playa cuberris madrid

Playa Cuberris (2023) Teatro Barceló Madrid

Crónicas
Playa Cuberris en Madrid: contemplar las olas arder

Decía Frank Zappa que hablar de música era como bailar de arquitectura porque no estuvo viendo a Playa Cuberris en Madrid. Y es que aquello no me lo dijo a mí, claro que no, pero yo vengo aquí a hablar del edificio que queramos diseñar mientras bailamos en un pogo eterno de codazos y hostias violentas. Con nosotros dentro y el mundo, efectivamente, rotundo ahí fuera. Puede ser el tráfico de una avenida en Carabanchel lo que parece el rumor de las olas nocturnas o puede ser la marea subiendo y bajando en la Playa de Cuberris.

Porque el rock no conoce del tiempo y el espacio. Es una cosa que suena y cada cual, a su manera y en sus posibilidades, le da forma y sentido. Por eso es viernes por la noche y estamos en el Teatro Barceló. Por eso. Porque podríamos no estar, pero estamos. Y, como estamos, somos. Evadidos. Foragidos. Divisando arder la Playa de Cuberris que esta noche es el Teatro Barceló de Malasaña. 350 kilómetros desde aquí hasta Cantabria. Tú y yo podemos ser ‘Gigantes’ contra la naturaleza.

Siempre me sale el deje de que Playa Cuberris son la banda de rock de una nueva generación. Pero resulta que no es un deje, sino una certeza. Palabras que se medio dicen y que resulta que son exactamente lo que estás diciendo. Playa Cuberris son la banda de rock de una nueva generación. Y, aunque le joda, que le jode y esto espero que le joda y me escriba para odiarme, Pedro, su cantante, es el Carlos Tarque de una nueva generación.

Con lo (tantísimo) que me ha gustado Carlos Tarque. Con lo que me gusta, supongo, aunque algo difuso ahora mismo (desafección), Carlos Tarque. Me gusta que Pedro Girón sea para mí, como lo es, el nuevo Carlos Tarque. Y he puesto cuatro veces no en vano el nombre del cantante de M Clan, que a su vez es el mejor cantante de rock que tenemos aquí, para que quede claro que aunque las comparaciones sean odiosas, alguien tiene que hacerlas. Y yo quiero hacerlas. Porque lo veo y me gusta y quiero que te guste a ti también.

‘Gigantes’ fue la primera. ‘Turin’ la segunda. ‘Alta tensión’ la tercera’. ‘Zeppelin’ la cuarta. Bruno se iba a dormir, pero a sus cinco años se puso a botar agarrado a la barandilla. ‘Corleone’ era nueva y la aguantaba, luego decalló en ‘Victoria’. Han cambiado tanto los conciertos de rock. Pero bueno, la verdad es que enumerando las canciones ve uno un repertorio consistente, actitud rockera y estoy haciendo gestos a lo Robert de Niro con la boca de medio lado. Supongo que eso quiere decir, at the end of the day, que algo mola. Y asiento así como si fuera de Brooklyn. Yo digo sí.

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Vaya rollo las crónicas que te dicen lo que tocaron. Siempre lo he pensado porque he leído miles de millones. Yo sé lo que tocaron y, si te apetece, te lo enumero. Pero como leí tantos miles de millones que me formaron para llegar a hoy, me permito la licencia de contarte que pudieron seguir tocando durante horas y la gente quería una y otra más. Y otra más. Es así como son los conciertos, querido niño (que sostengo en mis brazos dormido). Yo siempre los he visto como un lugar en el que la Tierra deja de girar mientras afuera sigue girando. Y así exactamente es como es escuchar las olas de Cantabria desde Carabanchel. Imagino cosas que Ricardo Rubio convierte en fotos. Mi labor es imaginar, la suya retratar así.

TODAS LAS FOTOS SON DE RICARDO RUBIO

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