Fall Out Boy (2014) Palacio Vistalegre. Madrid

Crónicas

Lugar: Palacio Vistalegre. Madrid
Fecha: 28 febrero 2014
Asistencia: 6.000 personas
Artistas Invitados: The Pretty Reckless
Precio: Desde 35 euros
Músicos: Patrick Stump, Pete Wentz, Joe Trohman y Andrew Hurley
Setlist:The Phoenix, I Slept with Someone in Fall Out Boy and all I got was this stupid song written about me, A little less sixteen candles a little more touch, This ain’t a scene it’s an arms race, Alone together, Thriller, Death valley, Sugar we’re going down, Young volcanoes, Beat it (versión de Michael Jackson), I’m like a lawyer with the way I’m always trying to get you off (me & you), Grand theft autumn / Where is your boy, Dance dance, Just One Yesterday, I don’t care, My songs know what you did in the dark, Where did the party go, Thnks fr th Mmrs, Saturday

El martillo pilón de Fall Out Boy tritura Vistalegre

Salvaje colisión de hormonas, brutal estallido de adrenalina y ensordecedor reventón de testosterona que lo puso todo perdido en un nutritivo bukake de emociones disparadas en mil direcciones. El enorme telón blanco cae y ese fugaz instante de apenas un segundo genera la energía suficiente para alumbrar Carabanchel hasta 2016. Pero nadie la recolectó, por lo que quedó flotando sobre y rebotando contra 6.000 desmadrados jovenzuelos que recordarán ese momento en particular con la necesaria dosis de mitología hasta el fin de sus días.

Porque Fall Out Boy generan en su público, mayoritariamente adolescente, más o menos las mismas sensaciones que las divas y los divos del pop más mamarracho, aunque su propuesta va mucho más allá gracias a su mezcla de de rock, punk, pop, guiños funkies y hiphoperos e incluso dosis de electrónica en ritmos frenéticamente bailables. En ese inevitable periplo hacia la madurez, pareciera que todo cabe en la coctelera de esta banda de Chicago que seguramente no vaya a salvar el rocanrol, como altivamente aseguran en su último disco, pero al menos sí que le inyecta una generosa dosis de rejuvenecedor ímpetu generacional.

Con la batalla ganada de antemano gracias a la incondicional entrega de la chavalería, el cuarteto arranca la velada con ‘The Phoenix’, una visionaria alhaja de lo que uno imaginaba que sería el rock del siglo XXI, únicamente afeada en su interpretación en Madrid por el ya por todos conocido ‘complicado’ sonido del Palacio Vistalegre, que todo lo enmaraña, lo enreda, lo desordena. A cambio, el volumen es tan brutal que, combinado con los alaridos del gentío, provoca un estruendo tan lacerante como delicioso.

La acústica mejora progresivamente sin perder un ápice de su contundencia y se suceden las canciones, siempre recibidas con insistente histeria y agudos chillidos de la mayoría femenina. Suenan ‘This ain’t a scene, it’s an arms race’ y ‘Alone togehter’ y los pocos muchachos que no estaban del revés ya pierden definitivamente los papeles porque para ellos no hay medias tintas. Para cuando atacan la versión del ‘Beat it’ de Michael Jackson uno siente cómo se le ponen los pelos de punta recordando el magistral trabajo con las guitarras en la pieza original hecho por Eddie Van Halen y Steve Lukather (serán cosas de la edad, pero seguramente fuera yo el único que eso sintió… ¡de hecho lo afirmo!).

Llegó después el tramo acústico en un pequeño escenario situado al otro lado del pabellón, algo siempre muy agradecido por los fans de los graderíos, que así tienen la oportunidad de disfrutar de cerca de sus ídolos. Ese fue el entrañable preludio de una traca final ciertamente poderosa en la que fueron cayendo ‘Dance dance’, ‘Just one yesterday’, ‘I don’t care’ y la épica ‘My songs know what you did in the dark’, posiblemente el momento triunfal de la noche gracias a esos efectivos coros programados para conquistar los grandes recintos. Ay, los coritos, nunca fallan, siempre se pegan, infalibles resultan.

La excitación reinante no decae en los bises, mientras algunos de los más entregados a la causa yacen lacerados en el suelo de la parte final de la pista. Y es que no resulta sencillo aguantar a mil revoluciones durante tanto tiempo y, en ocasiones, uno se fía demasiado de su faceta maratoniana. Interesante contraste el de las huestes entregadas con la de los soldados triturados y agotados mientras suenan ‘Where did the party go’, ‘Thnks fr th Mmrs’ y el broche final con ‘Saturday’. Un poquito menos de noventa minutos para una actuación que colmó las expectativas de la afición y en la que el sonido a ratos enmarañado se olvidó gracias al volumen brutal, las laringes en llamas y los corazones retozantes.

Por cierto, a modo de bis, es pertinente mencionar a los teloneros, The Prety Reckless, quienes liderados por la televisiva Taylor Momsem (de ‘Gossip Girl’) no sólo caldearon, sino que incendiaron el ambiente previo al plato fuerte de la noche. Los asistentes, perfectamente entrenados, también corearon con vehemencia inapelables canciones como ‘Make me wanna die’ y ‘Going to hell’. La noche de los martillos pilones que trituran voluntades no había hecho más que comenzar y la combinación de potencia musical y empuje juvenil ya estaba descontrolada. Y así fue en todo momento para satisfacción generalizada.

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