La Polla Records (2019) WiZink Center. Madrid

Crónicas
Evaristo en Madrid. FOTO de Ricardo Rubio

Punk eres tú

Esta es perfectamente la sexta versión de lo que quiero contar y sigo sin saber qué quiero contar. Pero se me ha ocurrido que, como siempre, tirar de uno mismo es lo más natural. Y por eso os cuento que hace un año entrevisté a Evaristo y fui acojonado.

Me daba miedo el tipo. No sé. Evidentemente está enfadado. Quizás no más que los demás, pero sube ahí arriba y lo grita. Andaba hace un año con sus Gatillazo llenando salas pero un poco como olvidado y sacaba un libro de memorias. Bueno, de anécdotas mal hiladas, como dice él. Por eso quedamos.

En La Esquina del Zorro, la librería de Vallecas donde habita la gente guapísima de Desacorde Ediciones. ¿Sabéis esta gente que sabes que podrían ser de los tuyos total? Ese tipo de gente. De hecho, coño, lo son. Y bueno, que ahí me vi frente a mi adolescencia.

Aunque sí que es verdad que mientras mis amigos del cole (que somos los mismos que fuimos este viernes y esa es una gran victoria) iban a ver a La Polla yo andaba que si Bono, que si Eddie Van Halen, que si Axl Rose. Digamos que ese deje del rock de estadio siempre habitó en mí y hasta hoy.

Pero por supuesto que por las noches nos abrazámos escuchando La Polla Records en los bares de los bajos de Moncloa. De Argüelles. En aquella época en la que todos quedábamos sin quedar a una hora y en un sitio y, oh magia, aparecíamos todos. Y gritábamos ¡No somos nada! en ese parque de Carabanchel que veo desde mi salón.

Es importante. Ser fan de La Polla Records es importante porque es militar. No es algo vacuo, no es puto pop. Evaristo no canta guachu guachu. Evaristo es un jodido profeta y lamentablemente llevamos «toda la puta vida igual». Y esta mierda no va a cambiar porque todos somos, en mayor o menor medida y queramos o no, «carne para la picadora».

La segunda vez que entrevisté a Evaristo este año fue cuando se anunció la vuelta de La Polla Records. Algo que me negó meses antes. Y joder, cuando entré a la salita salió a por mí y me dijo «una cara conocida, ya lo había visto en la lista, gracias por venir cuando no era el cantante resucitado de La Polla Records».

Como cualquier persona de bien, Evaristo se fija en esas cosas, en esa dedicación. Porque ahora vuelve a ser un dios del punk pero hace un año no lo era. A todos os daba igual y a mí también un poco, claro. Lo interesante es el poder de un nombre. El poder de decir ayer éramos Gatillazo pero ahora somos La Polla Records. Guau.

Y ni ellos se creen lo que está pasando con su vuelta, os lo digo. Evaristo no se lo cree. Es natural, pues es un obrero -como todos y cada uno de nosotros- del punk rock que ha echado la vida cagándose en todo, cada vez ante menos y menos público. Por pura lógica y desgaste.

Pero entonces que si vuelve La Polla Records, que si salen en el Telediario y dos veces el WiZink Center lleno en Madrid. Y dos veces la Plaza de Toros de Valencia y dos veces el BEC de Bilbao y dos veces el Palau Sant Jordi.

Me da congoja porque cuesta literalmente una vida hacerse escuchar. Y a La Polla Records les pasa como a los Ramones: que son más famosos en la vejez y lo serán en la muerte. Así que ha sido toda una fortuna pasar este finde con viejos himnos, los amigos de siempre y los desconocidos que se reconocen en el brillo espirituoso de tus ojos.

¿El concierto? Pues bien. ¿De veras queréis leer aquí lo mismo que en cualquier otro lugar? Un concierto no debería nunca jamás contarse, pues no se puede verbalizar. No se debe: está mal. No creo que eso sea posible aunque lo lleve intentando veinte años como poco.

Necesito que comprendáis que no tengo ni puta idea de lo que hablo. Que seguramente sea un farsante. Pero que pongo mi corazón en demostrar lo contrario. Por eso, en el momento en el que se apagan las luces del WiZink y Evaristo empieza a cantar ‘Salve’, paso a ser el mejor impostor del mundo.

Porque ni apunto, ni anoto, ni me preocupa nada en realidad. Paso a habitar ese momento y me giro y ahí está Unay Emery con el director del Mad Cool. Y nos saludamos y charlamos y está bien y todo pasa fugazmente como si no importara pero importa que te cagas.

Importa que te cagas que haya vuelto Evaristo bajo el nombre de La Polla Records porque nada ha cambiado. Profeta de los cojones, lo clavó desde su pueblo cagándose en todo y cada año que pasa es más real. Y aún hay quien dice que no significa nada, que la gente va a los conciertos porque les recuerda su «alegre juventud».


Como si cuando eres joven no te importara nada. Como si pudieras ser votante de VOX pero cantar (y la pongo entera porque es magnífica): «Johnny coge el bombardero y lo eleva por el cielo. No hay cañón que alcance a Johnny, ni rival que lo derribe. Johnny está en un videojuego controlando la pantalla. Johnny nunca ve la muerte. Johnny tira los pepinos oyendo jevimétal. Johnny no mata a la gente: elimina el objetivo. Johnny no es un asesino, Johnny tiene un buen oficio. Johnny es frío y profesional. Johnny escribe en una bomba: ‘El petróleo, para mí’ y la gente quiere a Johnny, que defiende a su país. Joooohnny es un bastardo».

No creo que acudir a un concierto a cantar esto sea irrelevante. De la misma manera que opino que el mensaje de La Polla Records es transversal y justo por eso congrega a todos. No porque su música les recuerde a orines y potas adolescentes. De ese blanqueamiento es responsable quien no lo pilló ni lo pilla.

Me gustaría decir también que 33 pavos por ver a La Polla en el WiZink puede que no sea muy punk, pero tampoco es un descalabro. Yo disfruto viendo el triunfo de esta propuesta después de tantos años de punk patatero. No había redes sociales entonces, todo era carnal y así, justo así, es.

Y yo no llevo cresta, ni tú. De hecho, soy un tipo normal. Pero creo en la militancia, en la victoria de los desarraigados que llegan a conquistar ese pabellón del que usted me habla con un banco patrocinando. Nada en la vida es perfecto porque no puedes elegir lo que te pasa pero sí puedes escoger donde ir. Y por eso, justo por eso, creo que punk eres tú.

Si os apetece, aquí está la crónica real que escribí para Europa Press.

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