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El Vive Latino lo peta en Zaragoza

Crónicas

El Vive Latino supera en Zaragoza la asistencia y las expectativas del año anterior. El Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino se realiza por segundo año consecutivo en España convocando a 22,000 personas por día. Es la versión pequeña, por así decirlo, del Vive Latino que desde 1998 se realiza en el Foro Sol de la Ciudad de México convocando a 160,000 asistentes.

Al llegar al festival ya se respira la emoción y la alegría de la fiesta que inicia con Carolina Durante, quienes logran contagiar desenfreno y locura fugaz de sus temas. A pesar de que el sol nos abrasa el cuerpo, el alma está dispuesta a darlo todo en dos días que prometen hacernos olvidar la cotidianidad, los problemas y lo efímero de la vida.

Después cambiamos de escenario para ver el dúo hispano-italiano Delaporte, que pone a bailar incluso a los más reacios con su electrónica intervenida con versiones de canciones como ‘Cariñito’ mezclada con ‘Gasolina’ de Daddy Yankee. Terminan su actuación bailando entre el sampler y el beat de ‘Droga dura’ y ‘Ni un beso’.

Nos trasladamos al escenario Caja Rural de Aragón para ver a Elefantes, quienes con la calidad de su música y sus letras nos brindan un rock honesto desde hace 25 años y 12 discos. Canciones como ‘Cada vez’, ‘Yo no lo sabía’, ‘Duele’ y la emblemática ‘Azul’, logran reforzar en cada nota la esperanza ante situaciones actuales que no nos atrevemos a reconocer como ocurre en la canción ‘Al olvido’.

Avanza la primera jornada

El tiempo no perdona y mientras se escuchan los últimos acordes, empieza con puntualidad Xoel López en el escenario Ámbar. El gallego nos sorprende con un cambio de look juvenil y seductor que da cuenta de la elegancia informal con sus músicos uniformados para cantar temas como ‘Lodo’, Tigre de Bengala’ y ‘Fort Da’ mientras todos gritamos desde alguna fibra de despecho “lo que quieres de mí, a mí me desangra”. Tocó su nuevo tema ‘Elevarte caer’ por primera vez en vivo en este festival.

Nos dirigimos al escenario para ver a Julieta Venegas. Ella logra que quienes no nos creíamos fans terminemos rendidas a sus pies mientras cantamos a todo pulmón ‘Lento’ ‘Limón y sal’ y ‘Andar conmigo’. El acordeón suena mientras cae la noche, las parejas se abrazan y Julieta nos aconseja también abrazar el pasado, nuestras caídas y errores para cantar como si fuera un mantra ‘El presente’.

La música, como medicina idónea para sanar y olvidar, nos lleva en una especie de procesión ritual al escenario principal para ver a Juanes. El colombiano deleita a su público con éxitos como ‘Bésame en la boca’, ‘A Dios le pido’ y ‘La camisa negra’. La fuerza escénica desde la sencillez se hace presente para hacernos sentir que te canta sólo a ti. ¿Verdad? ¿O fantasía reprimida de un absoluto gusto adolescente? Quizá. Seductor y humilde presenta a sus músicos antes de hacer una versión pop rock de la salsa ‘Rebelión’ de Joe Arroyo mientras el público latino canta y baila “esclavitud perpetua”.

Música para reivindicar

La música se convierte en un espacio para reivindicar, denunciar y hacer crítica social en el ritmo que sea. En el marco de un festival como este, esos códigos y esos significados nunca deben pasar inadvertidos, con acciones tan pequeñas como presentar al técnico en las gracias o liberar la fuerza feminista que logra desde el escenario Lila Downs.

Eso se percibe especialmente en la versión producida en estudio por Camilo Lara de la canción ‘Clandestino’ de Manu Chao, dedicada a las situaciones de migración que provoca un sistema económico desigual. Mientras todo el público canta “peruano, mexicano, venezolano ¡Clandestino!” Lila prepara el ritual de abrir la botella de mezcal y verter parte del preciado líquido a la tierra, dedicarlo al cielo y pa´dentro mientras canta ‘Mezcalito’. Porque “para todo mal, un mezcal y para todo bien, también”. La artista combina las “chilenas”, música tradicional oaxaqueña a ritmo banda y regional mexicana a través de éxitos como ‘La cumbia del mole’ y ‘Cariñito’.

Subimos la cuesta para admirar en el escenario Ámbar a Andrés Calamaro, deidad bonaerense que, imponente, energético y brutal interpreta temas como ‘Alta suciedad’, ‘Flaca’, ‘Maradona’, ‘Tuyo siempre’ y éxitos de Los Rodríguez. Su colaboración Kase.O quedará para recordar. Logra conquistar al público latino y español a través de su música, borrando los embrollos de la cruenta historia, para unirlos en una sola voz para ser testigos de la utopía que debería ser el mundo, libre, feliz, sin fronteras y ‘Sin documentos’.

Panteón Rococó

El espectáculo de fuego, luces láser y la ‘Estrella roja’ palpitante en la pantalla del escenario Caja anuncia la llegada de Panteón Rococó. Debo advertir que con este grupo no puedo tener ningún tipo de objetividad, son chilangos como yo, oriundos de la Ciudad de México. Además, la banda se formó en el año 1995 en una de las preparatorias de la UNAM donde yo estudié. Siendo una adolescente y bachiller los vi por primera vez tocando en la cancha de fútbol americano de mi escuela y quedé prendada por el ska, el reggae y el rock que se te cuela en las venas una vez que los escuchas en vivo.

Ha pasado el tiempo y ahora son uno de los grupos más importantes de México, que han llenado varias veces el Foro Sol con capacidad para 65,000 personas, el zócalo de la CDMX y han hecho giras internacionales. Los Panteón se consolidan como una banda que al paso de los años no sólo se ha profesionalizado, tocando juntos por más de 25 años, sino que incluyen en su discurso y en las letras de sus canciones la conciencia crítica y el vínculo eterno entre el arte y la política.

En consecuencia, el escenario se convierte en tribuna para que el Dr. Shenka organice el pogo advirtiendo: “Máximo respeto” antes de cantar ‘La dosis perfecta’ y ‘Esta noche’. Al grito de «¡Resiste!» invita a los asistentes a luchar por un ideal fuera del odio, la raza, el género, el color de piel o dinero para culminar el ritual mexicano respirando juntos y dejando salir el alma del cuerpo al ritmo de ‘La carencia’.

Se va acabando la primera jornada

Termina y comienza el día en el festival. El fin de un movimiento es el principio del siguiente, todo sucede en espiral y escuchamos a lo lejos Viva Suecia con temas como ‘El bien’, ‘Justo cuando el mundo apriete’ y ‘Hablar de nada’, mientras deambulamos al otro lado del festival para escuchar Sexy Zebras cantar “no puedo parar, soy un semental”.

Decidimos cambiar de rumbo y de escenario para terminar el día con la espectacular y teatral presentación de Mastodonte, que acompañados por imágenes de El Bosco, un mastodonte hinchable y un Asier Etxeandia ataviado con vestuario increíble que se contonea sabiendo que es un artista completo y que un día estará recibiendo un Goya y al otro un Grammy. Acaba el primer día del festival y embriagados de regocijo aparecen imágenes que habitarán en nuestra memoria para siempre: alguien que empuja la silla de ruedas de su amigo cuesta arriba para llegar a un escenario, sonreír, bailar y cantar con desconocidos, flores, cerdos, parrots y mañana más.

DÍA 2

Empezamos el día con Morgan, un inicio inmejorable con un folk, jazz, soul, rock suave, música disco de los setenta y la voz cautivadora de Nina que logra cautivar al público con su simpatía y talento. El gentío se rinde ante la magia que provocan las notas de `Sargento de hierro’, con nubes incluidas en los ojos mientras gritamos “cúrame tiempo, pasa para mí, sálvalos a ellos”.

Esperamos en el escenario Caja que ya está abarrotado para escuchar a Depedro, quien puso a bailar a todo el público, incluido el respetable que permanecía en el área destinada para estar sentado y expectante con temas como ‘Mañanita’ y ‘El pescador’. Y así confirmamos que esta es la fiesta del Vive Latino, en Zaragoza, en México o donde sea: instantes donde el espíritu se manifiesta para dejar de lado máscaras y apariencias y ponernos a bailar alrededor del fuego. En este caso Jairo baja del escenario para fundirse con su público hasta culminar el concierto con su versión de ‘La llorona’ en honor a la fiesta que hoy nos convoca mientras el público mexicano y latino llora… Bueno, está bien, quizá sólo soy yo la que llora recordando mi tierra.

La fiesta continúa mientras el cielo se cubre de nubes ante la inminente lluvia, el sol se resiste a desaparecer y comienzan Los Bunkers acompañados por un espectacular arcoíris que pocos perciben. Los chilenos hacen gala de su rock alternativo y clásico de los 60´s, con despuntes pop y electrónicos en temas como ‘Miéntele’, ‘Llueve sobre la ciudad’ y ‘Ven aquí’. El solo de guitarra de Francisco Durán es espectacular y me lleva a recordar cuando los vi por primera vez en el zócalo de la CDMX, era primavera, también llovía. Casi nadie los conocía, así que tocaron para un puñado de gente que gritamos y cantamos como hoy con la canción ‘Bailando sólo’.

Una buena mezcla de estilos

Más tarde fuimos a ver a Los Zigarros, que llenaron el Caja a pesar de la lluvia, confirmando cada vez más, la consolidación de este grupo valenciano que agradecemos ver en este contexto, dejando atrás la primera vez que los vi con mascarilla, sentados y con distancia social.

Cae la noche y Carla Morrison aparece en el escenario Embou vestida con un traje metálico y futurista para cantar sus baladas románticas con tintes rancheras pop. Al fondo los rayos amenazan ante la dramática interpretación de esta cantante que en México llena el Auditorio Nacional con capacidad para 10,000 personas. En sus conciertos se ha vuelto casi una tradición hacer declaraciones de amor y pedidas de matrimonio, sin embargo, en Zaragoza, la vemos ante un público melancólico, enamorado o despechado. He de confesar que cuando apareció el furor de su música en México yo era básicamente el Grinch del 14 de febrero, pero ahora que por fin gozo de los beneplácitos de cupido, reconozco que me encanta su canción ‘Disfruto’, con todo lo moñas, cursi o ridículo que parezca el amor en estos tiempos de guerra.

Jorge Drexler

La fiesta continúa con los granadinos Lori Meyers, que con éxitos como ‘Mi realidad’ y ‘El tiempo pasará’ logran hacer brincar a los miles de asistentes que vemos a lo lejos en el escenario principal. Llega el momento apolíneo de la noche, por muy contradictorio que esto parezca, pues aparece en el escenario Jorge Drexler como el dios del ‘¡Oh, Algoritmo! y con ‘El plan maestro’. Transforma la noche en arte junto a su director musical Calequi, músicos y coristas que a través de sus ritmos, la poesía y la memoria, logran conmovernos con temas como ‘Movimiento’ y ‘Todo se transforma’. Letras que tienen un especial significado para quienes venimos del otro lado del mar o de algún territorio del sur a través de “los barcos que van y vienen, invirtiendo los destinos y refrescando la memoria”.

Vamos al escenario pequeño para ver a otros uruguayos que llenan grandes escenarios en Latinoamérica. No te va gustar empieza con sus éxitos ‘Cero a la izquierda’, ‘A las 9’, Chau’ y ‘Fuera de control’, coreadas por el público que se estremece ante el recuerdo de viejos amores, mientras las banderas blanquiazules danzan al ritmo del trombón, trompeta y saxofón de esta banda de rock.

A continuación, la potencia, la voz y la rabia de la rapera franco–chilena Ana Tijoux se hace presente con la fuerza femenina y la indignación de sus letras. En este concierto es más importante escuchar que bailar. Cuando Ana habla de las condiciones de opresión que vive América Latina y menciona los 50 años del golpe de estado ocurrido en Chile confirma que es necesario pensarnos en colectivo para articularnos como sociedad, dejando de lado el individualismo en favor del bien común.

Los Fabulosos Cadillacs

El final del festival se aproxima con un apoteósico encuentro con Los Fabulosos Cadillacs. El público espera con expectación, esperanza e ilusión mientras sus majestades llegan al escenario y el público se ofrenda con ‘Carmela’, Siguiendo a la luna’, ‘Vasos vacíos’, ‘Matador’ y ‘Mal bicho’ para terminar gritando: “yo no voy a la guerra, a la violencia, a la injusticia y a tu codicia, digo no, digo no, digo no”. He tenido la oportunidad de ver esta banda en ambos lados del Atlántico, gracias a mi hermana Clar, que desde que yo tenía ocho años me influyó con su gusto musical con grupos como Nirvana, Aerosmith, Soda Estéreo y, claro, Los Cadillacs. Y tengo que decir que aquí me faltó la rabia, la pasión y el éxtasis del público cuando tocaron ‘Quinto centenario’.

La fiesta termina y los ríos de gente comienzan a fluir hacia la salida del recinto. La gran mayoría decidimos quedamos a bailar con Muchachito Bombo Infierno para dejar en plena catarsis lo que nos queda de cuerpo. Después de dos días llenos de vida, fiesta, libación y saturnal desenfreno musical llegamos a la lysis para poder descansar en paz.

Una segunda edición que mejora

En esta segunda edición el espíritu del Vive Latino cobra fuerza en España mejorando detalles. Como el aumento de las opciones de comida, lugares para sentarse, señalización de los baños y la brillante idea de regalar un vaso con la entrada evitando así el consumo desmesurado y las toneladas de basura que se genera en los festivales.

He podido disfrutar de la experiencia de este festival en ambos lados del Atlántico y finalmente puedo afirmar que el Vive Latino en Zaragoza se consolida, se afianza, vuela y crece con el espíritu de Euterpe, del Ebro y de las almas que entre alebrijes, rituales aztecas, mayas, quechuas, guaraníes, mapuches, calimocho, tequila y mezcal logran brillar y cantar bajo los cielos de Iberia.

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