Es solo rock n’ roll pero nos da la vida. Y Tarque es toda una garantía. Con esa premisa se reúne el personal en la noche del viernes en la céntrica Sala But en una ciudad que va estos días a toda hostia apurando lo que queda de año. Y se cumplieron todas las expectativas, una detrás de otra, encadenando un cañonazo tras otro.
Porque si hay algo que caracteriza al debut en solitario de Carlos Tarque es la inmediatez. No hay rodeos, aquí cada noche nace el rock n roll con contundencia, sudor, decibelios y aullidos. Como una tanqueta eléctrica que asola todo a su paso con determinación inquebrantable.
El cantante de M Clan desata su vena más rockera flanqueado por una banda totalmente adherida a la causa con el virtuoso guitarrista Carlos Raya campando a sus anchas sobradísimo y lanzando poderosos riffs sin descanso. El bajista Iván ‘Chapo’ Rodríguez y el batería Coki Giménez rematan la faena con una base rítmica solvente como pocas. Los cuatro lo gozan con honestidad haciendo fácil lo difícil.
Se lo pasan de vicio los cuatro repasando nuevas canciones de Tarque como Heartbreaker, Bailo, Ahora y en la hora y Donde nace el rock n roll, reinterpretando también canciones de M Clan como Perdido en la ciudad, Calle sin luz o Miedo, que suenan ahora aún más contundentes que en sus versiones originales.
El cantante, como procede, se deja la vida en cada nota y aúlla a pleno pulmón para gozo de la parroquia congregada en la Sala But en esta primera noche que tiene continuación este sábado para rematar el doblete capitalino. Como maestro de ceremonias ya todos sabemos que no tiene rival y se le ve especialmente cómodo en esta etapa a su bola sin la marca M Clan.
Y tiempo hay también para versionar Fire & Water de Free e incluso para rendir homenaje a Rosendo 24 horas después de que el de Carabanchel se despidiera ante 15.000 fans en el WiZink Center. Muy propicia la elección de Qué desilusión! de Leño, recibida como maná caído del cielo por la concurrencia que corea al unísono eso de «es solo una canción pero me siento mejor». Una frase que condensa y resume todo lo acontecido en la noche.
Una noche de desparrame rockero, en definitiva, que cumple sobradamente lo que prometía de antemano y que, como un Electroshock -una de las canciones más celebradas- insufla energía de alto voltaje. Y rejuvenece. Porque aunque Tarque ya peine muchas canas, vuelve a nacer cada noche sobre las tablas. Es que es solo rock n’ roll, que ya, pero es que nos da la vida. Y ya.