biznaga la riviera

Biznaga (2024) La Riviera. Madrid. Inverfest

Crónicas

Menos mal que Biznaga sí existe

Es una referencia cinematográfica muy vista pero así son las cosas. Entre muchos contingentes, hay grupos necesarios, y el que llenó este viernes (de manera más que merecida) la sala de la ribera del Manzanares es uno de ellos. Biznaga puso fin a la gira de ‘Bremen no existe’ (2022), su último trabajo hasta la fecha, tomando por primera vez y por todo lo alto el escenario de La Riviera de Madrid dentro del ciclo Inverfest.

El hipnótico arcade punk del trío barcelonés Sistema de Entretenimiento (busquen y escuchen, así como consejo) abrió una velada que congregó a un respetable de todas las edades. Experimentados fans que iban por su concierto nº 14 de Biznaga, primerizos que no sabían lo que se les venía encima e incluso público infantil cuyos padres se merecen un buen aplauso se repartían por el lugar. Y aunque esa introducción con la música de la serie de dibujos Los trotamúsicos le dio en toda la cara a una franja de edad muy concreta –esa generación perdida a la que se refiere Biznaga en sus más recientes canciones– la noche iba a ser de todos. Cuando tus letras sólo dicen verdades, todas las generaciones levantan el puño en aprobación.

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Recordándonos que “Tu memoria ha bloqueado el recuerdo de un trauma llamado futuro”, imperando el rojo, negro y blanco y la bandera palestina de fondo, aparecieron Biznaga uniformados para este último combate, guitarra en alto y soltando sin vacilar ‘Mediocridad y confort’. Era viernes noche de un enero que nunca acaba y había adrenalina para repartir. Cánticos y pogos inmediatos, la euforia ya era muy real a la segunda del setlist, ‘Contra mi generación’, encadenada sin pausa alguna con ‘2K20’ y ‘Motores de búsqueda avanzada’. De golpe y porrazo habían pasado por Bremen no existe, Sentido del espectáculo (2017) y Gran pantalla (2020), sentando las bases.

“Joder, qué de peña”, dijo Álvaro García (voz y guitarra) cuando pararon para recuperar brevemente el aliento y admirar lo que había ante ellos. “Nunca hemos hecho una sala tan grande como La Riviera”, añadió Jorge Navarro (bajo), con mención especial a la ahora desaparecida Rock Palace. Dando las gracias a los seguidores de aquellos inicios, procedieron a quemar cuerdas con sus primeros balazos. Las baquetas de Jorge ‘Milky’ Ballarín fueron como un tren por ‘Divino fracaso’ y el público bramó “Sólo quiero ver el mundo arder” de ‘Las brigadas enfadadas’, ambos títulos de ese Centro dramático nacional que los situó en 2014 como nombre al que no se debía perder de vista.

Biznaga es una comunidad

Un nervioso Milky pidió aplausos para el equipo en la sombra, ya que “La Riviera no se hace sola”. Biznaga es una comunidad, una que constató una vez más que ‘Domingo especialmente triste’ es un himno. Una maquinaria perfecta donde ha encajado como anillo al dedo el jovencísimo guitarrista Álvaro Torete –cuya cara era la de alguien que estaba flotando– que resucitó a Freddie Mercury por unos segundos.

“No hay belleza en lo tibio”, cantaron en ’Una nueva época del terror’ y por eso era hermoso ver un ambiente de todo menos tibio entre gritos de “¡somos putas!” (‘Máquinas blandas’). O afrontar a pogo limpio una “baladita” con una proclama que normalmente caería como una losa como es “Crees que has acabado con el pasado, y el pasado no ha acabado contigo aún” (‘Una historia de fantasmas’). Íbamos hacia el fin de la noche, cruzando esas imbatibles ‘Líneas de sombra’ y el grupo manejaba la energía y las emociones con la misma destreza con la que manejan las melodías, los riffs y las palabras.

Biznaga es reivindicación

No se puede entender Biznaga sin la reivindicación, tan pertinente en un 2024 en el que sigue habiendo enemigos contra los que luchar, de los que desvirtúan los barrios y desoxigenan las calles. Lo cantan y lo demuestran: antes de afrontar los últimos temas, cedieron el escenario al Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid. ¿Se ha dicho ya que se necesita a gente como Biznaga? Porque, no hay que olvidarlo, ‘Madrid nos pertenece’ y no hay que dejar que se convierta en ‘Una ciudad cualquiera’. Con estos dos himnos (y van…) y ‘Spanish Bombs’ de los Clash acompañando al personal hacia la salida, terminó una velada que, las cosas claras, se hizo corta pero, vaya si le sacaron jugo.

Está claro que Bremen no existe. A los protagonistas de la portada del disco les ha pasado la vida por encima y distan de los alegres músicos que engancharon a principios de los ’90 a esa chiquillada española feliz que ignoraba lo que el futuro le deparaba. Pero sí existe Biznaga. Menos mal.

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