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Bunbury: Curso de levitación intensivo

Críticas Discos

Se preguntaban hace unas semanas Bunbury y Calamaro por qué hablamos más de los textos que de la música de sus canciones o de sus grabaciones. Bueno, pues ‘Curso de levitación intensivo’ es parte de la explicación.

Porque en el último disco del español, segundo de 2020 siete meses después de ‘Posible‘, está el relato de nuestros tiempos. Cantado por una voz generacional como pocas, que incluso ladra para resumir todo esto que inesperadamente nos pasa.

Y ocurre que puede que se llame ‘Curso de levitación intensivo’, como de hecho ocurre. Pero esta colección de canciones se abre con ‘N.O.M. (Nuevo Orden Mundial)’: y este es un título seguramente más certero y propicio.

El ‘Nuevo Orden Mundial’ defiende la existencia de un plan diseñado con el fin de instaurar un gobierno mundial único. Burocrático y controlado por sectores elitistas y plutocráticos. Y esto viene de algún siglo antes de toda la movida del 5G y su espinosa relación con Twitter.

Con este mínimo contexto, cómo no va a tener relevancia lo que se dice. Más aún con títulos de canciones que son en sí mismos ya una historia: solo con leerlos ya cada cual podría escribir su propio relato. El dichoso relato que es lo que más conviene no ya escribir, sino controlar.

A saber, aparte de ‘N.O.M.’: ‘El día de mañana’, ‘El precio que hay que pagar’, ‘El momento de aprovechar el momento’, ‘Malditos charlatanes’, ‘Tsunami’, ‘El pálido punto azul’, ‘Ezequiel y todo el asunto del big-bang’ (un título mayúsculo, qué duda cabe), ‘La gran estafa’ y ‘Tenías razón en todo’.

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Enrique Bunbury es voz en forma y fondo. Lo buscara o no. De ahí que tenga el privilegio de ser uno de los autores a los que la gente quiere escuchar palabra por palabra. No hay tantos así, eh. Somos muy condescendientes con las letras de un montón de otros, pero no con las suyas. Con sus opiniones tampoco precisamente por lo mismo.

Ocurre que contiene ‘N.O.M.’ semejantes disparos: «El burdel está abierto y te quejas del horario. Quieres vacaciones en prime-time. El nuevo orden mundial sabe lo que hace y no lo sabes apreciar (…) Lo que esperan de ti. Lo que esperan de ti. No lo mereces. Lo que esperan de ti lo harás muy bien». Vaya temarraco, tú.

Hablamos de un álbum creado en pleno confinamiento pandémico. Ya solo por eso, el personal atiende a las palabras por encima de la música. Es comprensible esa pequeña gran queja del autor, pero es un período tan loco y desconcertante, buscamos las respuestas en el único lugar posible: en las empecinadas palabras.

De ‘Malditos charlatanes‘ es especialmente remarcable este rechazo a tanta charla por ahí en las redes sociales y las mierdas de tertulias televisivas. Con una réplica muy por encima: «Escribiré contra el olvido. Porque mientras yo escribo, otro habla de lo que hago o digo con aires de superioridad moral. Y una incapacidad total para crear algo de belleza. Si sólo puede desarrollar destreza para destrozar».

Musicalmente, tengo que admitir que siempre me cuesta definir los discos de Bunbury, porque para mí son exactamente eso y ya está: discos de Bunbury. Así de puta madre. Esa es otra medalla que el español puede ponerse en el pecho y que poquísimos pueden. El de ser un estilo en sí mismo.

‘Curso de levitación intensivo’ es, supongo, un álbum de autor. De cantautor, prácticamente, que por fortuna trascendió el viejo tópico de voz y guitarra desenchufada. Y el autor que Enrique es en este momento no es rock, ni tampoco electrónico. Sin dejar de ser ni rock, ni electrónico.

En esa paradoja de no ser para ser reside la libertad que lleva, en última instancia, a escapar de las etiquetas. Puedes ser todo lo que quieras porque en realidad puede que sea así o no. Ocurre con la música igual que con las letras: todo depende de las herramientas.

Tanto la música como la letra es poesía a la par. Cuando tienes el ritmo, las palabras cobran sentido. Y múltiples significados se generan en función de nuestra manera particular de percibir todo eso. Cada cual entenderá lo que sea capaz de. Es magia. O lo que sea.

Yo creo entender que ‘Curso de levitación intensivo’ es un álbum más rítmico. En el sentido de que la batería de Ramón Gacías cobra un protagonismo relevante. Es una constante, pero destacaría cuando ‘N.O.M.’ rompe y, por encima incluso, su gran trabajo en ‘La gran estafa’ con ese compás tan complicado.

Y acaba el disco con algo que sí es totalmente inesperado: Bunbury dando la razón en todo a quien sea (risas enlatadas por una vez). Con un mantra que no se sabe si es concesión o disculpa: aquí entramos de nuevo en lo enigmático de las palabras por descifrar. Pero hay una certeza: resulta hipnótico ese desenlace que repite «tenías razón en todo».

Ojalá llegáramos a semejante conclusión cuanto antes, para bien o para mal. Gane quien pierda, pierda quien gane. Seguramente no sea ‘Posible‘. Mientras tanto, Enrique Bunbury sigue con una carrera consistente como pocas.

Es que, vamos a ver, incluso su adorado David Bowie, de quien heredamos el gusto por el saxo, tuvo épocas de creación imposible. De bajona. Igual le empujaba el peso de su propio nombre, conocido desde la Tierra hasta Marte. Es altamente ‘Posible‘.

Mientras tanto, Bunbury ha entregado dos discos en 2020 que no solo no desmerecen, sino que mantienen su paciente caminar. Con el único objetivo último de que la obra esté por encima de todo lo demás. Y eso no decae. Eso se mantiene ahí arriba. Que cada cual ponga la manita a la altura que quiera, pero no es por debajo de la cintura.

Una carrera larga, una voz propia. Que escuchen tu música y atiendan a tus palabras. En tiempos despistados, esa es la medida que da la talla de Enrique Bunbury.

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