Sábado feriado extremadamente acalorado en el Movistar Arena con Leiva, clásico a los cuarenta (y tantos) en un concierto bien estupendo

Leiva en el Movistar Arena: clásico a los cuarenta

Crónicas

Sábado feriado extremadamente acalorado en el Movistar Arena con Leiva, clásico a los cuarenta (y tantos). Está Madrid literalmente en llamas, dan ganas de pasar la lengua por el monolito de Dalí para refrescarse. Nota uno cómo la ciudad bulle hasta por momentos evaporarse en la línea del horizonte mientras me lleva Ricardo de copiloto por la M30. Bares, qué lugares, tan gratos para conversar y recordar este o aquel concierto apartando con elegancia cualquier cosa que se parezca levemente al agua. No, ahora no, gracias. Un día grande, ciertamente, pues uno de los nuestros llena el Palacio de los Deportes (y repite mañana). Y es uno de los nuestros porque viene de los garitos y todos le hemos visto trillones de veces y aquí seguimos.

Me pregunta qué tal Leiva mi amiguito y colaborador de esta santa casa en llamas Jorge Arenillas. Le digo que bien, claro, pero que al mismo tiempo está uno ya como habituado a ese bien. «Lo que pasa con Fito. Ya está todo dicho y todo es tan perfecto que no da juego ninguno», me responde. Y claro, es que es lo bueno de tener un consejo editorial de puta madre. Yo puedo poner toda la literatura que se me ocurra porque ese es mi cometido, pero en esa frase está todo. Y, de hecho, mientras apartábamos el agua de los cojones de nuestro lado en plan Gremlin ya hubo quien mencionó a Fito. Que es otro rollito, pero sé que nos entendemos. No hay concierto malo de Leiva y tampoco de Fito, y siempre te lo pasas guay. Es el spoiler total, vaya.

Las fotos, os lo tengo dicho, son de Ricardo Rubio.

Despegando con Leiva en el Movistar Arena

Pero que lo pasamos de muerte, aún conociendo al asesino de antemano, que podría ser perfectamente Chechi de Marcos, pues arranca la cosa ‘Bajo presión’. Ecualizamos, ponemos las luces, subimos el volumen, ascendemos a toda hostia y alcanzamos la velocidad de crucero por encima de la tormenta tremenda que cae sobre Madrid en cero coma. Planeamos. Tiene su gracia porque la siguiente es ‘La lluevia en los zapatos’. Todo encaja que te cagas porque, como ya hemos dicho, todo es tan perfecto que, joder, caramba, diantres, me cago en la leche Merche. Es Leiva, un ‘Gigante’ (título de su último disco) peleando contra ‘Lobos’. Un tipo ‘Terriblemente cruel’ porque no tiene piedad en su intención pop, con sus dosis de rock. Ya que estoy, voy a encadenar, añadiendo que quizás tenga ‘Superpoderes’. Lo cual, como todos sabemos, conlleva una gran responsabilidad.

Se le ve responsable al chico ahí plantado, bajo los focos, siendo el centro de atención, con sus pantallotes a los lados. Ya se desmadrará cuando termine. Ahora nos toca desmadrarnos a nosotros con esta Leiband que emula a la E Street Band que está a la misma hora en Donosti. Perdóname, Bruce, me pillas a desmano, pero aquí también se suceden los temazos. ‘Breaking bad’ (incapaz soy de pasar del episodio piloto, lo hemos intentado Palo y yo fácil cuatro veces y siempre nos duerme el desierto ese).

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‘Cortar por la línea de puntos’ me gusta, como la serie, mogollón. En ‘Vis a vis’ nos pide explícitamente que no grabemos y se cumple razonablemente (siempre hay quien no sabe estar). ‘La llamada’ un poquito menos seguramente por todo el hype, que me rebela solo por ir a la contra. ‘No te preocupes por mí’ es bien chula. Afuera, me dicen por el pinganillo, truena. Aquí, en la extensión del salón de mi casa que es el WiZink (ja), estoy como en brazos con Miguel, que insiste en que beba agua. Mojaos vosotras. Hummm.

Algún día tendremos que hablar en serio sobre Pereza. En las fiestas de Entrevías les vi una noche de verano especialmente caliente con Ana, en un escenario minúsculo, puede que fuera incluso una camioneta (y me puso una cerveza Juan Barranco). Luego más veces, las Fiestas del PCE con El Canto del Loco (calor, más calor), el Rock in Rio de teloneros de Bon Jovi, y también el adiós en Vistalegre, otra extensión de mi salón carabanchelero, que cubrí para Rolling Stone.

Y aquí estamos, más de 15.000 pitillos ajustados mirando a la ‘Estrella polar’ manitas arriba. También suena ‘Como lo tienes tú’. Y luego ya el despiporre con la reina de los tejados, ‘Lady Madrid’. Pereza es una conversación pendiente que no apetece precisamente por eso mismo, porque parece que se puede postergar, pero habrá que ponerlo todo en su justo puto lugar.

Claro que hay un bis

Hay un bis, pues claro, esa pequeña gran farsa. Fantaseamos con que salga Robe en ‘Caída libre‘, no porque sea necesario, sino porque necesariamente el lugar explotaría y también tiene su gracia estar en el epicentro de la noticia, sea esta del tipo que sea (menuda movida, no, mejor que no). ‘Como si fueras a morir mañana’ te vas corriendo a por un mini de cerveza a 10 jodidos pavos aunque quede una canción, porque lo necesitas, porque no sabes si llegarás a casa. No sabes. Te la pides solo para alzarlo como una Copa de Europa y arrojártela por encima. Para estupefacción generalizada. Y qué.

Y a fe que lo haces con ‘Princesas’, que es el remate final, el gol de Iniesta que enardece a una afición ya de por sí enardecida. Me gusta mucho el símil del gol importante con el concierto memorable, porque es bastante lo mismo. Ese tipo de euforia que ojalá se pudiera encapsular para chutarte en el coche el lunes a las ocho de la mañana en plan yonkilandia popular. Habría menos deditos corazones al aire camino del curro si fuéramos todos como somos el sábado en la noche.

Me apetece mucho Leiva principalmente porque, bueno, en tiempo real me caía mal. Era como una amenaza para nuestras chicas. Rubén y él, mal. Para alguien de Carabanchel, la Alameda de Osuna sonaba a barrio con posibles. Pijos de los cojones. Y a todas les gustaban ellos, quien sabía si se los encontrarían por ahí. Era un peligro veraz, aunque principalmente imaginario. Me sonrío por dentro al recordarlo porque he perdido la cuenta de las veces que he cantado sus canciones. En realidad, era una amenaza para mí y no me daba ni cuenta. Y aquí estamos a 21 de junio de 2025.

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