Coldplay regresan con dos canciones: la previsible ‘Orphans’ (peor) y la ambiciosa ‘Arabesque’ (mejor)

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Tal y como estaba previsto, Coldplay están oficialmente de vuelta esta tarde con dos canciones de su próximo álbum, ‘Everyday life’, que llegará íntegro el 22 de noviembre.

Un doble anticipo con dos caras bien diferenciadas. Por un lado, la previsible ‘Orphans’, ideada claramente para ser coreada por multitudes en grandes estadios, pues tiene todos los ingredientes para ello.

Tiene todos los ingredientes que uno puede esperar de Coldplay, con ese tono luminoso y britante, esos «uh uh» tan de Chris Martin y un coro que trata de elevar una canción en la que tal vez lo más destacable sea la percusión con un punto tribal.

La letra pone el resto: «Woo woo woo woo oo oo oo / Tulips the colour of honey today (it’s true true) / Woo woo woo woo oo oo oo / With bombs going boom baboomboom / He say I wanna know when I can go / Back and get drunk with my friends / I wanna know when I can go / Back and be young again».





Al ser un álbum doble con una parte llamada ‘Sunrise’ y otra ‘Sunset’, era de esperar que tuviera dos partes bien diferencias. Y eso es exactamente lo que encontramos en el otro estreno, ‘Arabesque’, mucho menos convencional.

Cuenta con una ambientación más oscura, la voz un tanto distorsionada y Chris Martin incluso cantando en francés. Parece claro que es un tema de unión entre culturas, que bien podría hacer referencia al atentado terrorista de la sala Bataclán de París -por aquello de meter versos en francés-.

Lo más inesperado es que hay un solo de saxo hipnótico e inquietante de prácticamente un minuto, y que el tema se cierra con algo de esperanza y lemas como «Music is the weapon, music is the weapon of the future» o «Same, same blood».

En definitiva, comercial y facilota ‘Orphans’; mucho más experimental y atrevida ‘Arabesque’. La primera es un pepino para las listas de éxitos, la segunda una audacia que hay que valorar en unos Coldplay que podrían conformarse con su versión más radiable. 

Personalmente, me quedo con la osadía, puesto que los Coldplay de pop de estadio y pulseritas de colores hace tiempo que no me dicen gran cosa. Y porque en mastodontes de este tamaño hay que agradecer siempre el riesgo y la experimentación.

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