Amaral (2009) Auditorio El Torreón. Pozuelo de Alarcón (Madrid)

Lugar: Auditorio El Torreón. Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Fecha: 12 septiembre 2009
Asistencia: 6.000 personas
Artistas Invitados: Copiloto
Precio: 11 euros
Músicos: Eva Amaral (voz, armónica, pandereta), Juan Aguirre (guitarras, voz), Coki Jiménez (baterista), Zulaima Boheto (violonchelista), Octavio Vinck (guitarras), Iván González (bajo y coros), Quique Mevilla (teclista)

Setlist: Concorde, Revolución, Toda la noche en la calle, El universo sobre mi, Perdóname, La barrea del sonido, Moriría por vos, Las puertas del infierno, No sé qué hacer con mi vida, Resurrección, Doce palabras, Tarde de domingo rara (acústica), Alerta (acústica), Estrella de mar, Marta Sebas Guille y los demás, Big Bang, Cómo hablar, El blues de la generación perdida, Salir corriendo, Te necesito, En sólo un segundo
Bises: Es sólo una canción, Días de verano, Kamikaze, Dragón Rojo, Sin ti no soy nada

A los aristoborrokas tanta guerrilla les salió rana y lo único que consiguieron fue que Pozuelo se haya convertido en el lugar más seguro de España, de Europa, del mundo mundial. La propia Eva Amaral no daba crédito a que los helicópteros no pararan de volar en círculos por encima del pueblo, alumbrando con sus potentes focos cualquier zona oscura y, por ende, subceptible de insurreción. No alumbraban, aunque sí miraban de reojillo, a los 6.000 potenciales sospechosos de entre cinco y noventa años que se reunieron en el Auditorio El Torreón para corear coplillas de Amaral durante algo más de dos horas.

Porque el rock es peligroso en el municipio con la renta per cápita más alta del país. Tanto que Amaral parece AC/DC y Pozuelo la Moscú de 1991. Sólo faltó una hilera de policías para separar al gentío del escenario, clásica en aquellos años en los que estilo musical era joven e inexperto. «Revolución, esta es la hora de la revolución», gritaba Eva en la segunda canción del concierto, mientras las fuerzas del orden quitaban, temblorosos, el seguro a sus armas, por lo que pudiera pasar… no estaban dispuestos a soportar una segunda humillación en sólo siete días.

Menos mal que nos queda Portugal y que esto es un concierto de Amaral. Uno de esos de corear, de bailar, de levantar las brazos, aplaudir y, cada uno con libertad si eso es lo que quiere, emocionarse según su responsabilidad en una escala de cero a diez. Porque sus letras gustan, dan asco o provocan indiferencia a partes iguales. Así que feel free. Lo que es incontestable es, sin embargo, el sonido cristalino y nétamente rockero que Eva, Juan y los otros cinco músicos ponen sobre la mesa. Es tan simple como que un directo de Amaral es una garantía.

Y luego, o antes, o por encima de todo esto, están las canciones, capaces de lograr que policías y botelloneros bailen juntos y jueguen a chocar sus caderas, a levantar sus brazos entrelazados al son de Toda la noche en la calle (que podría llevar como subtítulo ‘tirándonos botellas sin acritud’). Una tras otra, desde el inicio con Concorde hasta el final con Sin ti no soy nada, pasando por canciones de sobra conocidas por todo dios, se quiera o no. Perdóname, El Universo sobre mi, Salir corriendo, Resurrección, Moriría por vos… bah, un montón, todas, esta vez sí, todas, no faltó ni una. Delirio karaoke.

Hubo, además, tiempo para todo. Para pasajes lentos, acústicos, pop, rockeros, instantes casi hard (Las puertas del infierno y Big Bang), y demostraciones de músculo envidiables, como la de los mejores minutos de la noche, con Estrella de Mar convertida para el directo en prima hermana del New Year’s Day de U2. Para quedarse con la boca abierta. Y por ahí, todo el rato, el bueno del seriote que, como buen guitarrista que se precie, se pasa todo el concierto enfrascado en sus pedales y cambiando de guitarra tropecientas veces (parece que se ha olvidado un poquito de la Rickenbacker y le ha cogido el punto a la Gibson SG de Angus Young… huuumm), realizando un trabajo que, si bien no es virtuoso, es más que notable y apañado.

Al final de la noche el comentario de aprobación es unánime tanto en los que debutaban con Amaral como en los que ya atesoran cierta experiencia en esta plaza: niños, padres, radioformulables, rockeros, udoseros… todos con su sonrisita de felicidad y comentando la jugada. Algunos la comentaban ya en la calle copita de ron en mano, ajenos a que el prohibido prohibir pasó a la historia en Pozuelo hasta mejor ocasión, pero allí estaban los polis, ya nada bailones, para recordárselo. Unos corta rollos, vaya, pero siempre podremos agradecérselo al nieto del marques de Feria.

Ah, bueno, y sí, que Eva estuvo sobresaliente como siempre, pero es que decirlo de nuevo es una pérdida de tiempo (hubo quien fantaseó con que saliera al escenario totalmente borracha y acabara en la comisaría anexa, pero bah, que va), tanto cantando como arengando a lo largo y ancho del escenario (muy mono, muy ‘internacional’ con sus pantallacas y sus lucecitas de leds). Y no me quedo con las ganas de afirmar que el batería se salió por la patilla. Hala, ya lo he dicho.

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