Pereza (2012) Palacio Vistalegre. Madrid

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Lugar: Palacio Vistalegre. Madrid
Fecha: 8 de junio de 2012
Asistencia: 12.000 personas
Precio: Desde 25 euros
Artistas Invitados:
Almas Mudas

SetlistLeones, Animales, Manager, Quiero hacerlo esta noche contigo, Como lo tienes tu, Yo nací para tocar en un conjunto, Estrella polar, Voy a comerte, Pirata, Windsor, 4:26, Amelie, Superhermanas, Beatles, Llévame al baile, Violento amor, Pienso en aquella tarde, Madrid, Lady Madrid, Margot, Aproximación, Por mi tripa, Todo, Que parezca un accidente, Grupis, Señor kioskero, Superyonkis


Late Carabanchel salvajemente como cada viernes por la tarde, con esa pulsión de barrio a vida o muerte que obliga a apurar cada instante como si fuera el último. Atronan los tubarros, aturden los coches con la música a volumen brutal, gritan insoportables los chiquillos, las niñas y los niños se miran ansiosos y los adultos corren de aquí para allá desorientados apurando tareas y recados sin enterarse en realidad de nada, como siempre. Los ancianos, con otro ritmo, el suyo, perezoso, observan curiosos cómo la muchachada toma al asalto el Palacio Vistalegre una vez más, en esta ocasión para celebrar la resurrección por un día de una de las bandas fetiche del pop rock patrio de los últimos años, mientras Leiva y Rubén pasan ahora los meses enfrascados en sus proyectos en solitario.

Con la selectividad superada por unos pocos y el verano más o menos despreocupado en la generalidad, básicamente esto es la guerra. Porque hoy los veinteañeros son mayoría (de más de treinta hay justo esto, una treintena y gracias) y marcan la velocidad con el agotador ritmo de sus incansables y hambrientos corazones. Chicos de barrio buscando su niña de papá y chavalas bien buscando su canalla estrella del rock de pose más o menos impostada, ese que abre portales a ver qué consigue en la oscuridad. Mientras tanto, esta noche caben todos en el mismo sitio por obra y gracia del fresco cancionero que Rubén y Leiva han construido a lo largo de los años, desde que a finales del siglo pasado comenzaron a ocurrir cosas, mil años hace ya.

Cosas como Leones, Animales o Manager, que ya de antemano ponen los pelos de punta en una concurrencia que grita no, lo siguiente, y que sin duda hace sentir a nuestros dos protagonistas como dos ‘madelman’ de esos cachas insoportablemente inmortales. Porque no les ha ido en absoluto mal desde que en septiembre de 2011 anunciaran sendas carreras en solitario, pero justamente también en solitario tienen que luchar contra el poder de tónadas como Quiero hacerlo esta noche contigo y Estrella polar, composiciones de alguna manera épicas y gracias a las cuales el sonido mejora de manera notable y ya la cuestión fluye fácil. El impagable empuje juvenil pone todo lo que tiene que poner y la película avanza con trama, nudo y desenlace. O lo que sea. Alguno acabará magullado pero eso, amigos, nos da igual ahora mismo.

La grada se queda canija, esa es una obviedad, y no queda más remedio que mover las cintas de seguridad. Menos mal porque en caso contrario lo de la grada habría sido situación de emergencia nacional. ¡Ni rescate ni leches, muéveme a esa gente, demonios! Al final el personal termina cantando despreocupado lo que viene siendo casi detrás desde detrás del escenario. Mientras tanto, entre canción y canción es prácticamente como si saliera Michael Jackson a hacer el moonwalking, un delirio inexplicable sin preguntas hasta arriba de guitarras que van ganando con el tiempo, que van convenciendo con el tiempo, que van respondiendo preguntas más o menos importantes con el tiempo. Estamos aquí por algo… esa es buena.

Esta noche este par de dos están triunfando a lo grande mientras la concurrencia se pregunta, entre paseo y paseo a la barra, quien tiene razón de los dos en esa interminable pelea de egos que terminará finiquitando a Pereza, siempre tratando de descubrir quien es más Keith Richards que el otro. Bueno, realmente eso es mucho decir a día de hoy, pues nadie a dicho la mayor y mientras tanto la cuestión queda en algo amigable asumido por todos como razonable. Si salen al escenario y se pegan dos horas y media de éxitos, mal mal lo que viene siendo mal no se pueden llevar.

Otras que suenan, no necesariamente en orden ni necesariamente bien (lo del sonido en Vistalegre es una lucha perdida prácticamente siempre), son Pirata, Amelie, Superhermanas, Beatles, Llévame al baile, Violento amor y Pienso en aquella tarde, todos himnos de piscina de urbanización, uno detrás de otro, vociferados con locura por la concurrencia desprejuiciada. Sumemos Lady Madrid, Aproximación, Por Mi Tripa, Margot, Todo, Que parezca un accidente y Grupies. Así clavan una primera parte generosa que hace de Pereza una banda asquerosamente preparada para el directo, incluso de manera ocasional.

Por momentos tiembla el suelo con esas letras lúbricas que disparadas un viernes por la noche primaveral de hormonas desatadas son más peligrosas que los mismísimos Rubén y Leiva de madrugada en los años locos del Siroco y el Honky Tonk, garitos madrileños en los que seguro que más de uno y más de dos les recuerdan con indisimulado pavor a la par que ensoñadora nostalgia. Años piratas y talibanes en los que nunca perdieron el romanticismo ese de chicos duros pero blanditos al mismo tiempo. Porque ya sabéis aquello de que las canciones de amor forman parte de una conspiración para ligar, parir y tributar. Sobre todo tributar. Las cante quien las cante.

Los bises consisten en dos canciones triunfales como Señor Kioskero y la siempre jocosa Super Junkies, que básicamente apela a romper los sueños de infancia y reconvertirlos en un “esto es lo que hay” de andar por casa con mensaje de superación personal incluido. Droga mediante, por supuesto, lo otro es demasiado preciosista. Porque después de más de dos horas todos somos súper drogatas, nada perezosos, valga el comentario fácil, casi zafio. Y porque después de más de dos horas Pereza se van y nos dejan sin saber hasta cuando.

Porque después de dos horas ahora que sea lo que dios quiera. Porque después de dos horas ya de nuestra parte lo hemos puesto todo. Y disfrutar más se puede, pero tal vez no conviene. Porque después de más de dos horas han repasado casi todo y terminan sin camiseta, aunque se dejen Princesas en el tintero. Porque se lo han pasado de muerte, como esos adultos locos que se plantan el Scalextric en casa sin pedir permiso. Porque han disfrutado de su juguetito, a todas luces añorado, y luego ya veremos. Lo más importante es justo eso. Que luego ya veremos. Mientras tanto, el viernes en Carabanchel arde no, lo siguiente. Y lo siguiente es de juzgado de guardia.

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