El teatro como lugar sagrado: un Bono esplendoroso nos cuenta su vida y nos canta nuestras vidas
Si me hubieran atropellado mortalmente la noche del 28 de noviembre de 2022 en la Gran Vía saliendo del Teatro Coliseum podría seguir tuiteando eternamente, puesto que aquella noche trascendí mi cuerpo a través de Bono cantando ‘Torna a Surriento’ a pulmón abierto. Eso ocurrió como poderoso colofón a una improbable velada de lunes aquí, en Madrid, con todos nosotros por imperativo legal sin móvil juntos, allí.
Sentaditos en nuestras butacas, expectantes y respetuosos. Bueno, uno bramó un par de veces que si no escuchaba bien, obligando a Bono a pedir un poquito de por favor. Pero lo dicho, sentaditos, incomunicados del implacable mundo exterior contemplando al cantante de U2, sin U2, cantar ópera y no rock n’ roll. Sin teléfonos para poder grabar vídeos ni hacer fotografías porque ese era el trato, convirtiendo al teatro en lo que por definición es: un lugar sagrado que nada tiene que ver con pabellones, estadios o, no por favor, descampados.
TAN SOLO PARA 1.400 FANS
La cosa es que 34 años después de que la banda irlandesa pisara la Gran Via para presentar la peli del ‘Rattle and Hum’, aquí estaba de nuevo su cantante, diciendo desde el escenario del Coliseum que estaba muy contento de estar de nuevo en esta calle capitalina. Ante 1.400 fans que agotaron las entradas de manera fulminante sin saber muy bien qué demonios iban a ver. Pero si Bono viene, tú vas. Desplantes los justos.
Y dudas las justas, también. Que dudar es bien y puede que hubiera motivos, pues de primeras uno pensaba que esto iba a ser un monólogo de compromiso y todos para casa. Pero resulta que no, que es un espectáculo teatral cuidado, delicado, trabajado y bien pensado. En el que Bono, a sus 62 noviembres, nos cuenta su vida y nos canta nuestras vidas. Con una voz majestuosa (sí, así es) cuando entona, y cálida y familiar cuando relata.
Porque mientras habla de sus más personalísimas vivencias, intercala algunas canciones que guardan algunas de nuestras más personalísimas vivencias. De lo personal a lo universal con tres acordes y la verdad. No en vano, en las canciones de U2 está el libro de nuestras vidas compartidas, que nacen de la voz del cantante que esta noche también es relator de su propio libro, que ha escrito él mismo, como repite varias veces en divertido chascarrillo.
DE LIBRO A BELLO ESPECTÁCULO EN VIVO
Se titula ‘Surrender‘ y son sus memorias, claro. Y Bono sorprende llevando su libro, audiolibro en este caso, a un bello espectáculo en vivo en el que nos habla de los grandes ejes de su vida: la pérdida a los catorce años de su madre, Iris -quien sufrió un aneurisma durante el entierro de su padre, a la par abuelo del cantante-, la nada fluida relación con su padre, la importancia de su mujer y su vida artística al frente de U2.
Los recurrentes encuentros para tomar unas pintas con su padre, un tenor realmente bueno que flipaba son la ópera, según relata, son el hilo conductor para reflexionar sobre ser hijo y ser padre, la vida, la muerte y la familia. A su padre le cuenta lo desconcertante de ser una estrella del rock a la que persigue Pavarotti para que le compongan una canción o que llega a conocer a Lady Di -ahí es cuando su padre cambia su visión de su hijo, ahí sí le impresiona-.
Las historias se entrelazan con canciones reinterpretadas con violonchelista Kate Ellis; la cantante, teclista y vocalista Gemma Doherty, y el productor Jacknife Lee a los teclados y la percusión. Suenan así ‘City of blinding lights’ o ‘Vertigo’ de inicio, con el público con ganas de concierto, de rock. Pero queda claro con ‘With or without you’ que no es eso lo que toca, que esto es otra inesperada y refrescante cosa.
RECUERDOS PRETÉRITOS
Cuenta Bono en Madrid cómo empezó U2 la misma semana que comenzó a salir con su aún esposa. Cómo le inspiraron los Ramones para intentar componer una canción que terminó siendo ‘Out of control’. Lo que cuesta encontrar la energía para seguir con ‘Stories for boys’ o para componer un primer clásico de la talla de ‘I will follow’. Juega con la energía punk de esas canciones para enardecer al público, pero corta en seco en el crescendo para seguir con su discurso recitado.
En un escenario en el que no hay para nada grandes montajes como en las giras de U2. Muy al contrario, apenas una mesa y cuatro sillas que el maestro de ceremonias mueve constantemente con cierto síndrome del camarero en una terraza de verano. A la mesa, por cierto, se sube como si fuera una mesa de operaciones para contar con pelos y señales lo que recuerda de la operacion quirúrgica de corazón a la que fue sometido hace apenas unos pocos años.
Así empieza su libro, que ha escrito él mismo -le copio la broma, me gusta-, y que ha convertido en espectáculo teatralizado en vivo de muy buen gusto. Con música incidental también de U2 con arpa, violonchelo o sutil ayuda electrónica. También on fragmentos de pelotazos de estadio como ‘Sunday bloody sunday’ -que suena más solemnemente religiosa que nunca en un auditorio en silencio total- ‘Pride’, ‘Where the streets have no name’, ‘Desire’ o ‘Beautiful day’. Con reflexiones sobre la popularidad del grupo y apenas un ratito de nada de mención a las campañas de ayuda contra la pobreza y el sida.
INTIMIDAD IMPROBABLE POR INIMAGINABLE
Un encuentro honesto, cercano y de una intimidad improbable por inimaginable con un tipo que lleva toda la vida cantando para grandes multitudes. En el que Bono canta, recita, rememora duelos y tragedias y tira de humor como el aspirante a actor que de alguna manera siempre supimos que podía ser. Un relato musical y hablado en el que la voz del cantante -y qué voz, porque cómo canta en 2022- es la constante inalterable.
Durante las dos horas de show, cerré los ojos muchas veces para solo escuchar, con la intención última de atrapar su voz. Hay una fuerza gravitatoria muy poderosa en escucharle así en un teatro, con los ojos cerrados. Sientes que de alguna manera no estás físicamente allí. La persona que proyecta esa voz está en vivo delante de ti, pero su voz no le pertenece a él, ni a ningún tiempo y lugar. Si cierras los ojos y abres bien los oídos, desaparece su presencia física y se multiplica la evocadora.
Es así como constatas que esa voz está en tu cabeza de manera atemporal, es tu propia conciencia hecha canción. Si cierras los ojos escuchando a Bono en medio de ese silencio, puedes estar donde quieras, en el año que tú quieras. Y te ves desde fuera. Es como David Attenborough narrando documentales de animales, solo que el animal eres tú y el narrador es Bono quien, reiteremos, por mucho que se empeñe, no solo nos está contando su vida, sino cantando al mismo tiempo la de todos.