Rosendo – WiZink Center (2018) – Madrid
Rosendo – Las Vistillas (2015) – Madrid
Rosendo – Las Ventas (2014) – Madrid
Rosendo – La Riviera (2013) – Madrid
Rosendo – Pradera San Isidro (2009) – Madrid
Rosendo – Fiestas de Getafe (2007) – Getafe
Rosendo – Fiestas del PCE (2005) – Madrid
Rosendo – Festas del PCE (2000) – Madrid
Rosendo – Cárcel de Carabanchel (1999) – Madrid
El caso es que estoy buscando y no encuentro nada sobre un concierto de Rosendo en el Campo de la Mina de Carabanchel. Sí, ese contra cuyos muros habito. Que escucho los goles de nuestro equipo los domingos desde la cocina y me vengo arriba, caramba. Pero eso, no encuentro nada en internet, aunque yo sé que estuve porque a mi madre y a mi se empeñó en llevarnos mi hermano, el fan. Sería 1986 o 1987, eso tenía que ser.
Lo he vuelto a intentar en tiempo real, pero que no, que no veo nada. Llamaría a mi hermano pero ya es un señor mayor de casi 52 años (¡Qué! ¡No!), aunque en realidad sigue allí como yo. No sé, era algún tipo de feria en el puto campo del Carabanchel, que ahora tiene un bar y donde hace un par de sábados me encontré con Rodrigo Mercado y le comenté que había sacado (yo) una entrevista un poco loca con José Carlos Molina de los ÑU. Y nos reímos, claro, porque esas cosas son del barrio y en el barrio se quedan (no te vayas a mosquear, ya lo comentaremos).
Lo que tenía que haberle preguntado era concretamente cuando fue cuando su padré tocó en el barrio y la lió parda, pero da igual, es un recuerdo nebuloso que no documentaría nadie por ser en Carabanchel. Eso ya me lo sé, os damos igual pero vosotros a nosotros también. Pero tampoco me quiero desperdigar, que he venido aquí a pedirle a Rosendo que no se vaya, joder, que no hay necesidad, que si en lugar de ir a todo trapo vas a tu ritmo, pues duras más.
Yo he venido aquí a pedirle que no se vaya pero que, si ya es cosa de irse, pues que sea de corazón. Porque corazones rotos deja. Yo me veo desde fuera, tumbado en el suelo, viendo Tocata con el dedo en el REC. Y cuando ya pasaba un rato, te aguantabas un brazo apoyado en el otro brazo pero el dedito seguía en el jodido círculo rojo. Porque había que grabar incluso la presentación. Y así tenemos unas cuantas cintas TDK de VHS de 240 minutos repletas de vídeos musicales que ahora nadie ve.
Vale, ya tenemos plan, quedar para verlas. Eso mola. Porque yo, que nací en diciembre de 1978, era el encargado de grabar la mandanga buena mientras el personal andaba por ahí de bares que si jiji jaja. Lo que no sabían es que iba a ver así en primera plana el solo de Flojos de pantalón y se me iban a caer las pelotas al suelo. Eso ya con diez años, porque antes de sobra sabía que Rosendo era el de Leño, que luego se enfadaron e hizo Agradecido, Navegando, Pan de Higo, joder, es que menuda pesca.
Y yo ahi haciendo los deberes como un demonio para que me dejaran ver Tocata. Cuando penseis que vuestros hijos son un poco taradetes, sabed que les podeis poner lo que queráis ahora con YouTube, no lo que ellos ordenen. Mejor mandanga guapa siempre. Tocata no solo no me hizo mal sino que me formó en lo único que sé, el puto rock. Me cuesta la vida colgar un cuadro recto, pero la Fender Stratocaster roja y blanca de Rosendo la huelo desde la Avenida Nuestra Señora de Fátima, donde estaba el Virrey. Ahí. ¡Y lo que mola tener un héroe local!
Rosendo siempre fue uno más en casa. El único tipo ajeno al que mis padres prestaban atención relativa, más que nada porque mi hermano reventaba las paredes. Y yo que soy trece años menor, solo pedía más volumen, pues claro. Estoy viendo ahora el directo de Jácara de 1989 y es gracioso porque mi recuerdo es mi hermano llegando quien sabe cuantos días después. Igual fue pronto eh, pero algo me dice que no. Para mi todo era épica y entonces, según calculo, andaría por los 10 añitos. Y si el concierto fue un sábado, igual llegó otro sábado, no necesariamente el siguiente. Eso era el rock.
Estoy un poco mosca (no, es coña) porque el sábado pasado me encontré otra vez con Rodrigo en el parque con los críos. En realidad es habitual, puedo decir que mis hijos juegan con el nieto de Rosendo (hola Rodrigoooo, no te enfades, aquí hay que sacar galones, ya tu sabes, jaja). Y el hijo de Rosendo es Rodrigo, eh, que es un sol, pero la leyenda del rock es como es. Y el jodío hijo no me anticipó la noticia que llegaba el lunes, la gira de despedida. Lo comprendo porque me habría jodido el resto del finde de la tensión, yo no podría saber eso y guardarlo. Mother mine, me matáis. Se me pusieron los pelos de punta cuando me llegó el correo del comunicado oficial porque el paso del tiempo es un puto asco. Es lo único que me jode de veras.
Y este viernes, al apagar los cacharros en Europa Press venir hacia Carabanchel, donde habito, claro, me dio por pensar. Y al ver la cárcel al pasar, recordé el concierto de marzo de 1999. Recuerdo todas nuestras caras bajo la lluvia, los minis, los abrazos, los temazos. Y me he visto con 20 años a mi y 33 a mi hermano. Y ahora tengo 39 yo y 52 él. Y recuerdo las cañas de antes, el diluvio, el dueto con Luz, el desfase y las copas después en casa de George. Todo en un ámbito de dos kilómetros cuadrados desde donde estoy ahora mismo escribiendo viendo el Jácara 1989 en YouTube. Que veo la cárcel si ladeo un poquito mi cuello de cisne, vaya (de canijo escuchaba los gritos de amor de los internos para con sus novias, todo como muy normal, jodó).
Me acabo de bloquear porque echar cuentas nunca sale a cuenta. Nunca es gracioso, las matemáticas no reconfortan (bueno, Paloma, ella, es matemática, para darle más redondeo al perfil). Y es que además de los vídeos de Tocata siendo crío, de las conversaciones en casa con que si Rosendo vivía en la calle de al lado, los desfases rockeros del hermano mayor, la epifanía del concierto de la cárcel (con varias generaciones de post concierto hasta el amanacer…) Además de todo, es que el Rosendo canaliza todo lo que sentimos a través de sus movidas. Y lo mejor es que lo hace sin querer y si se lo dices, el notas se molesta. Es maravilloso, copón.
Me acabo de acordar de que George, el que puso la casa después del conci de la cárcel (es que vivimos literalmente al lado), es uno de mis compis de siempre para U2 y se ha quedado sin pista para los próximos conciertos del Palacio. Tenéis que ayudar al desvalido, es lo que merece. Eso me jode, veis. Porque es un corazón del rock. Que tendría que revisitar viejas fotos y paso, pero creo que estuvimos en las fiestas de Getafe o en las de Alcorcón o en las de Móstoles… alguna hubo y siempre con Rosendo como catalizador. Si eso no es ser un líder, que me lo expliquen los tontos del culo del mercadeo de los cojones.
A mi lo que más me flipa de Rosendo es la manera que tiene de quitarse importancia. Es un pionero del asco que dan las redes sociales. Que todos las usamos, pero hay una falta de decoro y elegancia que sonroja. Pues ahí tenemos a nuestro presidente siguiendo su camino, erre que erre, do re mi fa sol la si do, quinta arriba, quinta abajo, pie en la distorsión, dando una lección básica: Sigue a lo tuyo, haz tu camino, denuncia la mierda pero no pierdas las formas. Eso es lo que más les jode a los que no le pillan el rollo, que no pueden echarle nada en cara.
Voy a intentar hacer recuento de las veces que ha visto a Rosendo, no porque sea interesante, sino porque estamos con el tema. Yo voy a contar aquella noche ochentera siendo niño, porque aunque no parezca estar documentada, sé que estuve. Después, más o menos… Vale, desisto, yo creo que deben ser como mil veces. Porque pasados los años, ya no distingues los conciertos de verdad de los abrazos en los bares, de las fiestas en casa, de los trayectos en Metro. Hostias, y en el conci de Las Ventas, que estábamos todos los del barrio como militares, igual que estaremos en diciembre de 2018 en el Palacio de los Deportes (nosotros ya vamos comprando los boletos para la feria de pista).
Sí tengo que comentar que el verano pasado tuve oportunidad de entrevistar a Rosendo. Bueno, de hablar, porque yo en realidad hablo, no suelo llevar gran cosa preparada, pero no chivarse. Lo pasamos bien, me reconfirmó que no hay dobleces y que es admirable exactamente por lo que parece. A partir de ahí, ya que somos del barrio, que vivimos a dos calles, que coincidimos con los críos en el parque del tubo, yo lo que quiero es liarla por el barrio con el jefe. Eso debe molar, ahí en plan to loco sacando los galones. Mis hijos ya juegan con su nieto, el siguiente paso es montar el grupo de rock definitivo.
Bueno, es uno de los finales posibles. Más lírico en mi cabeza de cachondeo que en el suelo. Pero y qué, mientras tanto, vamos decidiendo de una puta vez dónde se pone la escultura o la estatua o la muñeca de cera, porque esto está dando ya demasiados rodeos y al final nos liamos. Rosendo, presidente. Quieras o no. En mi casa lo eres. Otra vez cenaremos rocanrol, pero no maldeciremos nuestra decisión. Porque total, es solo una canción y nos sentimos mejor. Y así podemos seguir encadenando versos de Rosendo hasta que descubra que la movida, efectivamente, sí que va con él. Porque nos pertenece y si, de verdad quiere retirarse, tendremos que votarlo.
Y tengo una PD: Cuando eras canijo, decías que desde Carabanchel para allá era todo campo. Ahora desde allá para acá es todo rock urbano. Tracatá.