Crónica del poderoso concierto de The Roots en Noches del Botánico 2025, con el cantante Black Thought y el baterista Questlove al frente

La apisonadora de The Roots pasa por encima de un Botánico extasiado

Crónicas

En Madrid nos hemos habituado de tal forma a los conciertos con entradas agotadas, en esta burbuja post-pandémica que no termina de explotar, que sorprende asistir a uno que no haya alcanzado el sold-out. Pero la competencia es feroz y Noches del Botánico se boicotea a veces a sí mismo con una oferta de conciertos abrumadora. Es difícil destacar en un cartel con tantas luminarias.

The Roots, que ya habían pasado por el Jardín Botánico de la Universidad Complutense de Madrid en 2019, no llenaron anoche el recinto pero lograron buena entrada en pista y en grada, dejando así a los asistentes más espacio para bailar a sus anchas. Hay que preguntarse si una formación americana de diez músicos no perderá dinero actuando por Europa ante estos aforos (Steve Van Zandt aseguraba recientemente que aún estaba pagando las deudas de su gira con Disciples of Soul, a quienes vimos en el Botánico en 2018). Pero ser la banda residente del programa de Jimmy Fallon sufragará estos caprichos de The Roots, y bienvenido sea si así podemos disfrutar en España de espectáculos tan explosivos como el de anoche.

The Roots en el Botánico. Fotos de Fer González.

Primero, Tori Kelly

La telonera Tori Kelly, que pasó hace un mes por Madrid para hacer un dúo con Ed Sheeran en uno de sus conciertos del Metropolitano, convocó a un buen número de espectadores a una hora tan temprana como las ocho y cuarto de la tarde (las entradas generaban cierta confusión indicando otros horarios tanto para Kelly como para The Roots). El sol aún pegaba duro, pero corría un aire piadoso, aunque algo traicionero, que hizo volar más de una vez la falda corta de Kelly. Entre los espectadores, heterogéneos, podía apreciarse un mayor número de afroamericanos que en los recitales recientes de, digamos, los australianos Parcels o los franceses Air.

La californiana Tori Kelly es de la generación que creció difundiendo su música por YouTube y participando en talent shows. Ella hizo ambas cosas y sus delicadas melodías R&B tienen esa vocación de agradar a la mayoría. De sus orígenes conserva algunos dejes populistas innecesarios, como el de adornar con gorgoritos y florituras una voz que no los necesita, pues Kelly va muy sobrada en ese departamento, o grabarse un vídeo de sí misma dando vueltas en el escenario y animando al público a saludar.

Fotos de Fer González.

Abrir para The Roots es una papeleta

Señalados los peros, y admitiendo que abrir para The Roots es toda una papeleta, Tori Kelly supo involucrar a los espectadores del Botánico más allá del grupúsculo que venía expresamente por ella (con notable presencia LGTBI). Sola con su guitarra acústica o acompañada de dos músicos a la batería y el teclado, Kelly mantuvo la atención de un público que, bien por el bochorno de la tarde o porque no había pagado por verla, podía haberse distraído fácilmente. Su hora de actuación fue una amalgama de pop, góspel y rhythm & blues poco memorable, pero grata. A Tori Kelly se la vio tan feliz sobre el proscenio del Botánico que habría que tener un corazón de piedra para afirmar que su lugar natural no está frente a un micrófono.

A las diez menos cuarto asaltaron (sí, el verbo es premeditado) The Roots el escenario. De acuerdo, los mentados Disciples of Soul eran ciento y la madre, pero por sumisión al líder se mantenían casi siempre en estático segundo plano. The Roots, en cambio, son una algarabía en la que todo músico que maneja un instrumento que pueda transportar deambula por el escenario hacia donde el cuerpo y la música le pidan.

Black Thought y Questlove

Sobre el papel, los líderes de The Roots son el cantante Black Thought y el baterista Questlove, este último también oscarizado director de documentales (su Summer of Love se proyecta este domingo en el cine de verano de la Cineteca del Matadero). Quizá sea así en el estudio y a efectos de empresa, pero en directo The Roots parecen más bien el grupo salvaje de Peckinpah tomando por asalto una hacienda mexicana. Tan presentes en primera línea de fuego como el cantante están el guitarrista «Capitán» Kirk Douglas (sus padres tenían sentido del humor) y el sousafonista Tuba Gooding Jr. (en este caso, el sentido del humor lo exhibe el propio artista). Cuando el segundo de ellos baila espasmódicamente con su enorme instrumento rodeándole todo el cuerpo, evoca la imagen de un hombre desesperado por escapar del abrazo mortal de una serpiente pitón.

Pero Black Thought, con su barba larga gris que le proporciona una imagen de sabio profeta, no se deja borrar del mapa. Rapea incansablemente durante las dos horas de concierto a una velocidad y con una dicción asombrosas. Es una ametralladora de largas frases llenas de polisílabos imposibles. ¡Y de memoria!, sin ningún telemprompter visible. Seguro que no le quedan ganas de pronunciar una palabra más cuando se baja del escenario, pero sobre las tablas Black Thought (llamado en realidad Tariq) tiene mucho, muchísimo, que decir. Su carrera paralela como actor también le ha dado algunas herramientas para mantener el foco sobre su cabeza.

Fotos de Fer González.

Música incesante

Un foco figurado, porque el encargado de luminotecnia de The Roots renuncia a perseguir a los intérpretes por el escenario y se conforma casi siempre con luz constante algo plana: azul para algunas canciones, roja para otras. Y a menudo algo escasa para iluminar a músicos negros vestidos de negro. Tras ellos, el nombre de la banda proyectado en letras blancas sobre un fondo… sí, negro. Una pobreza escénica deliberada para que toda la atención se dirija a la banda como conjunto.

La música es incesante durante todo el concierto, escamoteando al público la oportunidad de aplaudir a los intérpretes. Cuando el primer amago de silencio aparece por sorpresa a los cincuenta minutos de actuación, los espectadores ovacionan estruendosamente, dándose cuenta del tiempo que llevan sin poder manifestar con palmas su aprobación.

El repertorio es lo de menos, pues las transiciones imperceptibles entre canciones dan la impresión de que el concierto entero sea un único tema. Aquí es donde se nota la inclinación jazzística del directo de The Roots, lo que subyace bajo su máscara de banda de hip hop. Cada tema es simplemente un nuevo tronco arrojado a la caldera de una locomotora que ya avanza a toda máquina.

The Roots en el Botánico, un gran directo

Es por culpa de la versatilidad instrumental del combo por lo que el concierto de los norteamericanos sufrirá su único resbalón. En su tercio final, se ralentiza con solos innecesarios de los músicos, exhibiciones de virtuosismo que van contra el sentido de todo lo que propugna The Roots: trabajar en equipo por un bien mayor. Los solos, ya sea guitarra, teclado, metales o base rítmica, son una convención escénica de otro tiempo que penalizan a las bandas con una pérdida momentánea del interés de parte de su público. Dicho lo cual, es cierto que no vemos a menudo un solo de sousafón.

Black Thought vuelve al rescate después de un último y agónico solo, y The Roots agarra de nuevo a todo el público con unos explosivos minutos finales en los que el guitarrista Kirk Douglas se permite incluso abrirse de piernas a la manera de James Brown. El público aplaude todo lo que no ha podido antes y los músicos parecen enardecidos por el recibimiento español. Cuando el espectáculo se zanja a las dos horas exactas del comienzo, rompe a llover: como si Dios se hubiera quedado ensimismado viendo a The Roots o no se hubiera atrevido a interrumpirlos. Y para el recuerdo, uno de los mejores directos de esta edición de Noches del Botánico.

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