Ramoncín: «Mi voz y mis dotes como cantante no han hecho sino mejorar con el tiempo»

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Cuarenta años de andadura musical dan para mucho, pero Ramoncín trata de condensarlos en Quemando el tiempo, una caja de 3CD+DVD que repasa toda su carrera y que incluye el documental ‘Una vida en el filo’, dirigido por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega. Se trata, por tanto, de la compilación definitiva sobre el artista, nacido en Madrid en 1955.

«Lo de las cajitas y los aniversarios acaba gustándonos a todos», bromea Ramoncín en entrevista con Mercadeo Pop, antes de aclarar que, a su juicio, esta que llegará el 21 de abril tiene «un sentido distinto porque no coincide con ninguna fecha de esas redondas que ahora se aprovechan tanto».

Quemando el tiempo contiene en dos de los discos 36 canciones de su discografía. El tercer disco incluye siete temas de su catálogo (y un inédito) regrabados en acústico con producción de Gabriel Abril. «Al final es una caja que lleva dos discos de grandes éxitos, otro con versiones completamente distintas llamado Ramoncín en los huesos, y también el documental, que creo que está muy bien y trata de encajar todas las piezas. Así creo que todo esto cobra sentido», explica.

Una vida en el filo, por su parte, es una película documental que cuenta con la participación del propio artista y con multitud de imágenes de archivo de su carrera. Además, hablan amigos tan variopintos como el expresidente del Gobierno Felipe González, músicos como Loquillo o Miguel Ríos y periodistas como Jesús Ordovás o José María Íñigo.

El metraje se inicia con Ramoncín diciendo que a todos nos gustaría que contaran nuestras vidas desde la verdad objetiva, lejos de la relativa o la manipulada. «Pero eso es imposible», concede el protagonista, al tiempo que pone en valor la presencia de «diferentes voces» para, junto a la suya, contar «lo vivido».

«Es que hay un nivel de manipulación acojonante. Hay un Ramoncín que no conozco y que digo que no soy yo, y luego otro que se aproxima más o menos a la verdad, con todo lo bueno y lo malo. De esto me di cuenta prontísimo y a lo largo de cuarenta años he constatado que hay un método y un patrón. Hay una manera de contar las cosas y tienes que tener mucho cuidado», apunta.

En el documental se suceden los reconocimientos hacia su figura pública y privada. «Me tomo los halagos con mucho respeto, pero en un momento de mi vida tomé una decisión: si no me gusta cuando hablan mal de mi, tampoco me puede gustar tanto cuando hablan bien. Hay que encontrar el equilibrio», reflexiona.

En un momento dado, incluso Loquillo afirma en un momento dado que él no existiría como artista si no hubiera sido por Ramoncín, algo que el madrileño ve así: «El Loco dice verdad porque dice su verdad. En las primeras puestas en escenas de Loquillo se notaba claramente que había estado viendo a alguien, y cuando yo iba a Barcelona me espera siempre en las puertas de las radios para saludar».

Reivindica en este punto Ramoncín su papel pionero al recordar que tras la época de proliferación de versiones anglosajonas de los sesenta, en la primera parte de los setenta había un «silencio absoluto en el rock», con preponderancia de cantautores.

«Aparte de los famosos recopilatorios de Viva el rollo, el primer disco que se graba completo de rock en castellano en esa época es el mío, de febrero de 1978. Luego llegaron ese mismo año Asfalto y Tequila, con canciones propias cantadas en castellano. Los chavales vieron que se podía hacer algo como lo que todos nosotros hacíamos», subraya.

En este punto, además, destaca que él tuvo la «suerte de no encajar en ningún sitio», ni en los grupos de rock urbano «ni en lo que luego fue la movida», y por eso pudo disfrutar durante todos los ochenta de su época de mayor éxito masivo.

Y es más, recuerda su segundo concierto, que fue en Móstoles con Banana, la banda de Salvador Pérez, y los propios Asfalto: «Ellos eran las estrellas y además eran los únicos que tenían equipo de luces y de sonido. Les seguía por todas partes donde tocaran, aunque me mataba un poco su parte sinfónica, que alargaba demasiado los temas. Luego empezó la historia de los temas de tres minutos y eso les mató en aquella época».

La etapa de mayor éxito popular de Ramoncín abarca desde finales de los setenta hasta principios de los noventa. Una década larga que recuerda «sin melancolía, porque si caes en eso estás jodido». «Fue muy divertido, pero no hay tiempo mejor que el presente. Aquello tuvo cosas buenas y malas, me llamaba la compañía para decirme que era número 1 pero también para decirme que aquel otro dísco no se vendía. Cuando haces una carrera larga, es así como funciona», rememora.

Asimismo, recuerda que la gira de su doble disco en directo Al límite: Vivo y salvaje (1990) fue «increíble» pero también le indicó que «algo no iba bien», pues en «pleno éxito, con el álbum vendiendo 400.000 copias», él no se sentía «ya feliz». «¿Era más feliz cuando llenaba La Farga de Hospitalet con 17.000 entradas vendidas o el otro día con 500 personas en la sala Changó de Madrid? Pues no sé qué decirte», plantea.

Va más allá Ramoncín al admitir que en aquella época triunfal llegó a sentirse como «un día más en la oficina». Fue entonces cuando la compañía le dijo que grabara lo que fuera porque se iba a vender y él decidió no hacerlo porque «estaba seco». «Eso era lo del Metal Machine Music de Lou Reed, como si grabo un huevo frito en la sartén. Pero dije que no. No me pongo en plan honesto ni nada de eso, simplemente no quise», destaca.

Desde entonces, entró en una etapa musicalmente más pausada, compaginando su pasión con otros ámbitos como la televisión o la escritura, aunque reivindica su disco de 1998 Miedo a soñar, que le parece «fantástico». «Yo tengo capacidad para grabar un disco nuevo todos los años, ¿pero quién necesita un disco nuevo mío todos los años?. Ni mío ni de nadie», recalca.

«Los mismísimos Rolling Stones ya se dieron cuenta de que no hace falta. Y la industria tampoco está dispuesta. Luego ahí tenemos a Loquillo que saca uno al año porque está en esa dinámica. Hay que grabar cuando lo sientes, cuando fluye, cuando lo necesitas. Y dentro de poco volveré a la compañía y diré que tengo unas canciones y veremos qué hacemos con ellas. Antes nadie preguntaba, se grababa porque había que grabar», apunta.


Uno de sus regresos a los escenarios tuvo lugar en 2006, con una gira que tuvo una noche especialmente lamentable en el festival Viña Rock, donde tuvo que suspender prematuramente su actuación debido a que parte del público lanzó diversos objetos al escenario. Pagaba así el pato el cantante por su lucha contra la piratería musical desde la SGAE, convertido en chivo expiatorio.

Se trata de un episodio inevitablemente recordado de su trayectoria, que también aparece en el documental, con el periodista Mariskal Romero proponiendo su regreso allí por una cuestión de justicia. ¿Está dispuesto Ramoncín a volver a la cita de Villarrobledo? «Si me llama la gente del festival y me garantizan que vamos a ser recibidos con respeto, yo no tengo ningún inconveniente en ir a cualquier sitio, en volver al Viña Rock y arrasar con mi banda», asegura.

Y tira de orgullo rockero para añadir en este punto: «Porque bueno, yo creo que esto va a estar feo, pero en directo no tenemos mucha competencia, ni aquí ni en ningún sitio. Ahora somos una banda muy rodada, tenemos un repertorio muy bien elegido, sabemos muy bien lo que tenemos que hacer… y gracias a los dioses mi voz y mis dotes como cantante no han hecho sino mejorar con el tiempo».

Por eso, agrega que definitivamente no tiene «ningún inconveniente» en regresar al Viña Rock: «Que te sepas seguro de ponerte en un escenario y que vas a responder… Imagínate salir y concentrar en cincuenta minutos un concierto como el nuestro que pasa de dos horas. Es salir, echar fuego y marcharnos. Allí donde me respeten voy encantado. Donde no quiero ir nunca es donde no me quieren. Lo hice una vez, me equivoqué y ya está».

No se obvia tampoco en la película sus problemas judiciales derivados de sus años en la SGAE, y avanza su intención de comentarlo de modo más «serio en su momento, en un libro de memorias o donde sea, bien documentado». «Lanzan un bulo, tratan de martirizar a alguien y las autoridades más importantes, o sea, tres magistrados de la Audiencia Nacional terminan diciendo que me dejen en paz, que ya está bien de esta injusticia», señala al respecto.

Por último, admite que aunque está bien eso de que «el que resiste gana o que el tiempo pone a cada uno en su sitio», él hubiera preferido que no le hubieran «movido y no hubiera tenido que esperar». «La vida tiene un pastel y yo quiero mi parte. No quiero la guinda, quiero la parte que me toca. Quiero que la ración de pastel que me toque que me la devuelvan, no quiero otra cosa», concluye.

Toda la información sobre la actividad del artista madrileño, está en www.ramoncin.com.


ENTREVISTA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS
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