No puede decirse que el rock irlandés tuviera una gran relevancia a mediados de los setenta, cuando los chavales de lo que luego sería U2 se conocieron en la cocina de un batería. Había, eso sí, tótems del tamaño de Thin Lizzy y Rory Gallagher, que convivían con grupos de tradición celta como The Chieftains o The Dubliners. Pero más allá, todo era foráneo en un país que se nutría principalmente de astros ingleses y estadounidenses, con contadas excepciones como los norirlandeses Van Morrison y Gary Moore (quien pasó a su vez por Thin Lizzy).
Pero en Irlanda, como en cualquier otro lugar, los jóvenes tenían aspiraciones y sueños aparentemente imposibles, aunque muchos ni fueran conscientes de ello. Es el caso, por ejemplo, de un aspirante a batería que en septiembre de 1976 tenía apenas 14 años y al que su padre animó a poner un aviso buscando músicos en el tablón de anuncios del instituto Mount Temple del norte de Dublín. Formar la banda más grande del mundo no era el plan, pero en ocasiones las cosas acontecen por pura actitud punk a punto de estallar.
U2 nace en la cocina de Larry Mullen
Es tan sencillo como buscarlo, porque ya se sabe que un incendio no empieza sin una chispa. Y Larry Mullen lo buscó con una nota que decía «Batería busca músicos para formar una banda». Esa fue la chispa que propició que el 25 de septiembre de 1976 un variopinto grupo de muchachos se congregaran en su pequeña cocina de Artane, un barrio al norte de la capital irlandesa. No sabían realmente qué hacían allí, pero sabían que querían estar. La razón la descubrirían con el paso de los años, pero se estaba fraguando el gran milagro (musical) irlandés de la multiplicación de los panes y los peces.
«Me lo imaginaba como para pasar el rato, sin grandes expectativas», rememora el propio Mullen en el libro ‘U2 by U2’, en el que la banda relata su historia a través de sus recuerdos en primera persona. En sus páginas confiesan que, en mayor o menor grado, apenas se conocían de vista del Instituto. «No me voy a juntar con ellos, no son nada guays», rememora el vocalista Bono, quien se apuntó a la llamada casi obligado por un amigo.
En la cocina de la familia Mullen estaban el padre, la madre y la hermana de Larry. Con ellos, el propio instigador junto a Paul Hewson (Bono), con Dick y Dave Evans (dos hermanos que fueron juntos con su guitarra Flying V amarilla, de los cuales el segundo terminaría siendo The Edge). También aparecieron por allí Adam Clayton y dos conocidos del batería llamados Ivan McCormick y Peter Martin, que poco duraron en la aventura.
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«Dick y Edge eran básicamente una única persona y tocaban una guitarra que habían fabricado juntos. Por otro lado me decían ‘¿conoces al tipo del abrigo de piel de carnero? Tiene un bajo’. No me importaba si sabía tocar o no, ya estaba en el grupo por eso», apunta Mullen en el mencionado libro de memorias conjuntas. «En la cocina pasamos más rato afinando que tocando. Creo que solo intentábamos interpretar una canción que nadie se sabía. Pero la sesión improvisada duró toda la tarde», apostilla.
El bajista Adam Clayton corrobora el discurso de Mullen, si bien agrega que en esa cocina pasaron más tiempo hablando que tocando. De hecho, asegura que Bono (por entonces todavía un impetuoso Paul David Hewson) no llegó a coger una guitarra, a pesar de lo cual resalta que eso «no impidió que asumiera el mando casi al instante». «Fue la Larry Mullen Band durante diez minutos para no herir mis sentimientos y porque estábamos en mi cocina. Entonces llegó Bono y fue el final. Se esfumó toda posibilidad de que yo fuera el líder», bromea el batería.
No pareciera que este inexperto y variopinto grupo de chavales pudiera aspirar a gran cosa. Pero quizás la clave fue que dedicaron su primer encuentro a conocerse y a charlar sobre música. Según indica The Edge, consiguieron llegar a un punto de gustos comunes en el que cabían David Bowie, T-Rex, Rory Gallagher e incluso los Eagles y Beach Boys. «Tuve la sensación de que me caía bien todo el mundo, de que aquella gente era guay. Eso era lo más importante», recalca el guitarrista.
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De ese primer encuentro salieron, por tanto, decididos a ensayar y a aprender juntos. Pero necesitaban salir de la cocina, por lo que pusieron sus miras en el instituto, con la intención de conseguir una sala allí. Una empresa para la que contaron con la ayuda del profesor de música, el señor McKenzie, y uno de los profesores de historia, Donald Moxham.
Siempre quise cantar pero no sé cuando me vino a la cabeza la idea, ni cuando lo confesé», afirma Bono
The Edge asegura que tanto él como Larry Mullen tocaban «un poco», pero no duda al afirmar que «Adam no sabía en absoluto, pero como tenía un bajo, era evidente que iba a ser el bajista», mientras que de Bono dice que «aunque no tenía guitarra, él pensaba que iba a ser el guitarrista principal». «Rogábamos a quien fuera que nos dejara una guitarra, las tomábamos prestadas y las robábamos. Los dos amigos de Larry que tenían guitarra duraron poco», agrega el bajista Adam Clayton.
«Yo sabía unos cuantos acordes y tocar algunas canciones. «Siempre quise cantar pero no sé cuando me vino a la cabeza la idea, ni cuando lo confesé», destaca Bono, mientras el batería intercede con su habitual contundencia: «Desde el principio fue obvio que Bono iba a ser el cantante, no por su voz, sino porque no tenía guitarra ni ampli ni medio de transporte».
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«Aprendimos a tocar juntos, no teníamos ni idea, aunque había atisbos de habilidad», admite The Edge
Por esa época, el grupo no tenía micrófonos, pero al menos contaba con dos guitarras, un bajo, una batería y medio amplificador al que se conectaban todos. Según The Edge, para tocar dos minutos tenían que «afinar durante 45» antes, por lo que el progreso era lento y se centraba en intentar tocar una canción entera, «la que fuera», pero no lo conseguían.
«Aprendimos a tocar juntos, no teníamos ni idea, aunque había atisbos de habilidad», admite The Edge sobre los progresos en el momento en el que ya eran un quinteto, con los miembros actuales y su hermano Dick. Pero las horas de este último en el grupo estaban contadas, puesto que al resto no le cuadraba que fuera más mayor y universitario mientras ellos eran los cuatro del mismo instituto. Una idea romántica a su manera.
Primer concierto
Aunque no estaban realmente preparados, no dudaron en apuntarse a un espectáculo que se montaba en el gimnasio del instituto en cuestión para celebrar el final de un trimestre. Con el primer nombre de Feedback decidieron que ese iba a ser su debut a pesar de que su repertorio era únicamente de dos canciones: ‘Show me the way’ de Peter Frampton y ‘Bye bye baby’ de los Bay City Rollers. «Por mucho que nos gustara ‘Blister on the moon’ de Rory Gallagher, era imposible tocarla», bromea The Edge.
Por su condición de universitario, Dick no pudo acudir al estreno, que tuvo lugar en un escenario montado con unas mesas. Como cuarteto debutaron y algo se removió en Bono: «Cuando toqué aquel RE empecé a levitar. Rebotó por las paredes y la gente se volvió loca. Lo que tocamos no fue lo importante. Estaba cantado, era la emancipación. Fue un sentimiento de liberación, como saltar al mar y descubrir que sabes nadar».
El vocalista añade que repentinamente encontró su «razón de ser», mientras The Edge recuerda que allí «sucedió algo, sobre todo por la actitud» del aspirante a cantante. «Había algo que hacía que sonáramos bien, de un modo muy visceral, a pesar de ser ineptos», prosigue el guitarrista, aunque es de nuevo Larry Mullen quien sentencia: «Después de eso nos convertimos en un grupo».
Efectivamente, los acontecimientos se sucedieron: pasaron a llamarse The Hype antes de ser U2 y tocar en la televisión irlandesa sus primeras canciones. En 1979 debutaban con su primer EP y en septiembre de 1980 llegaba su debut discográfico, ‘Boy‘. El resto es un cuento feliz, y de ese tipo de fábulas no hay tantas como parece. Ni milagros tampoco.