¿Es R.E.M. la mejor banda de la historia? Va por temporadas, como todo en la vida. A veces buscas refugio en unas canciones que no te dejan entrar. Otras lo encuentras sin buscarlo en algunas a cuyas puertas ya habías llamado.
Y en este congelado finde de enero en el que 2020 le está sujetando el cubata a 2021 y en Madrid estamos medio paralizados por una nevada descomunal, se abrió una puerta. Y el cobijo ante el frío resultó ser R.E.M.
No es nuevo. Es una constante, de hecho. Pero es domingo por la tarde, hay una botella de Verdejo y no mucho más que hacer salvo mirar por la ventana. Y la banda sonora para este panorama resultó ser R.E.M.
Ojalá congelar en el tiempo este momento. Bueno, de alguna manera, eso es lo que vamos a hacer. Porque tras una pregunta tienen que venir las respuestas. No necesariamente acertadas todas ellas. Pero: ¿Es R.E.M. la mejor banda de la puta historia?
ÜBERLIN (2011)
Es tal la elegancia de R.E.M. que da cosa escucharles en chándal dominguero. Hay que ponerse traje, echarse un brandy, agitar los hielitos, cerrar los ojitos, menear una manita marcando el compás. Decidendo así, en última instancia, la velocidad del mundo.
RADIO FREE EUROPE (1983)
Nosotros flaqueamos, somos mortales. Ellos no flaquearon, son inmortales. Desde 1980 hasta 2011 trazando una línea clara. Hay algo en ellos que es un estilo en sí mismo. La voz de Michael Stipe es determinante, sin duda.
Pero sería demasiado sencillo que fuera solo eso. Es su gusto por cierto tipo de melodías, esa forma de tocar de Peter Buck, Mike Mills y Bill Berry. En este caso concreto, estos últimos, bajo y batería, tienen todo el peso.
EVERYBODY HURTS (1992)
No es posible que exista una canción más delicada. La guitarra de Peter Buck es el reloj que marca los segundos de todas nuestras vidas. Su segundero nos aglutina de alguna manera. Porque el día es largo y la noche, pues en la noche estamos tan solos.
Y qué videoclip más formidable, ¿no? Con ese atasco interminable que son, de nuevo, todas nuestras vidas. Pues ahí les ponemos cara. Sin poder movernos en una autovía cualesquiera, mientras en la de al lado sí circulan guapamente.
BANG AND BLAME (1994)
Hay quien no entendió este cambio. Lo comprendo. Pero como yo no estoy asimilado al sonido ochentero de R.E.M., pude saltar sin problemas de un edificio a otro. Desde la atmósfera generalmente acústica a la oscura electricidad derivada del grunge y el rock alternativo noventero.
Siempre todo es una cuestión de edad. Podemos pelearnos cuanto queráis, pero se trata de eso. ‘Monster’ puede no ser el favorito de los fans de siempre, pero es esencial en la supervivencia del grupo tras el mega éxito de ‘Out of time’. Y es inspiradísimo: Dispara y culpa.
LIVING WELL IS THE BEST REVENGE (2008)
Me llamó la atención en su día esta determinación por el rock acelerado y casi garajero. A estas alturas de su película, igual no pegaba demasiado, ¿no? Porque todo el álbum es así. Lo cual es magnífico.
Pero lo que más me gusta de REM es ese ‘que les jodan’ constante que mantuvieron hasta el final en nuestra puta cara. Esto parece sencillo, pero es un himno por la cara. Como ‘Supernatural superserious’ con ese riff tan formidable.
LOSING MY RELIGION (1991)
Hay ocasiones en las que obviar ciertos temas por su comercialidad es una estupidez. Esta es una de ellas. Porque ‘Losing my religion’ es comercial porque es sobresaliente.
Una canción a la que acudir cuando no sabes cómo demonios te sientes. ¿Cómo me sentía cuando todo molaba y todo estaba bien en 1991? Si quieres recordarlo, te la pones y ya está. Es magia. Y sigue sonando fresquísima esa mandolina.
LEAVING NEW YORK (2004)
Se supone que te vas, pero esta es una canción de aterrizar. De cuando el avión de turno ya enfila la pista y por la ventanilla ves las luces de la ciudad cada vez más cerca. Una canción de volver a casa.
Es puro sonido R.E.M. Pareciera que hay mandolina, mas no. Curioso eso. Resulta acojonante la capacidad de Michael Stipe para dibujar melodías cantando y/o hablando. El estribillo es el abrazo cuando se abre la puerta en la terminal de llegadas.
BAD DAY (2003)
He tenido un mal día, por favor, no me hagas una foto. Esta frase cambia de sentido en una rotonda de 180 grados con una música que es festiva casi como ‘Shinny happy people’.
Algo así debe ser porque, conducidos por la guitarra de Peter Buck, en el salón de casa de repente los niños están saltando sobre los sillones. Es lo que tiene una perfecta canción de pop guitarrero y trotón.
MAN ON THE MOON (1992)
Veníamos de ‘Out of time’. De la eclosión de ‘Losing my religion’. Y sin solución de continuidad, sin descanso, estábamos con ‘Automatic for the people’. Que ya lo hemos comentado por ‘Everybory hurts’.
Pero no puede ser que no hablemos de ‘Man on the moon’. Es que de repente no me pesa el cuerpo, de repente tengo treinta años menos. Aquí sí que tiraron de mandolina aposta, eh, un poco facilón y repetitivo en su caso.
Pero les salió guay, porque ese salto de la estrofa al estribillo es como saltar intentando agarrar la luna. Aparte de que conviven estupendamente los sonidos acústicos y eléctricos. Vaya temazo, queridos niños.
STAND (1988)
Si hablamos de Chris Peterson, hablamos de la mejor serie de los noventa: ‘Búscate la vida’ (‘Get a life’). Al salir del instituto pasábamos tardes enteras viendo un episodio encadenado detrás de otro.
La canción de apertura, tan vacilona y luminosa: ‘Stand’. No sabíamos en su día que eran R.E.M. porque éramos unos barbilampiños lamentables. Pero la entonábamos al unísono felices. Cuando atamos cabos flipamos un poco y, una vez superado el shock, lo gozamos como el hit pop que es.
IT’S THE END OF THE WORLD AS WE KNOW IT (1987)
Solo R.E.M. pueden convertir al fin del mundo en una fiesta en la que lo de menos es la muerte. Es lo que sentíamos en las fiestas universitarias de los años locos. Y ese fue siempre su público primigeneo allá en los States.
Supongo que es un poco lo que sienten las moscas cuando se arrojan contra la luz que saben que las va a matar. Solo que en este caso suena una pandereta irresistible.
Y la siguiente en el disco es ‘The one I love’ que es un puto drama. Esa contraposición de sentimientos es lo que eleva a R.E.M. a otro nivel. Y ese es, de hecho, el verdadero fin del mundo: cuando ella se va con aquel otro.
TEXARKANA (1991)
Siempre fue mi niña favorita. Texarkana se llamaba. Lo que quiera que signifique, lo quiero. Suena tan campestre como todo el ‘Out of time’, aunque aquí llegamos casi a la California más luminosa. La de los Beach Boys si me apuras.
Iba a poner ‘Near wild heaven’, que es prima hermana. Son, en cualquier caso, composiciones pop de un preciosismo descalabrado. Del que florece cuando se abren las puertas del averno o algo así.
THE GREAT BEYOND (1999)
Un tema solitario que retoma la senda del rock alternativo noventero abierta por ‘Monster’. Tiene arreglos electrónicos, algo lógico por la época, pero está muy bien plantada en las guitarras acústicas de toda la vida.
Los cambios de ritmo, el manejo del tiempo, la capacidad para tensar la cuerda. Todo eso acontece en estos cinco minutos. No deja de ser como llevar a un perrete con correa: contienes, sueltas, tiras, bailas. Cruzas al más allá.
HOLLOW MAN (2008)
«I’ve been lost inside my head
Echoes fall off me
I took the prize last night for complicatedness
For saying things I didn’t mean and don’t believe
Believe in me, believe in nothing
Corner me, and make me something
I’ve become the hollow man
Have I become the hollow man I see?»
IMITATION OF LIFE (2001)
Lo pueden negar. Pueden invocar a la santa inspiración. Pero se auto plagian. Y está fetén. Es fenomenal. Si a AC/DC no solo se lo permitimos, sino que se lo exigimos, tenemos que ser necesariamente indulgentes con los demás. Y R.E.M. bien lo merecen.
Ya lo dice el mismo título, ¿no? Pues ya está. Lo importante es que no se rompa esa correa de transmisión, esa junta de la trócola. Que esa luz de esos cuatros acordes se sigue transformando por arte de birlibirloque en felicidad colectiva. Yo ya estoy escribiendo en pie. Todos en pie. Aplaudamos y sonriamos.