Lugar: The O2. Londres
Fecha: 10 abril 2018
Asistencia: 20.000 personas
Sam Smith se corona en Londres: La emoción lo es todo
Estaba especialmente emocionado Sam Smith (Londres, 1992) en la noche de este martes. Y aún le durará un tiempo y no es para menos, pues consiguió llenar este 10 de abril por cuarta noche consecutiva con otros 20.000 fans The O2 -80.000 de los suyos en total-, el enorme pabellón de la capital británica situado a orillas del río Támesis.
De esta manera culmina el cantante y compositor el primer tramo, exclusivamente por suelo británico, de la gira de presentación de su segundo disco, The thrill of it all (‘La emoción de todo’), que llegará a España en apenas un mes con dos citas en Barcelona (15 de mayo, Palau Sant Jordi) y Madrid (16 de mayo, WiZink Center).
Antes de su llegada a nuestro país, toca ahora recorrer la Europa continental recordando los temas de su aclamado debut, In the lonely hour (2014), así como los de The thirll of it all, con el que se encaramó tras su lanzamiento en noviembre pasado al número 1 de las listas de ventas de Reino Unido y Estados Unidos, además de liderar todo tipo de clasificaciones virales planetarias de streaming.
Con un repertorio de tal solvencia, seguirá Sam Smith rodando antes de su primera (y esperada) visita a España aún más un espectáculo que, dicho sea, luce ya más que compacto a tenor de lo visto en The O2 ante un público entregado, con una irrefrenable tendencia a los aullidos desde el instante mismo en el que las luces del pabellón se apagan para ceder protagonismo a las de ese escenario en forma de triángulo, presidido por una gran pirámide multicolor (a la que quizás se le podría sacar más partido, aunque no parece Sam muy amigo de las estridencias y, en honor a la verdad, la puesta en escena va de menos a más).
SOUL, POP, GÓSPEL…
Burning, One last song y I’m not the only one abren una velada de soul clásico y góspel con toques de pop, en la que el maestro de ceremonias está perfectamente respaldado por cuatro coristas y una banda que sabe cuando es precisa la delicadeza y cuando se puede meter la sexta marcha. Mientras tanto, Sam Smith se lleva todas las miradas y comanda el espectáculo con su versátil voz, contoneándose, arengando y básicamente manejando todos los elementos a su antojo como si eso justamente no costara.
Saluda incesantemente a cada sector del pabellón con una amplia sonrisa y se muestra dicharachero ante los suyos, disfrutando de su papel de héroe local: «Bienvenidos. Este es el último concierto en mi ciudad natal por una larga temporada. Así que vamos a hacerlo especial. Desde los catorce años era mi sueño cantar aquí y hacerlo cuatro noches es jodidamente increíble. Están aquí mi familia y amigos esta noche también. Sé que mi música es un poco depresiva a veces, pero con la ayuda de mi banda quiero que este show sea todo un subidón».
No parecía que eso fuera ocurrir, por cierto, al iniciar el concierto apareciendo desde el suelo del escenario ya sentado en una silla y cantando a capela, pero lo cierto es que el espectáculo fue cogiendo velocidad con el góspel bailón de I sing because I’m happy y el acercamiento al pop dance de Omen, versión del tema de Disclosure en cuya grabación original ya cantaba Sam Smith. Diferentes registros interpretados todos ellos con evidente entrega, honestidad y talento vocal irrefutable. Poniendo lo que hay que poner en cada nota para que la comunicación con el público sea tan natural como directa y profunda.
Precisamente con naturalidad se entremezclan esos momentos de eclosión, en los que el público de los graderíos se viene literalmente arriba, con otros más intimistas como Writing’s on the wall, el tema para la película Spectre de James Bond con el que ganó el Óscar en 2016 (no faltan tampoco en su palmarés el Globo de Oro, cuatro Grammy y tres Brit). Acto seguido, para su reinterpretación de Latch, otra colaboración con Disclosure, en esta ocasión a voz y piano, Smith pide al público que encienda sus teléfonos móviles para crear un efecto de cielo estrellado y el pabellón se enciende en uno de esos instantes que tanto gustan a las multitudes.
«SOY UN HOMBRE GAY ORGULLOSO»
De nuevo ritmo vibrante con Money on my mind o Baby you make me crazy, con la banda recorriendo el escenario, el líder arengando y el público constantemente aullando. Incluso hay momento para juegos vocales entre cantante y asistentes. Esa es la dinámica para cuando volvemos al terreno del baladón soul intenso con Say it first, Scars y Midnight train, preludio de HIM, esa canción en la que Sam Smith confiesa abiertamente su homosexualidad. «¡Soy un hombre gay orgulloso!», llega a exclamar en un momento dado, recibiendo por respuesta una ovación cerrada mientras los focos del escenario dibujan una bandera arco iris.
De nuevo el góspel soul de manos alzadas toma las riendas con Too good at goodbyes, la última canción del concierto propiamente dicho, que termina con este pasaje indudablemente álgido para, como procede, dejar al respetable con ganas de más. Llegan así rápidamente los bises, primero con la delicadeza y la elegancia de Palace, y con los karaokes comunales de Stay with me y Pray después. Con el escenario a pleno rendimiento con los juegos de luces, el confeti cayendo desde el techo del O2 y el público puesto en pie reclamando más.
Pero ya no hay más porque han pasado dos horas y el espectáculo, aunque siempre deba continuar, esta noche toca irremediablemente a su fin. Tendrá continuidad este The thrill of it all Tour por Europa durante las próximas semanas, con doble ración en Barcelona y Madrid en mayo. Sacando en cada actuación el mayor partido a las emociones porque para Sam Smith la emoción lo es todo. Algo que, sumado a su elegancia clásica e innata, marca la diferencia en estos tiempos donde abunda el cartón piedra.
CRÓNICA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS