Entrada del concierto de Asfalto en la Joy Eslava de Madrid el 23 de enero de 2009

– Asfalto (2009) Sala Joy Eslava. Madrid

Crónicas

Lugar: Sala Joy Eslava. Madrid

Fecha: 23 enero 2009
Precio: 21,40 euros
Asistencia: 600 personas
Músicos: Julio Castejón (voz, guitarra y teclados), Carlos Parra (voz y teclados), Raúl Santana (voz y guitarras), Juanvi García (bajista), Viti Ilarraza (baterista y coros)

Setlist: Quiero irme-La huída, Espera en el cielo, La paz es verde, Nadie nada nunca, Buffalo Vil, Es nuestro momento, Más que una intención, Desaparecido, Utopía Suite. La chica de los cabellos rubios (acústica), No se puede volar (acústica), Quiero que sepas que lo sé (acústica), Gente como tu, El pescador de sueños, El viejo, Rocinante, Días de escuela, Capitán Trueno, Ser urbano
Se podrían decir muchas cosas acerca de lo que significa asistir a un concierto de Asfalto en 2009, pero de momento voy a sintetizarlas en unas cuantas: Julio Castejón (único superviviente de los Asfalto realmente aslfaltados a mediados de los años setenta) es puro amor, un buen tipo y un gran músico que se ha rodeado de una banda que clava los temas; por momentos suenan tan bien que parecen un maldito musical de la Gran Vía; Raúl es una bestia parda y canta lo que le da la gana cómo le da gana y de la manera que le da la gana; el variopinto aunque talludito en su mayoría público estará siempre ahí porque este grupo es para ellos algo más grande que su propia vida. Joder, ¡entre todos casi logramos que salga al escenario Enrique Tierno Galván para cagarse en Gallardón!

Reconoceré aquí y ahora que no confiaba en que la noche se desarrollara de manera sobresaliente y que la motivación principal era la nostalgia. Pero fue apagarse los focos y corroborar que definitivamente hay gente que tiene menos de lo que merece. Apenas un puñado de acordes de lo más clásico sirvieron para que 500 personas se convirtieran en viajeros espaciotemporales y fueran, quien sabe, tres décadas más allá. Yo de repente me vi jugando a los cochecitos con apenas cuatro o cinco años mientras en casa de mis padres atronaban Días de Escuela, El Viejo, Capitán Trueno, Ser Urbano o Nada Nadie Nunca. El cabrón que cantaba estas canciones a pleno pulmón tenía entonces algo más de quince años.
Hoy yo acabo de alcanzar la treintena y el cabrón cantor anda por los 43. Cerveza en mano la brecha generacional está no sólo salvada, sino que los puentes se afianzan gracias a referentes musicales vitales. Él creó un muestro que al menos sabe ser agradecido. En mayo de este año harán 16 años que ese mismo fan adolescente de Asfalto me llevó al Vicente Calderón a ver a U2 en la gira definitiva que fue Zoo TV, con los Ramones como artistas invitados. Nunca podré agradecerle lo suficiente que me pusiera aquellas 3.900 pesetas cuando yo sólo tenía 13 años y una paga de mil pelas semanales.

Pero no sólo eso, sino que mes y medio después también me invitó a ver a los Guns n Roses (hablamos de 1993), también en el Calderón. Esos días cambiaron mi vida y me convirtieron en la envidia de medio colegio. Ay, los hermanos mayores, ¡menudo papel imprescindible! Madrid es a veces una ciudad de mierda, pero mientras bien abrigado vayas a donde tu quieras, ni tan si quiera el estrecho bigote de don Ramón o la dichosa estufa que no calienta ni a dios podrán joderte una noche de rocanrol junto a la gente adecuada.

Antes de que se apagaran los focos de la sala y se encendieran los del escenario andaba por el lugar un equipo de televisión haciendo entrevistas. Primero una pareja de heavies con kilométricas entradas a la par que larguísimas greñas blancas, luego un tipo completamente calvo, después un melenitas con perilla perfectamente pincelada. El público de este tipo de conciertos, siempre músicos frustrados todos ellos en mi imaginación, es tan variopinto que es un espectáculo en sí mismo. Pero empiezan los bafles a sacudir al personal (el suelo tembló en varios pasajes) y las diferencias… ¿perdona, qué?
Y puedo prometer y prometo que nunca tuve tantas ganas de tirarle billetes o mi chupa de cuero a un tipo que estuviera sobre un escenario. Las sonrisas sinceras del amigo Castejón, absolutamente feliz, transmitían ganas de vivir. Armado con su Gibson Les Paul negrata, logró que por mi maltrecho cerebro aparecieran personajes como Rosendo Mercado o el mismísimo Slash. Por momentos aquello sonó a agua bendita lanzada sobre los infieles. Un concierto de rock que en realidad era un musical no ya de la Gran Vía, sino de Brodway, gracias a Raúl Santana, ese fichaje destinado a, de momento, suplir a Miguel Oñate, y luego ya veremos hasta donde porque canta como dios (no es el de la foto, este es Castejón).

Genesis, Supertramp, Jethro Tull, Ñu, Leño (y me acuerdo incluso de los talentosos Alcaudón) pudieron perfectamente pasar por el escenario de la Joy esta noche. El respetable (que por cierto respondió de manera relativamente masiva a la cita) les hubiera recibido de buena gana, siempre y cuando hubieran tocado entre todos los temas de Asfalto que les marcaron en su adolescencia mientras se bebían la vida en tragos de litronas. Ninguna otra opción hubiera sido aceptada en este par de horas bien completitas de revival, una de esas noches en las que se trata de asentir con la cabeza mientras cada uno piensa en quien sabe qué, quizás todos en lo mismo, cada uno en su parque, en su barrio. Cada uno vivió a Asfalto de una manera, pero después de todos estos años, siempre sí. Asfalto y Madrid siguen teniendo sentido en el siglo XXI.
El tramo final, con Rocinante, Días de Escuela, Capitán Trueno y Ser Urbano, es de esos que te obligan a manifestarte como ser vivo. Con una banda evidentemente emocionada, un público ya definitivamente entregado y una causa común por la que seguir caminando juntos. Aplausos de unos para los otros, de los otros para los unos, y el jefe de la película pidiendo a la concurrencia que corran la voz para que la próxima vez en lugar de 500 puedan ser 1.000 los que se junten para resucitar al viejo mito. Aunque sea por unas horas. Aunque bien mirado, parece que no estaba muerto, que estaba de parranda.

Rocinante

Días de Escuela

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4 thoughts on “– Asfalto (2009) Sala Joy Eslava. Madrid

  1. La verdad es que no sé mucho de Asfalto, ni tampoco de Topo, Barón Rojo, Mermelada, Ñu, ni tan siquiera de Los Suaves. Leyendo la crónica me da un poco de pena no haber ido, porque sí que me lo planteé. Y además, últimamente agradezco cualquier concierto que esté a media entrada…

  2. Pues ciertamente, te lo perdiste, estuvo muy bien el concierto.
    Una pena que no sepas de estos grupos, que probablemente fueron devorados por la movida, demasiado publicitada para su mala calidad musical y que ahogó otras corrientes de esos años, como los grupos que citas, junto a Leño y algún otro como Cucharada y Alarma!!!

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