Kamikaze Helmets es una nueva banda madrileña integrada por dos de los más reputados y solicitados músicos de la escena rock, blues y funk del país: Gabri Casanova y Kike Parra (Aurora and The Betrayers, Anaut, Martha Reeves and The Vandellas, Lisa & The Lips).
Son rock, son blues, son funk y son soul. Te pueden sonar a Jack White, que es el copión de todo esto, y te llegan todas las referencias que quieras. Pero la movida es que no usan guitarras. Solo batería y teclado. Y son un ciclón.
Gabri Casanova y Kike Parrase se dieron cuenta de que había una química musical especial entre los dos y decidieron crear este proyecto juntos. “El día en el que nos juntamos para probar nos dimos cuenta que fluía con naturalidad.”, afirman. Y añaden: “Todo empezó antes de la pandemia, íbamos a publicar el primer single pero todo se truncó, aunque seguimos trabajando y aprovechando el parón con otras bandas”.
Este disco es una vuelta de tuerca a los estilos que llevan tocando toda la vida. La grabación de las baterías y las voces se llevó a cabo en los extintos estudios Funkameba, por Santi Martín, especialista en grabación en cinta analógica, dando ese color añejo que hace que suene ‘caliente y real’. Los Clavinets, Moogs y Prophets se grabaron en el propio estudio de Gabri Casanova.
Si algo destaca en Kamikaze Helmets es lo inusual de su formación. Dos miembros enfrentándose a la potencia sónica de toda una banda, creando una riqueza armónica, melódica, rítmica y tímbrica fuera de lo común gracias a la polivalencia de sus integrantes y los instrumentos que utilizan. Una banda de rock sin guitarras eléctricas, sin trampa ni cartón.
QUE NO HAY GUITARRAS
El Whammy Clavinet de los setenta de Gabri Casanova, modificado con los efectos de fuzz, octavador y overdrive más salvajes, se convierte en un muro de sonido infranqueable con un sonido único y muy característico con el que cualquier guitarra eléctrica a su lado se quedaría endeble e insulsa.
Ocurre también con su Moog Model D que, haciendo la función de bajo y dando las frecuencias más graves, sería el sueño de cualquier bajista que quiera llegar a tesituras insospechadas y hacer que retumbe en el pecho de las personas que se le pongan delante.
A su vez, Kike Parra, baterista y cantante, completa el tándem perfecto para que la banda suene como un auténtico Yokosuka MXY-7. Todo esto sumado a la emotividad y el poderío de las melodías y letras de Kike, hace que sea un viaje sin retorno al más allá.