– The Killers (2009) Pavelló Olìmpic de Badalona (Barcelona)

Crónicas

Lugar: Pavelló Olìmpico de Badalona (Barcelona)
Fecha: 21 marzo 2009
Asistencia: 11.000 personas
Precio: 39 euros
Artistas Invitados: Louis XIV
Músicos: Brandon Flowers (voz y teclados), David Brent ‘Dave’ Keuning (guitarra), Mark Stoemer (bajista) y Ronnie Vanucci Jr (baterista)


Setlist: Human, This is your life, Somebody told me, For reasons unknown, I can’t stay, Joy Ride, Bling (confessions of a king), Shadowplay (Joy Division cover), Spaceman, Smile like you mean it, A dustland fairytale, Sam’s Town (Abbey Road version), Read my mind, Mr Brightside, All these things that I’ve done
Bis: Bones, The world we live in, Jenny was a friend of mine, When you were young


[Puedes descargarte el audio de este concierto DESDE AQUÍ]

Menos de 48 horas de tener que desplazarme hasta Barcelona recibo una noticia inesperada y no me queda más remedio que plantarme en un pueblito de la provincia de Badajoz. Ha muerto uno de mis tíos. Un hombre de campo, de esos que te asustan cuando eres canijo, que te estrujaba fuerte con sus grandes manos y que siempre te ofrecía salchichón y chorizo para desayunar, comer, merendar y cenar. Durante las cuatro horas de coche en el viaje de ida escucho a los Killers, que aunque no sean satánicos ni hablen demasido de la muerte en sus canciones, parece que para hacer honor a su nombre tenían que llevarse a alguien por delante. Algo así como el personaje de la muerte en Padre de Familia, pero con glamour.

Al llegar al pueblo de mi padre, ni tanatorio ni hostias. A los muertos se les vela en las casas. Las mujeres en el salón de la casa y los hombres fuera hablando de sus cosas. Horas interminables en las que los lugareños nos observan y cuchichean, o más bien medio gritan, que somos «los de Madrid». Paseíllo hasta la iglesia detrás del coche fúnebre con medio pueblo detrás. El otro medio mira desde la puerta de sus casas con una mezcla de respeto y de morbo indisimulable. No sé si será cosa mía, pero aunque es marzo hace un calor asfixiante. Por algún motivo me viene a la cabeza Brandon Flowers entonando el When you were young.

En la iglesia el cura se muestra sorprendido por la gran cantidad de hombres allí presentes, esos que habitualmente no van. El clero puede ser así de irrespetuoso o mucho más. Toca cruzar la otra mitad del pueblo hasta el cementerio. La tumba de mis abuelos está allí. También de otros familiares a los que no conocí. En el pueblo, de funeral, de repente, tus padres te parecen demasiado mayores y te preguntas si ellos serán humanos o serán dancers. La sensación comienza a ser un tanto aplastante. La muerte está en todas partes y parece que no hay forma de escapar. «¡Adiós, Manolito, querido!» Recogemos el tradicional botín de embutidos y de vuelta a Madrid tras un viaje en el tiempo de apenas ocho horas.

Sin solución de continuidad, viaje en avión mediante, la muerte deja paso a la vida y Badalona parece una Nueva York obscenamente vital. Los bares rebosantes de gente, colas interminables de chiquillos alrededor del pabellón olímpico, mucha ilusión por el presente, mucha confianza en el futuro. El recinto es una olla a presión a la que se le pueden romper las costuras en cualquier momento.


Grande pero pequeño al mismo tiempo. No se distinguen las escaleras en las gradas, totalmente pobladas, lo que acrecenta la sensación de derroche y entrega emocional de los unos junto a los otros, de los unos sobre los otros. Se apagan las luces y Human se convierte sorpresivamente en una llamada a la inmortalidad. Porque se confirma el rumor, no somos humanos, somos dancers.


Tras el ‘hit pop’ absoluto en que se ha convertido este Human al cabo de los meses (y después de las frías reacciones iniciales), reconforta descubrir que los Killers no están en Badalona para asesinar a nadie, sino, en todo caso, para evitar que pensemos en la muerte. Electrónica casi pura. El guitarra toca menos que Bono en The Fly, pero la guitarra le queda casi igual de bien. Menos mal que luego se pondrá manos a la obra.

Keuning agarra su guitarra y Somebody told me suena a rock industrial y provoca el delirio en todos y cada uno de los más de 11.000 asistentes. Una vez agotado el efecto del puñetazo inicial, el tramo pseudo caribeño en plan vacaciones en el mar con I can’t stay y Joy ride, resulta demasiado superfluo. Aprovecho para visitar los aseos. Me equivoco y me meto en el de las dones, pero me reconduzco hábilmente al de los homes. [Estas dos sobresalientes fotos son de David Durán Trejo]


Pienso, en este camino, que es demasiado pretencioso y aventurado proclamar que el Flowers y compañía pueden aspirar a ser los nuevos U2. Es cierto que van acumulando un repertorio envidiable plagado de buenas canciones de esas que pueden tumbar a un pabellón, pero no es menos cierto que su irregular último disco, Day & Age, les aleja de ese trono del rock para las masas. Por ahora lo único claro es que están tremendamente de moda. Más allá de esto, con sólo tres discos de estudio (y otro de rarezas), es imposible vaticinar.

Lejos de ser U2, ahora The Killers disfrutan del mismo éxito que a mediados de los ochenta protagonizaron Spandau Ballet y Duran Duran, bandas a las que, por otro lado, se parecen ahora de manera descarada. Con gotitas de Simple Minds y guiños a Joy División, vale, pero sin su grandilocuencia. Claro que los temas de Hot Fuss y Sam’s Town son otra cosa. Esos sí que sí. Precisamente una versión de Joy División, Shadowplay, es una de sus mejores bazas para el directo, gracias a sus uh uh uh coreables hasta la extenuación.

Spaceman, canción cortada exactamente por el mismo patrón, suena después y suena a lo grande. Ha pasado medio concierto y se muestran decididos a reivindicar que, más allá de frivolidades ochenteras, son una banda de rock que quiere más y que ofrece más. Así desgranan Read my mind, Mr Brightside, All these things that I’ve done, Bones… con la gente rendida a sus pies dulcemente. Brandon está en buena forma vocal y ha aprendido a moverse un poquito en plan rock star. El resto de los chicos hacen un trabajo notable.

Por fin suena When you were young y mi tío, al que se la sudan The Killers y casi cualquier cosa menos el PSOE y su familia, disfruta desde sólo dios sabe donde con su potencial. Esta es la canción más U2 de su repertorio (incluso muchos dicen que se parece al Springsteen de Born to Run), y una buena excusa para buscar titulares pretenciosos. El techo del pabellón es feo, desde luego, pero dirijo mi mirada hacia él y aplaudo como último y tonto homenaje.




Ha pasado apenas hora y media y estos chicos pasan de volver a salir al escenario. Se acabó la celebración. La chiquillería, que es la verdadera base social de este grupo, está contenta y quiere seguir junto a ellos en el futuro. ¿Fue el público lo mejor del concierto? Pocas veces puede verse un pabellón tan entregado desde la última fila de asientos del gallinero hasta la primera fila de la pista. Vale, es cierto que hay público variopinto y mucho treinteañero, pero de la fidelización del público joven depende la altura que puedan alcanzar. Y por ahora no sienten vértigo, precisamente.

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Enlaces recomendados:
www.thekillersmusic.com
http://es.wikipedia.org/wiki/The_Killers
www.myspace.com/thekillers
www.thekillers.co.uk
http://www.lastfm.es/music/The+Killers

Al muchacho este que escribe en ABC el concierto no le gustó nada de nada:

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