Un nuevo comienzo
Estuvimos en la despedida de L.A. a finales de 2018 y estamos en La Riviera en el regreso de L.A. en mayo de 2021. Casi tres años en los que ha pasado de todo. Cada cual tiene sus historias, pero la de Luis Albert Segura es una de superación y triunfo después de haber estado a punto de dejarlo todo. Un punto de inflexión que es, definitivamente, un nuevo comienzo.
Porque cada vez que alguien se sube a un escenario, es un nuevo comienzo. Más aún si ocurre tras meses de oscuridad, desconcierto y confinamiento. Es un gesto de reconquista de la vida. En una Riviera convertida desde hace meses en teatro, con todo el público sentado y con un comportamiento, como siempre, ejemplar.
Alrededor de 500 personas, aforo máximo ahora de la sala, asiste a este nuevo comienzo de L.A., presentando su reciente nuevo disco: ‘Evergreen oak’. Fruto de un confinamiento muy particular, pues hastiado de la vida y una vez decidido a seguir adelante, Luis Albert se encerró con su familia en una casa de La Tramontana.
Un autoconfinamiento escogido para escapar del confinamiento forzoso. No deja de resultar jocoso. Y muy inspirador, a tenor de canciones que lo resumen todo como ‘Spend my time’. Que abre el concierto con calidez, con emoción e intensidad creciente. Tres constantes de toda la velada con una banda feliz de estar tocando juntos sobre las tablas por primera vez en mucho tiempo.
NOCHE DE DISFRUTE Y AGRADECIMIENTO MUTUO
Es una noche para disfrutar. De agradecimiento mutuo. Y de repaso a la discografía de L.A. más allá de lo más reciente. ‘Leave it all behind’, ‘Perfect combination’, ‘Under radar’, ‘Older’… Todas ellas muy buenas razones para no tirar la toalla y para congregar al personal en una celebración del camino recorrido y el que falta por recorrer.
La banda está fina y Luis Albert diríase que casi levita. Hay muchas sonrisas. «Guau, ojalá os pudiera ver la cara entera. ¿Estáis bien? ¿Tenéis alcohol y refrigerios?», lanza divertido el músico mallorquín, que defiende con merecido orgullo temas nuevos y delicados como ‘On the moon’, ‘Where’s the fire’, ‘July’, ‘Always there, karma’ o la psicodélica ‘Ringing the bell’. A ellos les debe estar hoy ante el micrófono.
Elegantísima resulta ‘Living by the ocean’, potente la novedad ‘Storms’ e inapelable la victoriosa ‘Stop the clocks‘. El gran himno de L.A. tiene ese no sé qué que no se finge, esa veracidad que conecta de manera directa. Es, como siempre, un punto culminante del concierto: porque el público la canta y la banda la levanta.
Se acaba el concierto, se encienden las luces de la sala y un gran ooooh pone el colofón. Fuimos libres mientras la música sonó. Las canciones de L.A. nos hicieron libres, aunque no nos pudiéramos mover de la silla. La magia de la música en vivo no se puede explicar, se trata de estar o no estar. Ahora que hemos vuelto a comenzar, esto no se puede parar.
*Todas las fotos son de Sergio Albert