridad, asegurando incluso que nos volveremos a ver. Es una frase hecha, pero algo bonito ha pasado aquí esta noche y bien podría ser todo tan real como parece.
The Who nos han dado una lección en nuestra cara, demostrando que la edad es un estado mental y que quien quiere ser joven siempre es joven. Aunque sea durante una hora y media al día, como si estuviéramos tocando canciones inmortales sobre un escenario, bien nos vendría a todos sentirnos de esta manera. Y así cobra sentido que dos setentones sigan cantando sobre las angustias de la juventud. Y resulta emocionantemente liberador.
Pero esto es un festival y apenas han terminado The Who cuando en el segundo gran escenario ya están Garbage con su revival noventero a saco en el que se suceden ‘Stupid girl’, ‘Special’, ‘I think I’m paranoid’, ‘Push it’, ‘Vow’ y ‘Only happy when it rains’, junto a algunos temas de su recientísimo último disco, ‘Strange little birds’.
La vocalista Shirley Manson mantiene a sus 49 años ese inquietante magnetismo que consigue tenernos a todos expectantes ante cualquier cosa que pueda pasar. Pero lo que pasa, más allá de una actuación notable, es que repentinamente nos sentimos todos un poquito más viejos porque recordamos años de instituto y universidad. Y por algún estúpido motivo, Garbage transmiten la sensación opueta a The Who. Supongamos que porque aún no han pasado la barrera temporal necesaria para transmitir inmortalidad. Porque son gente adulta pero todavía no casi anciana. Es pasajero, en cualquier caso, y la fiesta por supuesto continúa con ellos y con lo que está por venir.
Tras un impactante espectáculo de interludio con La Fura dels Baus, toma el escenario repleto ya de nocturnidad la oscura opulencia de Editors, que protagonizan un recital conciso y sin fisuras con temas como ‘No harm’, ‘Sugar’, ‘Smokers outside the hospital doors’, ‘Formaldehyde’, ‘The racing rats’, ‘Munich’, ‘A ton of love’, ‘Papillon’ y ‘Marching orders’, entre otras. Buen balance para la banda, liderada por un Tom Smith cada vez más grande sobre las tablas.
En este punto entramos en el detalle incomprensible de programar a Vetusta Morla un jueves más allá de las 2 de la mañana. Los que tienen que trabajar se han ido (casi todos, pues quedamos algunos irresponsables) y el frío asola el recinto de la misma manera que The Who lo hicieron cuando el sol todavía chisporroteaba y la climatología era más benévola. Aún así, la banda madrileña, por supuesto, sale con arrojo e ímpetu, consiguiendo que nada de esto importe durante su actuación.
En su primer concierto del año (apenas darán cinco) suenan musculosas ‘Lo que te hace grande’, ‘La deriva’, ‘Golpe maestro’, ‘La mosca en tu pared’ y ‘Pirómanos’. La falta de carretera no resta un ápice de solvencia y contundencia al grupo, que monta su karaoke con ‘Sálvese quien pueda’, ‘Valiente’, ‘Saharabbey road’, ‘Copenhague’ y ‘La cuadratura del círculo’, antes del furioso cierre con ‘Los días raros’ que pone broche final a una jornada con un poco de eso, de raro por la novedad. Porque al fin en Madrid tenemos el festival que nos merecemos y eso, después de tanta espera, se hace felizmente raro.