Crónica del muy notable concierto de Texas, siempre con Sharleen Spiteri al frente, en las Noches del Botánico el lunes 30 de junio de 2025

Texas en el Botánico: y Sharleen Spiteri que haga lo que le dé la gana

Crónicas

Parecía que Texas traía un poco del verano escocés al Botánico con una tarde de lluvia, viento y relámpagos, pero el calor madrileño terminó imponiéndose en una velada muy nuestra, ardorosamente hot. Sharleen Spiteri mentando a Jesucristo en más de una ocasión para dejar constancia del «puto sofoco» que la carcomía, tal y como ponía en el abanico que muy acertadamente le tiró alguien desde el público.

Pero nada de eso importa llegado el momento de las canciones, más aún si entramos directamente con ‘I don’t want a lover’. La primera en la frente. Un momento álgido en las primeras filas, que no levanta de sus asientos al graderío, recién aposentado y seguramente haciendo la digestión de las viandas varias que el personal se ha metido previamente entre pecho y espalda.

Sharleen Spiteri al frente de Texas en el Botánico

Las fotos son de Ricardo Rubio.

Chascarrillos aparte, hablemos en serio. Lo lleva diciendo un montón de años, 36 concretamente, pero el público insiste en gritarle «I love you!» Y es que Sharleen Spiteri no quiere un amante, necesita un amigo, si bien en mí tiene un admirador, un siervo, un esclavo, aquí en pie plantado en el Botánico en esta noche de verano. Que haga lo que le dé la gana, en definitiva, porque ya ha ganado de antemano. Derroche de carisma, se lleva todas las miradas y las maneja a su antojo.

«Jesuscrist, Madrid, no necesito más calor en mi cuerpo esta noche», lanza como respuesta a las declaraciones de amor a viva voz entre la multitud. «I love you too», responde a otro bramido. «Oh my God», contesta con pasmo bien impostado a alguien que le asegura que dejaría a su marido para irse con ella. Este es el panorama y todavía vamos por ‘Halo’ y la deliciosamente añeja ‘Everyday now’.

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‘Hi’ y ‘In our lifetime’ nos llevan por derroteros más bailables de soul y pop. Tiene Texas esa capacidad de parecer dos grupos distintos a lo largo de un mismo recital, con esa otra parte más de rock arenoso en paralelo, apenas confluyendo. Y en ese equilibrio está, seguramente, el secreto de su longevo éxito. Otra joya pretérita: ‘Thrill has gone’. Viejas canciones que escuchábamos encerrados en la habitación en casa de nuestros padres y siguen vivas tanto después, pues reverberan y en noches como la de hoy se manifiestan. El poderoso solo de batería de Cat Myers al final se llevó una merecida ovación porque, oye, menuda pegada.

Mucha solvencia en Texas, Sharleen como catalizador total de un repertorio de pop, rock y soul tan elegante como reivindicable. Dicharachera en plan storyteller, contando anécdotas sin parar, interactuando divertida con el público. Y con esa dualidad intrínseca, incluso enfadándose con una compatriota de las primeras filas incapaz de callarse. «Yo tengo un micrófono, tú no, gran error», le soltó, aderezado con varios fuck, en uno de esos momentos desconcertantes porque no sabe el público si se está enfadando el artista de verdad o no. Pues sí, sí, pero ya está.

Menudo crush de tía

Interpreta al piano la vocalista junto al teclista Eddie Campbell ‘Tired of being alone’, viejo clásico de Al Green que por derecho es también ya de su repertorio. Sigue bien de voz Sharleen, pero diríase que los sofocos madrileños le dificultan la interpretación, aunque sabe manejarse en la adversidad. Luego ‘Keep on talking’, ‘Insane’ y la eclosión pop multicolor que es ‘Summer son’. «España es el único país donde la gente sabe aplaudir en su momento», bromea, una vez más. Se las sabe todas, pues no en vano los 4.000 asistentes aplauden solo porque dice «cerveza» sonriendo en perfecto castellano. Menudo crush de tía (57 tiene, y qué).

‘Let’s work it out’. ‘When we are together’ contagia exactamente esa exaltación de ese momento. ‘In demand’ en acústico con el siempre eficaz Tony McGovern a la guitarra. Solo nos falta mencionar a Johnny McElhone, pero es que el bajista, único miembro fundador junto a Spiteri, se empeña en mantenerse en un cuarto o quinto plano, casi fuera de foco. ‘The conversation’ y ‘Mr Haze’ ponen el escenario a pleno rendimiento, con imágenes de directo y grabaciones de videoclips todo el tiempo en la gran pantalla del fondo (se encienden también las laterales, algo no tan normal en el Botánico).

‘Black eyed boy’ y ‘Say what you want’

El tramo final nos lleva al ‘White on blonde’ de 1997, el cuarto disco de la banda, que nos pilló a todos con el pie cambiado porque veníamos de otra cosa. Pero es que, claro, hablamos de ‘Black eyed boy’ y ‘Say what you want’. Como para resistirse a semejante finura, gentileza, distinción, gusto, belleza, delicadeza, gracia, estilo. Nadie lo hace en el Botánico, rendido a Texas en pleno 2025, reavivando un poder de convocatoria que siempre estuvo ahí pero no necesariamente en estos niveles (muchas Rivieras a lo largo de los años, lo cual es estupendo, pero casi la mitad de esto).

Tiempo para un bis, claro. Se canta varias veces el sempiterno «oe oe oe» de los conciertos, señal inequívoca de que ya tenemos una edad. La pista está desbordada con gente bailando ‘Inner smile’ casi desde los baños. Y nos vamos para casa después de dos horas clavadísimas con otra versión habitual, la del ‘Suspicious minds’ a lo Elvis Presley que, mira, es a su manera ese punto de unión entre el rock y el soul en el que tan bien se mueven Texas porque quizás, incluso seguramente, lo suyo en esencia sea más de Las Vegas.

Fotos de Ricardo Rubio.

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