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Tom Jones (2022) Noches del Botánico. Madrid

Crónicas

Y Tom Jones se hizo carne en las Noches del Botánico. Carne y voz. Mucha voz. Efervescente senectud. Acaba de cumplir 82 años hace apenas veinte días pero aquí está, sobre el escenario. Tom Jones es real, le tenemos delante. Y nos canta en primera persona: «I’m growing dimmer in the eyes, I’m growing fainter in my talk. I’m growing deeper in my sighs, I’m growing slower in my walk». Silencio y solemnidad. Respeto. El público atiende porque quiere comprobar si ese vozarrón sigue ahí. Y así, de primeras, el tigre de Gales deja las cosas claras en este inicio en el que su voz retumba como un salmo solitario en la noche, con la única compañía de un piano.

Podría ser una despedida, pero en realidad es una invitación. Y de la ceremoniosa ‘I’m growing old’ pasa a la rockera ‘Not dark yet’. Se mueve más despacio, efectivamente, pero abre la boca y ruge. ¿Quién ganaría en una pelea? ¿El tigre de Gales o el león de Belfast? Ocurrencias tontas que pasan por la cabeza de uno mientras observo la escena. Tom Jones siempre ha tenido cara de pillo, y ahora más todavía. Le gritan «¡guapo!» Sonríe, bromea con el público. Irradia carisma. Y provoca un mar de móviles cuando tira con ‘It’s not unusual‘, su gran hit de 1964, en una versión renovada de ritmos caribeños en la que no faltan las congas.

REINVENCIÓN CONSTANTE

Esa será una constante en esta velada: la reinterpretación de sus mayores éxitos dejándolos del revés. No como su admirado Bob Dylan, de quien caen un par de temas. A su propia manera, con un indudable buen gusto y sobrada elegancia. El sonido es perfecto. La banda es más que solvente. Los visuales se quedaron anclados hace muchas décadas y por momentos resultan vintage y horteras. Pero es que Tom Jones es también eso a su manera. Un octogenario de otra época que de manera sorprendente sigue reinventándose cada noche cantando ante su gente. ‘What’s new pussycat?’ tiene una acordeón de rollo balcánico y ‘Sex bomb’ ahora un blues bien sugerente.

Confiesa que no se puede creer que tenga 82 años. Resulta complicado creerlo, es verdad. ¿Qué se sentirá a esa edad aún recibiendo aplausos cada noche al terminar cada canción? Nosotros, el público, sentimos asombro y envidia. ¿Qué sentirá Tom Jones? Un poquito de nostalgia, digo yo. Orgullo y satisfacción. Y debe asombrarse consigo mismo, eso también. La magia del escenario nos regala la fantasía de la inmortalidad y durante un rato, mientras suena la música, nos la creemos. Queremos creerla.

Porque aquí está, en 2022, en ruta presentando las canciones de su reciente disco ‘Surrounded by time‘, en el que canta canciones de Cat Stevens (‘Pop Star’), Bernice Johnson Reagon (‘I won’t crumble with you if you fall’, una deliciosa declaración noctámbula, pues ya es noche de domingo cerrada), Todd Snider (una En ‘Talking Reality Television Blues’ en la que prácticamente rapea), Terry Caller (‘Lazarus man) o Bobby Cole (la ya comentada ‘I’m growing old’). Todas estas suenan esta noche, como también ‘One more cup of coffee’, de su admirado (así lo reconoce) Bob Dylan.

Todas las fotos son de Víctor MorenoNoches del Botánico
NOCHE DISLOCADA

Se pasa a Leonard Cohen para clavar una sobresaliente ‘Tower of song’ y nos regala una ‘Delilah‘ por todos coreada a pesar de que tampoco tenga mucho que ver con la grabación original: aquí se acerca mucho más al Bunbury más festivo y (de nuevo) balcánico. Ya está la noche dislocada en el Botánico para cuando Tom Jones encadena ‘You can leave your hat on’ (se luce, es que se luce), ‘If I only knew’ (qué bien sigue respirando este hombre para hacer esos fraseos frenéticos) y ‘Kiss‘ (porque Prince vive, la lucha sigue).

Hay tiempo para un bis y se acabó lo que se daba después de algo más de hora y media con ‘Strange things’, de Sister Rosetta Tharpe. «Jesus is the holy light, turning darkness into light. There are strange things happening everyday». Un mantra que ahora sí es una despedida y es, a su vez, la constatación de que lo que acabamos de compartir con Tom Jones todos los presentes en las Noches del Botánico no es en absoluto algo normal. Es, bien al contrario, algo extraordinario. Como extraordinario es que hubiera entre el público gente de avanzada edad que acudió al recital con su andador. Qué cosas hacemos para, de alguna forma, sentirnos eternos.

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