Maika Makovski: «Me gustan las primeras tomas, los fallos, los ruidos, la magia»

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Cuatro años después de su anterior disco, Maika Makovski (Palma de Mallorca, 1983) está de vuelta con nuevo disco, Chinook wind, integrado por una decena de canciones que plasman su propio periplo vital. Un peregrinaje que le ha llevado a descubrir el mismo germen de sus raíces en Macedonia, país al que acudió en 2013 a conocer sus orígenes y donde ella misma sitúa el nacimiento de este álbum.

«Hay gente que tiene la suerte de hacer música de una manera más formal, pero yo para hablar de mi música tengo que hablar de mi vida. Eso me da un poco de corte en ocasiones pero no encuentro otra manera», confiesa a Mercadeo Pop, para luego añadir que sus textos, «aunque no siempre estén basados al dedillo» en su vida, «normalmente son bastante autobiográficos».

Inclasificable como siempre, Maika asegura que se ve a sí misma como una «artista folk, una artista de raíz pero sin raíz». «Hubo un momento en el que sí sentí que tenía raíces con mi familia en Mallorca, hasta que a los 15 años hice mi primer viaje y empecé con el síndrome del desarraigo, también propiciado por que mi madre sea malagueña y mi padre macedonio. Y ese síndrome me da libertad para dejarme influenciar, me siento con licencia para robar», plantea.

Siempre inquieta, en Chinook wind vemos a una ‘nueva’ Maika Makovski que da un nuevo giro a su trayectoria «partiendo peras, al menos por el momento», con su banda habitual. «Sabía que no quería una sonoridad rock. Me quedé colgando en el abismo porque no tenía nada más. Eso fue honestidad conmigo misma pero también un poco de inconsciencia porque es paralizante», recuerda sobre el cambio de tercio al verse sola sin sus músicos habituales.

Y a este respecto, añade que «quedarte sin absolutamente nada da muchísimo vértigo», al tiempo que admite que le ha «costado mucho reaccionar y saber hacia donde ir». Eso sí, ahora se muestra satisfecha de su momento actual y afirma que «cuando no puedes poner el automático salen las cosas más apasionantes».

Agrega Maika que, desde su punto de vista, cree que su público es «muy consciente» de que no puede pedirle «repetición de disco a disco». «Mi público suele ser gente muy abierta y receptiva a lo que puedo ofrecerles. Y eso es un lujo porque no me siento criticada cuando hago un cambio o hago cosas que no son fácilmente definibles con dos adjetivos», recalca.

«Al final la gente se rinde conmigo», asegura entre risas, argumentando después que al escucharla intentan ponerle «en una etiqueta pero luego no saben» donde encajarla realmente. Esto se debe a que, según subraya, escucha música «que no se nota» que escucha, así como a que a estas alturas ya tiene un «vocabulario extenso para traducir una vivencia en diferentes colores».

«Me pasa igual al escribir, porque en mi caso tiene más sentido hablar de vivencias que de influencias musicales. Pero la sensibilidad folk sí que la tengo,me gusta mucho la música muy esencial, cuanto más desnuda mejor. Me gustan las primeras tomas, los fallos, los ruidos, la realidad y, por otro lado, la magia. Me gustan las cosas crudas y desnudas por lo general», reflexiona.

Tras lamentar que ahora ya no haya discos con fallos -«lo puedo entender con la música clásica pero no en la de autor, el fallo es vida, es respirar», defiende-, señala que llevar este nuevo álbum al directo es un «proyecto ambicioso» porque son «nueve personas en la carretera». «Va a ser una gira sobre todo de teatros, porque ya el disco lo pide. Cuarteto de cuerda, tromba, batería y yo con voz y guitarra»,apunta.

Para Maika, «apostar por algo así hoy en día tiene su riesgo y sus dosis de valentía e inconsciencia», puesto que es «una formación muy especial y es muy bestia la cantidad de música que hay en el escenario». Por eso y por la presencia de «tantas sutilidades y sabores delicados», considera que el teatro es el lugar idóneo para presentar en vivo los temas de Chinook wind.


«Empezaremos en septiembre. En algún momento también me va a apetecer volver a dar un guitarrazo. Lo sé, funciono un poco así, cuando me voy a un extremo después quiero tirar para el otro», avanza Maika, no sin admitir que años atrás sentía «pavor» por los teatros, aunque después aprendió a «torear que el público estuviera sentado y prisionero en su silla».

Por último, afirma que «el éxito es poder seguir creciendo y aprendiendo musicalmente», y revela que le gustaría «ser mejor instrumentista, aprender a grabar mejor y tener la oportunidad de trabajar con músicos de raíz». «Me gustaría poder girar más en otros países y otras culturas y ver cómo reciben mi música sin conocerme», plantea.

Y antes de terminar concreta un poco más sus posibles planes de futuro, con su enésimo giro en el horizonte deseable: «Me apetece mucho hacer un disco de folk con músicos e instrumentos balcánicos. No sé hasta qué punto acabaría eso siendo un disco de punk en realidad, porque las frecuencias de esos instrumentos son un poco como la mezcla del raw power».


ENTREVISTA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS
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