– Bob Dylan y Amaral (2008) Parque Regional de Gredos. Hoyos del Espino (Ávila)

Crónicas

Lugar: Finca Mesegosillo, en el Parque Regional de la Sierra de Gredos, en Hoyos del Espino (Ávila)
Fecha: 28 junio 2008
Asistencia: 10.000 personas (sold out)
Artistas Invitados: Pedro Javier Hermosilla
Precio: 34 euros



BOB DYLAN

Músicos: Bob Dylan (voz, teclado y harmónica), Tony Garnier (bajista), George Recile (batería), Stu Kimball (guitarra rítmica), Denny Freeman (guitarra principal), Donnie Herron (violín, viola, banjo, mandolina eléctrica, pedal steel, lap steel)

Setlist: Rainy day women #12 & 35, Lay lady lay, Just Like Tom Thumb’s Blues, Tweedle Dee & Tweedle Dum, Positively 4th Street, The Levee’s Gonna Break, Moonlight, Honest With Me, The Lonesome Death Of Hattie Carroll, Tangled Up In Blue, Ballad Of Hollis Brown, Highway 61 Revisited, Mississippi, Summer Days, Ain’t Talkin’
Bis: Thunder On The Mountain, Like A Rolling Stone


AMARAL

Setlist: Kamikaze, Tarde de domingo rara, Moriría por vos, Las puertas del infierno; Resurrección, La barrera del sonido, Marta Sebas Guille y los demás, Estrella de mar, No sé que hacer con mi vida, Escapar, En el rio, Alerta, Cómo hablar, El blues de la generación perdida, Te necesito
Bis: Es sólo una canción, Revolución, Sin ti no soy nada

Mira, ahí está, es él, fíjate, lleva su sombrero, se coloca ante su teclado, de lado, no saluda, se pone a lo suyo y la concurrencia observa expectante. Estamos ante un mito, una leyenda viva que se empeña en no dejarse fotografiar, lo cual obliga a los espectadores a concentrarse en él. Primero en él y en su música después. No habrá souvenir del concierto en forma de fotografía, de modo que no queda más remedio que hacer fuerza para fijar su imagen en la memoria y poder decir aquello de «yo una vez vi a Bob Dylan». Luego llega la música.

Cuando la música llega lo hace por la puerta grande, haciendo fácil lo difícil, consiguiendo que un repertorio a ratos irreconocible para gran parte del público debido al ejercicio continuado de deconstrucción de las versiones originales suene apetecible y musculoso. Los incondicionales disfrutan, recitan, saltan incluso, sonríen y asienten. Les gusta lo que ven, les gusta lo que oyen, les gusta incluso la voz cavernosa, rota, gutural de Bob. Por momentos parece Bob Dylan revisitado por Phil Anselmo o Max Cavalera. Una clase magistral de blues de libro. Era difícil meter cámaras, pero un amigo de Last FM nos pasa estas dos en exclusiva:



Ensimismado con tu teclado, los incondicionales alcanzan el extasis cuando Bob levanta la cabeza y agarra la harmónica, su harmónica. Baila un poquito, con timidez, no para de mover el culete, de flexionar levemente las rodillas. Se nota que disfruta. Hay quien cree verle sonreir, hay quien le pide un saludo. Esos no son los incondicionales, sino que son los que esperaban que Dylan tocara la guitarra, luciera su voz nasal de siempre y desplegara su arsenal de clásicos hasta ganar por KO y por la vía rápida.

Como no hay fotos, para ellos no hay entretenimiento alternativo, así que se trata de buscar algún detalle, algún algo. O eso o tumbarse en el cesped a escuchar tranquilamente viendo anochecer. Pero siempre escuchando. No se puede quitar la oreja de lo que suena, no se debe. El concierto comenzó todavía con luz natural y según fue anocheciendo se constató que los técnicos de luces tendrían poco trabajo: apenas cinco pequeños focos colocados en mitad del fondo alumbraban a los músicos. Durante un rato, sólo las luces del pie del escenario daban un poquito de vida. La austeridad extrema hecha carne.

Tras algo más de una hora de lección del maestro llega el bis. En este punto se produce el guiño esperado, el guiño sorprendente, con un Bob que se arranca a poner música con su teclado a los gritos de «oe oe oe oe» de la gente. Totalmente inesperado por ser un gesto procedente de un tipo que hasta entonces había interactuado cero con su público.

Por si fuera poco, luego cae Like a Rolling Stone y suena casi idéntica a como suena en todas nuestras cabezas.

Por fin todo el mundo puede cantar, por fin muchos ponen música a la fotografía que han conseguido fijar en su mente. Pero ya está, se acaba la clase. Los alumnos más aplicados quedan satisfechos aunque desean más. El resto de la clase queda satisfecho pero se muere por salir al recreo. Riiiiiiing. Todos al patio. O sea, a la barra.

El recreo es más largo de lo anunciado y eso convierte las barras en un campo de batalla del cual es mejor escapar. Antes da tiempo a entablar con la muchachada del pueblo, que va contando a quienes les quieren escuchar que hoy les han hecho pagar 34euros para pasar por una pradera a la que ellos diariamente llevan gratis a sus ovejas a pastar. Puede uno acordarse entonces de aquello que decía Bono sobre Bob Dylan y su gira interminable: «No importa donde vivas, al final Bob irá a actuar a tu pueblo». Bono acertó de lleno en lo que a Hoyos del Espino se refiere, pero no pudo adivinar que tocaría como ‘telonero’ de Amaral.

Una vez paladeada la actuación fronteriza de Dylan el público, ya predispuesto de por sí a pasarlo bien, se dispone a darse un homenaje en toda regla. Se abre al enorme telón rojo que preside el escenario y se constatan varias cosas, como que todo el montaje despreciado por Dylan (luces, pantallas y demás) pertenece a Amaral, y que fue un acierto en términos generales el orden de las actuaciones, más allá de estrictos protocolos. El pop guitarrero y accesible de los zaragozanos es ideal para aquello de coger carretera y manta, y sí, ellos sí, ellos hacen lo que la gente espera, ellos clavan un éxito tras otro y ellos convierten su actuación en uno de esos ejercicios de karaoke desenfrenado.


La noche y el día. El paso de la admiración a la camaradería, del respeto silencioso al griterío, al mar de brazos en alto a la celebración colectiva, del blues al pop, de la austeridad absoluta al espectáculo visual. Amaral suenan contundentes, con Eva sobresaliente a la voz (pero no demasiado torbellino en actitud, se podría esperar más de ella en este aspecto), con Juan guitarreando aquí y allá con su habitual buen gusto, y con el resto de la banda de anónimos cumpliendo con solvencia. Su último trabajo discográfico, Gato negro dragón rojo (2008), es una buena colección de canciones fácilmente masticables, que se suman perfectamente a las píldoras radiadas hasta la locura en la radiofórmula (aunque fueron recibidas con bastante frialdad en su mayoría). Nada puede fallar y nada falla. (Foto de la Agencia EFE).

Se apuntan a la moda ya instaurada y arraigada de hacer un par de canciones en acústico a mitad de concierto, apuesta que sirve acaso para que Eva se luzca aún más, pero ya. Venga, retomen ustedes el brío, denle a las lucecitas y enciendan al personal, que está a sus pies. Juan canta una canción. La destroza más bien, aunque sirve para romper su timidez e incluso introduce al final los estribillos de Spanish Bombs de los Clash y de Que no, de Deluxe. Además, solicita del público un fuerte aplauso para sus técnicos y pipas porque, según desvela, «trabajar con gringos a veces es complicado», y aclara que el retraso del inicio de su actuación se debe a que la gente de Dylan no les puso las cosas muy fáciles. Un poco chivato nos resultó el amigo Juan, pero bien enfadado tenía que estar para arremeter, aunque fuera de manera colateral, contra el ídolo superior.

En la recta final sube el octanaje, se descarga la traca final, y llegan la vuelta al ruedo, las dos orejas y el rabo. Bueno, el rabo no se lo llevan porque incomprensiblemente dejan fuera del repertorio Días de verano, uno de sus mejores y más celebrados temas. Un detalle muy Dylan. Pero han sido dos horas de actuación compensada, pensada, derrochada y entregada, así que se les perdona.

Se encienden las luces y uno cae en la cuenta de que está en mitad de la sierra de Gredos, ya que el frío cala repentinamente a medida que la gente se va dispersando. Se dispersan también los que vieron gratis los conciertos en la distancia, en un pinar al otro extremo del escenario. Hacer conciertos en la montaña tiene estas cosas. Durante la noche y a la mañana siguiente, en el cámping no sonó ni una canción de Bob Dylan, ni una canción de Amaral. No es su terreno. En estos lugares, como sucede con Camela en las gasolineras, reina Barricada, de largo. «Sólo quiero ser más rápido que ellos echar todo a perder…». Otro clásico.

Esto publicó El Norte de Castilla:


Crónica del diario Público:

A El Mundo le gustan las paranoias, como siempre:

Crónicas:
Metro
ADN
La Opinión de Tenerife
El Mundo
ABC
Ávila Digital
Ávila Digital (ambiente)
El Norte de Castilla (con video)
El Periódico
La Vanguardia
La Razón
Ávila Red
Sima de Rol
Efe Eme

Visita:
http://www.amaral.es/2806-hoyos-del-espino-avila.html
http://www.musicosenlanaturaleza.es/
http://www.boblinks.com/062808s.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Bob_Dylan
http://www.bobdylan.com/
http://www.lastfm.es/event/470092
http://www.lastfm.es/music/Amaral

Comparte
Tagged

9 thoughts on “– Bob Dylan y Amaral (2008) Parque Regional de Gredos. Hoyos del Espino (Ávila)

  1. Me disuadieron las colas, la mala organización intrínseca a cualquier concierto celebrado en recintos no acondicionados para ello, el dormir en una tienda de campaña… Pero me arrepiento, lo admito. Me tendré que conformar con atisbar a Bob en esa monstruosidad especulativa de polígono de Arganda. No se puede ganar siempre…

  2. Enhorabuena por tu excelente blog. Muy completo, si señor!! Incluso he disfrutado mogollón recordando viejos conciertos de los años 90 donde he estado.
    Saludos

  3. si…si…si…si… y aunque ví al maestro Dylan desde lejos, le escuché como si me estuviera susurrando al oído… música muy potente y muy potente la noche en Gredos: impresionante el lugar!!! 😉 Un gran trabajo!

  4. Yo nunca había visto a Bob Dylan, aunque como dice Bono, «algún día Bob Dylan tocará en tu ciudad o pueblo». Me hacía ilusión ver a una leyenda musical y no me defraudó. Aunque reconozco que me hubiera gustado verle sentada porque acabé con un dolor de pies insoportable. Amaral me gusto mucho, como dice Galko fue un poco karaoke, pero lo pasé muy bien. El entorno era una pasada y la compañía mas.

  5. Leo este blog y me río, un poco, del escribiente bello que todo lo controla y sabe, …si sólo has ido a un concierto porque te lo han mandado, mal; si has ido a éste concierto y tienes que escribir algo, peor ¡imposible¡…Si después de la vaca sagrada, dylan, llegan las gritonas(sic.)y los desconocidos de esa banda…¡acabáramos, pequeño¡
    trabajo y mas trabajo musical, estética lírica en los textos llevada a lo más alto, edad del público amplia, amplísima, y otra vez, trabajo y trabajo, lo que el amable escribiente no hace o no sabe. LO suyo es más elevado…,, quía, hasta con las "modas"puede y se atreve. El acústico, pequeño, lo practica quien sabe cantar e interpretar sin la ayuda de los milagrosos programas informáticos adaptados para artistas piltrafillas, o, como tú, que sabes tanto de todo,… hasta de la música que se oye después de un concierto. Bravo, farsante escribiente, …el que nada puede fallar y nada falla, jaja

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *