Morgan (2019) La Riviera. Madrid

Crónicas

El sonido del silencio

«El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos». No lo digo yo, lo dijo Miles Davis. El silencio es más abrumador que el más estruendoso de los estrépitos. Esto sí lo afirmo yo, aunque igual alguien ya lo verbalizó antes. En los silencios nacen las canciones que tanto nos camelan. Esta es mía también y ya.

Hablemos del silencio de La Riviera. Imposible, indudablemente, más aún un sábado en la noche. Somos ferozmente indomesticables, solo faltaba, de manera que hay quien no puede callarse. Pero algo pasa cuando empieza el concierto de Morgan a capela con Carolina de Juan al frente: Todos nos callamos y nos cuadramos.

Hay hechicería pura en ese instante en el que solo se escuchan de fondo los ventiladores del aire acondicionado o la calefacción o lo que sea. Ese zumbidillo de la electricidad que nos rodea. Mientras, desde el escenario, voces desnudas arremolinadas en torno a un micrófono haciendo ese ‘Honey come home’, versión de The head and the heart (otros reivindicables, ojo ahí).

Dice mucho de un grupo empezar así. Dice mucho de su seguridad y de su afán. Hace falta ser una jodida ameba, el canto rodado más fulero, para no abandonarse ahí mismo. La ovación consiguiente bien podría haber cerrado la noche, mas no, obviamente. Solo fue la primera de muchas encadenadas una vez cada cual se puso a lo suyo.

Si parece que Morgan me gustan mucho, quizás sea porque es así. Pueden ser, perfectamente, la mejor banda española ahora mismo. Y aunque la música no sea en absoluto una competición ni haya necesidad de hacer una clasificación, sencillamente me apetece afirmar esto. Porque, además, es magia que una banda así, que hace lo que hace, tan clasicote pero tan estupendamente, esté llegando a tanta gente. Recobro la fe en todos vosotros a través de ellos: Me gustáis. Y en mi también, un poquito, por qué no.


La Riviera no es el mejor lugar para este grupo, eso también hay que decirlo. Para empezar, por las putas palmeras, que me molestan con su sola presencia tres décadas después. Siguen ahí las jodías. Pero bromas aparte, lo cierto es que aunque Morgan se hacen con cualquier recinto, esto es incomparable a los dos conciertos que dieron a principios de año en el Circo Price. Y bueno, estoy seguro de que el 5 de enero en el Teatro Real va a ser mucho mejor. Con la Orquesta Sinfónica de Madrid, además, aunque tampoco soy demasiado amigo de ese tipo de movidas.

A Morgan hay que verlos bien cómodo con una copa o una botella de vino -según cada cual- porque, además, esa situación impone de por sí ese silencio del que hablábamos. Ese respeto, esa solemnidad precisa que faltó en buena parte de La Riviera para escuchar ‘Planet Earth’, por ejemplo, tan Pink Floyd que absolutamente siempre me viene a la cabeza ‘Comfortably Numb’ y su egregio solo de guitarra.

Pero la banda se hace con la movida con su talentosa solvencia y la habitual y divertida naturalidad de Nina, una vocalista que deja estupefacto en vivo por esa adorable ingenuidad que no se finge. Se tiene o no se tiene, como esa voz que te clava en el sitio y reclama tu atención por decreto. Da tantas veces las gracias y se nota que es tan de verdad, que sientes una identificación directa con ella y todo lo que viene desde el escenario, aunque sean en su mayoría canciones en inglés. Estoy seguro de que si potenciaran el castellano más allá de un par de canciones petarían aún más. A ver si les da por ahí.

‘Home’, ‘Thank you’, la intensísima y preciosa ‘Sargento de hierro’ o ‘Another road’ con guiño a Daft Punk. Tengo el repertorio delante y tampoco me apetece enumerarlo todo, me canso también a veces de esa dinámica. No sé, creo que ya está bien así. La banda sonó, claro, de maravilla. Y si a alguien no se lo pareció, fue porque no estaba en el punto necesario de esta sala en la que cada cual libra su propia batalla. 


Morgan son nuestro pequeño gran milagro y así queda claro con ‘Marry you’. ¿Quién no querría casarse con alguien que comprende que el silencio es un gran arte para la conversación? Es como cuando Raúl mandó callar al Camp Nou, pero infinitamente mejor porque todos estamos en el mismo único bando. Gol, ovación cerrada y fundido en negro.

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