Crítica del nuevo disco de Amaral, 'Dolce Vita'

Ahí está Amaral, inquebrantable, entre Juana de Arco y Karlos Marx, gozando la ‘Dolce Vita’

Críticas Discos

Uno nunca sabe en qué momento una canción llega a su vida para quedarse, como tampoco sabe reconocer del todo la ‘Dolce Vita’ cuando la está viviendo. Ojalá intuirla siquiera, que quizás un poco, pero en verdad tampoco. La vida dulce ni de coña, a la canción me refiero. Pero ocurre algo con este nuevo artefacto redondo de Amaral que tenemos entre manos que llama la atención sobre ambas cosas: es una reivindicación en legítima defensa de la canción por venir y la vida por disfrutar como bien supremo. Al mismo tiempo.

Casi seis años después de ‘Salto al color’, pandemia, confinamiento y tropecientas tropelías vitales encadenadas, ‘Dolce Vita’ es el noveno disco de Eva y de Juan. Un álbum que habla «de un ideal de libertad, de belleza, de conexión con tu entorno y contigo mismo». No lo digo yo, lo dicen ellos en la charla que tuvimos para infoLibre. Una entrevista que me preparé para que durará perfectamente un par de horas, pero como la ‘promosió‘ es como es, se quedó en muchísimo (pero múchísimo) menos. Me quedo con el momento en el que intenté sacar el titular derrotista de turno pero me llevé una lección de vuelta: «El mundo no es una mierda, hay que ser más optimistas«. Literalmente es una réplica formidable de Juan. Otra más.

Para leer más

Una reivindicación del aquí y el ahora, decíamos, un recordatorio de que estamos vivos. Que a veces se nos pira, también os digo, y no hay nada más kamikaze que dar eso por hecho. ¿Y se quedará por casa alguna canción inesperada? Yo no sé vosotros, pero por aquí ya veo más sombras de las habituales ocupando sitios en los sofás del salón. Deben ser algunas de ellas. La voz de Eva, la guitarra de Juan. A veces no hace falta mucho más para detener el tiempo. Todas las primeras veces que vimos a Amaral confluyen con naturalidad en este regalado momento: ‘No lo entiendo’. Una melodía delicada, una canción que palpita como la vida misma que contiene unas guitarras exquisitas de Juan. Y ya estaría.

Una pequeña delicia. Igual que ‘Ahí estás’, esa tónada de pop por supuesto guitarrero que se eleva sobre un sencillo fraseo de piano que parece crear cuatro hologramas en particular: la princesa Leia, Sylvia Plath, Juana de Arco y Karlos Marx. En mis ensoñaciones, en el epicentro mismo de esas cuatro figuras está Eva Amaral sobre el escenario. La conjunción de todo lo que se nos pueda ocurrir al respecto es ella micrófono en mano con Juan orbitando a su alrededor, agachado expectante doblando levemente las rodillas, tratando de adivinar su siguiente movimiento. Ese tipo de magia que no te hace Marvel.

La ‘Dolce Vita’ de Amaral

‘Dolce Vita’ es un álbum de canciones. Otras trece. Una oda libertaria que arranca con ‘Libre’, claro. «Libre como el día que nací». Ojalá. Se repite este mantra con más o menos claridad pero persistencia y diferentes propuestas sonoras: pop, rock, electrónica, música de raíz, folclore, arreglos sinfónicos, ritmos tribales. Claro que hay un sonido Amaral que vas a reconocer, pero matizado, ampliado, enriquecido. ‘Eso que te vuela la cabeza’ es pura pulsión vital casi diríase que con todo lo anterior conjugado con elevado resultado.

La clave es, en cualquier caso, ‘Dolce Vita’. Todo el mensaje está ahí y si algo echo en falta es que no se alargue más el desarrollo instrumental, porque tiene todas las posibilidades de quien se sabe vivo. La convicción por la vida que pierde el finado rodeado y observado. Nadie nos puede arrebatar las ganas de vivir. Ese es el mensaje en una canción poderosa como todas en las que a lo largo de la historia manda el bajo en las estrofas. Como tengo esta tara de serie pienso, no sé, en ‘New Year’s Day’ del ‘War‘ de U2. Pues sí. Esa camiseta que tanto me gusta ponerme porque se me sale el pecho.

Eva y Juan son una suerte

‘Dolce Vita’ es un disco notable alto como poco (poner notas es un rollo, lo sé porque lo hago universitariamente). Anda que no hay bandas que ya se saben esto de memorieta y llevan veinte años haciendo discos en los que solo una canción vale una mierda y el resto saben perfectamente que es todo relleno. Pues no (pues no, no voy a hablar de Depeche Mode ni de nadie, ja, tampoco de Bono, dejadme agonizar en paz). Para eso no vinimos a este mundo. No para ser así de cínicos con algo tan sagrado. Amaral, que ya me dirás tú si acaso no tienen himnos en su repertorio, suman aquí por la cara ‘Los demonios del fuego’, ‘Rompehielos’ o ‘Hasta que la música se acabe’ (que esta sí que suena a alguna otra de antaño, eh, pero oye, qué gustito para las orejas rojitas, que diría aquel).

Estuvimos el miércoles, por cierto, en el Matadero de Madrid en la presentación del disco. Casi no nos podemos escapar. En realidad no queremos porque Bruno es perfecto a sus siete años y los días transcurren solo esperando el encuentro por la noche. Pero decidimos escaparnos Palo y yo, aceptar la invitación. Porque hace no tanto estábamos en todas, solo que ahora nuestra manera de sentirnos vivos y disfrutar la ‘Dolce Vita’ es cenar pizza y beber vino juntos (también el pequeño, por supuesto, pero a él le damos el barato). Nos rentó la escapada en la noche madrileña. Ya te digo que sí.

Hay por Amaral unanimidad social en este país que yo creo maltrecho pero Juan, con razón pues él viaja más y ve más caras, me dirá que no. Es un alivio que tenga otra vez razón. Eso explicaría, asimismo, por qué todos queremos a Amaral y, por eliminación, detectará a los que claramente están en el lado incorrecto de la Historia. «Estamos aquí. Un día volamos y al otro podemos dejar de existir«. Amiga, date cuenta: hay nuevo disco de Amaral. Qué suerte tenemos de sentir que tenemos a Eva y Juan.

SIGUE A MERCADEO POP EN

Tagged