Bruce Dickinson está de vuelta en Madrid para presentar este martes su autobiografía en el Teatro Rialto de Madrid, en una velada repleta de anécdotas e historias sobre el vocalista de Iron Maiden.
Con motivo de esta peculiar visita, Dickinson ha pasado por el Late Motiv de Andreu Buenafuente para una charla distendida en la que ha compartido algunos recuerdos, ha reflexionado sobre el mundo y ha comentado el futuro infinito de Iron Maiden.
«Quizás justo antes de nacer», responde Dickinson cuando Buenafuente le pregunta si recuerda algún día en el que no haya hecho nada en su vida, haciendo chanza así de la conocida hiperactividad de este rockero, piloto de aviones -calcula que ha hecho más de 6.500 horas de vuelo con pasajeros-, historiador y espadachín de esgrima.
Rememora divertido cómo descubrió la música de Deep Purple siendo un chaval, y relata su primer encuentro con el vocalista Ian Gillan, que terminó con éste último sacándole de un baño, limpiándole vómito y metiéndole acto seguido en un taxi.
En otro momento habla sobre la actuación que hizo en 1994 en Sarajevo en plena guerra de los Balcanes, una experiencia que le lleva a afirmar que «nos creemos civilizados pero no lo somos», al tiempo que alerta de que dicha guerra fue hace muy poco tiempo y muy cerca.
Más divertido, replica que Iron Maiden no hace canciones de amor porque son «muy aburridas», al tiempo que defiende la relevancia de escribir sobre muerte, resurrección o guerra.
Por último, una sentencia al ser preguntado sobre el futuro de Iron Maiden: «No veo ningún motivo por el que debiéramos retirarnos nunca».