editors triunfan en la primera jornada del tomavistas 2024

Tomavistas 2024: Tú a Los Planetas yo a Alcalá Norte

Crónicas

Estamos en el Tomavistas, en la mitad exacta de La Caja Mágica entre los escenarios de Los Planetas y Alcalá Norte. No hay drama, solo confianza. Nos miramos a los ojos y tú me dices ‘te escribo y quedamos luego en el escenario principal para ver a Editors’. Me coges de las manos pero yo sé perfectamente que no nos vamos a reencontrar porque así lo he decidido ya. Suena ‘Segundo premio’, la gente hace como que le gusta y, por un momento, deja de brasear con sus conversaciones de mierda (no os calláis nunca) y hace un intento por atender y cantar. Nosotros somos solo dos seres despidiéndonos mientras yo me voy con el sol sobre el asfalto que arde. No me volverás a ver. Me giro por si me miras. Qué coño me vas a mirar. Yo también aguanté de más todas tus chapas anarcosindicalistas.

Dejo atrás a un grupo que celebra los treinta años de su primer disco, que es estupendo, para ver a otro que acaba de sacar el primero. La vida es decidir y luego pensar todo el rato y si. Da igual. Te hubieras equivocado de otra manera igualmente. Nunca lo sabrás. Los Planetas estuvieron bien en el sentido de que le dieron al gentío lo que el gentío reclamaba: oficio y certeza. Alcalá Norte estuvieron de puta madre porque le dieron al gentío lo que el gentío no sabía que reclamaba: caos y duda. También le dieron, que no es poca cosa, el único pogo digno de todo el viernes en el Tomavistas. Un festival en el que aparentemente no había nadie de menos de cuarenta pero donde, fíjate, resultó que sí y que estaban entregados a la vida cañón.

La vida cañón

La banda de la que todo el mundo habla y nadie sabe muy bien por qué dio un concierto ante un público curioso que se dejó llevar hasta un lugar donde no sabía que ya quería estar. Ese es un talento importante. Actitud, pose, cachondeo serio. ‘La calle Elfo’. ‘Los chavales’. Por supuesto, ‘La vida cañón’ coreada con fricción y fruición. En un mundo tal veloz en el que Arde Bogotá parecen ya viejos Alcalá Norte bien puede ser la siguiente gran cosa, si acaso no lo son ya. Por supuesto, de tan tiernos que están todavía tienen que ganar consistencia, pero el núcleo es genuino. Y tienen canciones, que no se nos olvide que eso es lo único importante at the end of the day.

Como a cualquier festival, al Tomavistas se va a hacer como poco los 10.000 pasos diarios de rigor para la salud de tu corazón (infartito al ver los 12 pavos por mini más 1 por el vaso, eso es malo para la salud de tu corazón). De aquí para allá, de allá para acá, de nuevo para allá me encuentro sin apenas quererlo delante del escenario grande donde van a tocar Editors. Vine aquí para eso y aquí me quedo. Exactamente en este lugar quería estar, sin compañía a poder ser. Desconfiad de toda esa gente que te mira como un bicho raro cuando les dices que vas solo a los conciertos. No hay nada más gozoso que exactamente eso. En un festival en el que era imposible no encontrarse constantemente con sospechosos habituales y no pocos inesperados invitados especiales, resulta ser todo un lujo decidir pasar de todos.

Estar a tu bola con tu propia bola en un concierto de Editors es otra cosa. Una vez hice una fiesta en casa a pesar de que mucho antes del amanecer me iba por curro a Afganistán, así que puse en la puerta una pegata: ‘coge el pasaporte’. Rumbo a la base aérea de Torrejón de madrugada escuchaba ‘In this light and on this evening’ para no dormirme. Los años locos. En eso pensaba mientras esperaba en las primeras filas, sin ninguna sensación de estar solo. Igual que la soledad es un estado mental, todo final tiene su principio. Y menudo bolaco, niño. ‘An end has a start’, ‘Sugar’, ‘Bones’, ‘Eat raw meat = Blood drool’, ‘The racing rats’, ‘Heart attack’. Un repertorio festivalero, evidentemente, para contentar a todos.

Editors es de esos grupos de clase media que nunca defraudan. Es verdad que el sonido, de tan grave y contundente, podría resultar un tanto distorsionado por tanto bombo y tanto bajo, pero eso es colateral porque en un festival eso ya depende de donde esté cada cual. Tom Smith resulta magnético con esos bailes espasmódicos tan Ian Curtis y, por puro árbol genealógico de manual, tan Dave Gahan y tan Bono. Desde aquella primera vez en 2008, esta debe ser la décima que les veo, solo que ya pierdo la cuenta. La versión de ‘Killer’ mola, aunque me resulta molesta porque eso significa que alguna propia quedará fuera. ‘A ton of love’ es la ‘Desire’ buena. ‘Munich’ está tan lejos. Despiporre con el cierre con ‘Smokers outside the hospital doors’ y la rave de ‘Papillon’. Editors son tan casa que cierro los ojos y ya, un trecho de Avenida de los Poblados mediante.

Tom Smith, de Editors, en La Caja Mágica. FOTOS: Alfredo Rodríguez

Retrocedamos unas horas. Estamos en la bodega de la entrada de La Caja Mágica. Un lugar de una época que ya no existe, un estado mental. Ya no hay bodegas en los barrios. Bueno, ya apenas hay barrios. A mí me gusta mucho ir a San Fermín porque tiene cierta aura atemporal ajena a gilipolleces, aunque este viernes haya demasiadas personitas con tote bags viviendo una experiencia exótica en un barrio de verdad con gente de verdad. Los de Carabanchel tomamos unas cerveza de lata de medio litro y, nos lo vais a permitir, nos mofamos de la gente que se queja por coger el Metro tres paradas más allá de Legazpi. Ellos son la fauna y nosotros los autóctonos (no pocas noches he pasado no hace tanto en el 12 de Octubre mirando desde las ventanas hacia donde hoy estamos). La organización del festi, por cierto, fetén. Muy fetén.

La Caja Mágica ya es casa. Quejarse es gratis, pero en el Tomavistas se ha demostrado que es un lugar estupendo para festivales. En el Mad Cool se rompían ya un poco las costuras por exceso de aforo, pero este viernes fuimos 15.000 en un lugar donde llegan hasta casi 40.000. Ambientazo razonable, dirían algunos. Y con tanto aire entre nosotros, posibilidades de encontrarse a Javi Sánchez de la Complu, a Paco Dávila del insti, a compañeros periodistas, promocioneros y fotógrafos. Lectores también, porque hace ilusión que se te pongan al lado y te digan «tú eres Mercadeo Pop, que te sigo yo». La Caja Mágica, con todas sus inconveniencias, como cualquier otro lugar con tanta gente congregada, ya es casa, ¿veis por qué?

En la bodega podríamos perfectamente habernos liado, porque Sandra y Rubén, especialmente Sandra, woman del Callao, tiene mucho danger, y a su vez mucho down y mucho tempo. Pero entramos para constatar que las catedrales musicales que levantan Standstill son de otro color. No son de toldos verdes ni de ladrillos marrones uniformados. Afectadas por algún tipo de sinestesia, se contonean al compás bajo el sol de una tarde de primavera con canciones vigentes como única bandera. Han vuelto, pioneros en lo suyo como son, con una consigna clara: Adelante Bonaparte.

Miles de cabezas canosas no pueden estar equivocadas. Bueno, sí, pero no esta tarde. Hay cierta vibra al Parque del Soto y al añorado Festimad este viernes en La Caja Mágica con Dinosaur Jr y todo lo demás. Es que hay como un porrón de canas. Calvas también, vale. Al mismo tiempo, aunque no os deis cuenta, yo con mi gafas ultraloquesea veo también muchos galones ganados con las décadas de festivales. Muchísimos de los que estamos aquí somos los habituales desde hace treinta años y, como suelo decir, es que no sabemos hacer otra cosa. Somos la cabra. La única cabra. Todos a una como en Fuenteovejuna. Paseo porque en los festivales, como ya os dije, se viene a hacer 10.000 pasos. Hinds son divertidas, tienen temazos y me parece incomprensible que estén tocando casi al otro lado del Manzanares, pero esas son las cosas de la programación festivalera cuando tienes que encajar artistas nacionales con otros internacionales que exigen estar en el escenario principal (que Los Planetas tocaran en el segundo me parece inconcebible).

Así, pasito a pasito, doy la vuelta al mundo en ochenta minutos y vuelvo al principio y me veo despidiéndome en el punto exacto entre los escenarios de Los Planetas y Alcalá Norte. Sigue sonando ‘Segundo premio’. Seguís sin callaros una mierda. Levanto la mirada. No es Fito, es Jota. El atardecer es bonito, independientemente de la gorra. Karaoke colectivo atardeciendo un viernes. En los noventa fuimos los mejores pero vivimos para contarlo y Los Planetas lo grabaron en Súper 8. Estamos en 2024, ¿acaso os parece poco?

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