Lugar: Joy Eslava. Madrid
Fecha: 21 abril 2017
Asistencia: 500 personas
Artistas Invitados: Siberia
Ardor, sudor y fornido rock de estadio
Nos decía Sean Marholm en una entrevista días atrás que ahora Dinero asustaban menos en los primeros veinte segundos de cada canción, consecuencia directa de la búsqueda de nuevos sonidos y novedosas atmósferas en las canciones de su cuarto disco, ‘Cero’, en el que pasan oficialmente de trío a cuarteto.
Y aunque en absoluto mentía el vocalista y guitarrista, digamos que esa afirmación vale para la grabación del disco, pero no tanto para el directo, pues tal y como pudimos comprar este viernes 21 de abril en la sala madrileña Joy Eslava, Dinero mantienen intacta la que siempre ha sido su seña de identidad: el ardor en la entrepierna guitarrera.
Vamos, que si te parece que la banda madrileña ha variado de rumbo y su más reciente álbum no te termina de cuadrar, lo suyo es que acudas a la sala de turno o al pertinente festival y te pegues el festín habitual de guitarras frenéticas, tambores de guerra y estribillos sudorosos.
Digámoslo de nuevo, no pasa nada por ser reiterativos: no hay ninguna banda tan Foo Fighters por estos lares. Han pasado ya casi seis años desde que los de aquí telonearan a los de allí en el Palacio de los Deportes y eso no ha cambiado. Y eso a lo que nos referimos, además, es una garantía que crece con el paso de los años.
Eso lo sabemos los alrededor de 500 congregados en la Joy Eslava, como decíamos, dentro del ciclo Escenario Eslava, en una noche de transpiración especialmente poderosa que arranca con temas nuevos como ‘Año cero’, ‘Mata hari’ y ‘Bajo cero’. Sin rastro de sintes por el escenario, con una propuesta tan sencilla como avasalladora.
Tan fiero y certero como siempre, Ekain Elorza marca el ritmo marcial de la velada mientras Sean Marholm se desgañita y lanza guitarrazos inmisericordes a diestro y siniestro, perfectamente secundado por Juan Sánchez en la segunda guitarra y Alain Martínez al bajo. Esa es la formación actual de Dinero, siempre en torno a la pareja fundadora, que pasa por ser una de las más luchadoras del panorama musical patrio.
‘Dinamita’, ‘Purasangres’, ‘Efecto granada’, ‘Nada’ y ‘Jaque mate’ mantienen las turbinas a pleno rendimiento en una sala que no está llena, pero en la que hay indudable entrega recíproca. ‘Tan real’ es el punto de inflexión y pone el momento emotivo con la aparición como invitada de la hermana de Sean para cantar a dúo.
Todo lo que sigue es un cancionero arrollador coreado con vehemencia por los asistentes, constantemente arengados por un vocalista empapado en sudor que no se conforma y quiere más y más intensidad, más y más altura, más y más deshidratación, más y más de todo. Dinero siempre han sido aplastantes en vivo y, tras diez años en la brecha, ahora como cuarteto han ganado músculo.
Por eso suenan tan desafiantes ‘Cómo cuándo quién’, ‘Duelo de titanes’ y ‘Saboreal’ con Sean adentrándose entre el público con su guitarra en uno de esos momentos tan agradecidos para el público. ‘Mentiras’, ‘Armas sin filo’ (¿le mejor de las nuevas? sí) y ‘Una noche más’ muestran la cara más rock de estadio de un grupo que, de ser guiri, tocaría ante audiencias más amplias.
Pero son de aquí, son de los nuestros, y todavía tienen en la recámara su bala infalible, ese ‘En invierno’ con el que toda la sala se viene primero arriba y después literalmente abajo cuando Sean ordena el arrodillamiento colectivo para, acto seguido, conseguir ese golpetazo de electricidad con el que toda la Joy se tambalea en una agradabilísima zozobra de rock mayúsculo fuera de control.
Hora y media de rock arrollador, déspota y casi dictatorial, que desgañita, que destila, que gotea, que empapa, que agota. Los únicos que no se agotan son los músicos, Sean y Ekain con sus dos nuevos compinches, auténticos purasangres, corredores de fondo que siguen su camino con convencimiento y testarudez. Porque cada concierto para Dinero es como empezar de cero. Y así tiene que ser.