KITAI (2019) La Riviera. Madrid

Crónicas
KITAI en La Riviera: HECTOR H VILA

KITAI en Madrid: El fuego inolvidable


Hiroshima no es un puto lugar turístico de la misma puta manera que KITAI no es un grupo que te pueda dar igual. Y yo conozco peña que ha ido a la funesta ciudad nipona en búsqueda del sello en el pasaporte, de la misma manera que otros acuden a los conciertos solo para contarlo en Instagram. Vale, pues todos mal.


Quiero decir, hay que hacer las cosas por los motivos correctos. En este caso se trata de algo tan sencillo como sobrevivir. La supervivencia más puta. Eso que se prohibió en la jodida Hiroshima a la que ahora vais por morbo. Eso que se vivió mucho más cerca, en La Riviera, este viernes en la noche. KITAI, la vida: eso es.


Hay que afrontar la vida así, como KITAI. Como ese concepto que es KITAI y que representan los cuatro a los que les ha tocado representarlo. Es ir sin dirección, claro, pero sobre todo es ir. Yo creo que es ir. Hay que querer conseguir por qué vivir y, al mismo tiempo, por qué morir.


Y estos cuatro notas saben, al menos, por qué no quieren morir. Es todo un poco lioso aposta, obvio. Porque al final salir a un escenario es desear la vida eterna. Y si no es así cada noche es que estás muerto por dentro, por fuera y hasta de perfil. Es, en definitiva, una actitud ante la vida.


Pues con las mismas, así se plantan KITAI ante el concierto de sus vidas. Porque La Riviera, aún con sus palmeras de mierda, es un rubicón. O justo por eso. Porque el récord 24h aquel no vale para nada. No hablamos de tiempo cronometrado, aspiramos a la atemporalidad. La jodida vita eterna otra vez.


Me gusta pensar que cada palabra que escribo ahora escuchando Bad de U2 después de incontables rones con pepsi light tienen un significado. Si pensara diferente estaría durmiendo. Si no supiera que KITAI siente así me estaría ahorrando este rato de mi vida que no va a volver y, de hecho, nos habríamos ahorrado ayer.





Y no voy a contar lo que tocaron o dejaron de tocar porque tiempo hubo de que fuérais. Esta es mi revolución. Esto es KITAI. Ahora os pongo una captura con el repertorio y así ya lo veis. Creo que voy a acabar la crónica sin decir una mierda sobre la noche en sí porque es revolucionario de esta manera. 


También me gustaría que sintiérais, por una vez, el silencio de no ir a los sitios y que no os contemos todo. La gira Pirómanos acaba como un fuego inolvidable. Y huele a napalm. Y KITAI, por supuesto, es mujer. 


Comparte
Tagged

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *